La segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Chile, que tendrá lugar el 16 de enero, se abre como una caja de Pandora tras el virtual empate este domingo entre el oficialista Ricardo Lagos y el derechista Joaquín Lavín.
El último cómputo electoral, entregado a las 13:30 gmt de este lunes por el viceministro del Interior, Guillermo Pickering, sobre 99,43 por ciento de los votos, ratificó un respaldo de 47,96 para Lagos y de 47,52 por ciento para Lavín.
El gobierno omitió la difusión de los cómputos de 170 de las 29.608 mesas receptoras de sufragios, por problemas en sus minutas informativas, aunque advirtió que sus resultados no alteran la tendencia general de estos comicios presidenciales.
El último escrutinio confirmó asimismo la escasa votación de los otros cuatro candidatos, Gladys Marín, del Partido Comunista (PC), Tomás Hirsch, del Partido Humanista (PH), la ecologista Sara Larraín y el disidente democristiano Arturo Frei Bolívar.
Marín cerró su votación con un apoyo de 3,19 por ciento, seguida por Hirsch (0,51), Larraín (0,44) y, por último, Frei Bolívar, con sólo 0,38 por ciento de la votación total.
Al no registrarse un ganador por mayoría absoluta en esta primera votación, corresponde, según la Constitución chilena, dirimir la pugna entre los dos candidatos más votados, Lagos y Lavín, en la segunda vuelta del 16 de enero.
La segunda vuelta se proyecta como una caja de Pandora, llena de incógnitas a raíz de la conducta errática de los votantes chilenos, que en la votación de este domingo desautorizaron los pronósticos de todas las encuestas preelectorales.
Del mismo modo, la irrupción de Lavín como líder de una derecha remozada alteró las tendencias marcadas tanto en los anteriores comicios presidenciales, de 1993, como en las últimas elecciones municipales (1996) y legislativas (1997).
Una cuenta simple de cara a la segunda vuelta indicaría que Lagos debe agregar a su 47,96 por ciento los votos de Marín, Hirsch y Larraín, que suman otro 4,14 por ciento, para ganar así con 52,10 por ciento el 16 de enero.
Lavín, por su parte, podría elevar su 47,52 por ciento a 47,90, sumando el escuálido 0,38 por ciento de Frei Bolívar, quien concurrió a estos comicios con el apoyo de pequeños grupos de derecha.
Pero ese cálculo simple se desbarata, desde el punto de vista aritmético, al considerar el tres por ciento que sumaron los votos en blanco y nulos y, más aun, la abstención que superó el 10 por ciento de los inscritos.
La abstención, más los nulos y en blanco, superan a un millón de votos, cantidad más que suficiente para convertir en totalmente relativos a los 30.781 sufragios que Lagos alcanzó de ventaja sobre Lavín en el último cómputo.
"El de ayer fue un voto de descontento. Estoy dispuesto a hacerme cargo de ese descontento y trabajar en las próximas cinco semanas por alcanzar los dos puntos que nos faltan para la victoria", señaló Lagos este lunes.
La votación de Lagos en esta primera elección fue inferior en 11 por ciento a la que logró en diciembre de 1993, en las anteriores presidenciales, el demócrata cristiano Eduardo Frei como candidato de la gobernante Concertación por la Democracia.
Frei cosechó en 1993 la alta popularidad con que concluyó el mandato de su coideario Patricio Aylwin (1990-94), quien encabezó el primer gobierno de transición democrática con el respaldo de la actual coalición oficialista.
Lagos, un socialista moderado, no habría logrado asegurarse el apoyo de toda la Democracia Cristiana y, al mismo tiempo, pagó tributo al desgaste de la coalición oficialista en una década de gobierno, profundizado en el último año por el impacto de la crisis internacional.
Fuentes del Partido Demócrata Cristiano (PDC) rechazaron que se hubiera producido un desplazamiento de sus seguidores hacia la derecha, en tanto el gobierno desestimó que el apoyo a Lavín haya sido un voto de castigo para la gestión de Frei.
Para los dirigentes oficialistas, el crecimiento de la derecha no refleja propiamente un desplazamiento del electorado hacia ese sector, sino más bien una adhesión a la personalidad de su candidato, cuya campaña tuvo un fuerte tinte populista.
El diario español El País definió a Lavín como "el candidato de los más ricos y de los más pobres", ya que mantuvo el respaldo de los grandes empresarios y al mismo tiempo atrajo apoyo popular, en especial entre la masa de desempleados, que representa 11 por ciento de la fuerza laboral.
El impacto de la crisis declinó francamente en el último trimestre de este año, pero la reactivación no se evidencia aún en el empleo ni en un mejoramiento de las condiciones sociales, lo cual favorece a la derecha para la segunda vuelta.
En su primer gesto tras la elección, Lavín viajó este lunes al santuario de la Virgen de La Tirana, una popular imagen religiosa en el poblado del mismo nombre, unos 1.800 kilómetros al norte de Santiago, para agradecer por la alta votación que obtuvo.
Todo indica que la segunda vuelta se disputará en forma tan reñida como la primera, y que Lagos tendría que insistir en desacreditar el populismo de Lavín y hacer ostensible su condición de hombre de derecha y partidario de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90) para derrotarlo.
Esta es la primera vez que una elección presidencial se resolver en Chile por el expediente de la segunda vuelta, ya que ese mecanismo no existía en la anterior fase democrática de la historia chilena, interrumpida en 1973 por el golpe de Estado que derrocó al socialista Salvador Allende.
La fecha del 16 de enero coincidirá con las vacaciones de verano, que abarcan los dos primeros meses del año, lo cual no sólo preocupa a los operadores turísticos sino también a los dirigentes políticos, que temen un aumento de la abstención. (FIN/IPS/ggr/dg/ip/99