La mezcla de religión y política empieza a ponerse electoralmente explosiva en Brasil, pese a que todavía faltan más de dos años para los próximos comicios presidenciales.
La religión ingresó en la arena electoral después de que el gobernador del estado de Río de Janeiro, Anthony Garotinho, miembro de una iglesia evangélica, empezó a participar en octubre de cultos religiosos en todo el país, sin ocultar que tenía los ojos puestos en Brasilia, la ciudad sede del gobierno brasileño.
La polémica sobre la amalgama entre religión y política aumentó a tal punto que Garotinho resolvió anunciar que no intervendrá en la competencia por la sucesión del presidente Fernando Henrique Cardoso en el 2002.
Garotinho, de 39 años y miembro del opositor Partido Democrático Laborista (PDT), divulgó su decisión en vísperas de Navidad, pero la mayoría de los políticos creyeron estar ante una maniobra táctica del gobernador de Río de Janeiro para evitar una alianza política adversa a las iglesias evangélicas.
Se habló también de que los asesores de Garotinho consideraron peligrosa la exposición del gobernador cuando resta aún mucho tiempo para las elecciones presidenciales.
El hecho es que, en vez de tranquilizar el ambiente político, el anuncio de Garotinho aumentó la tensión, pues puso en claro que sus aspiraciones presidenciales eran más serias de lo que se pensaba.
Garotinho pasó a ser un problema político, pues ese joven gobernador, padre de seis hijos, la mitad de ellos adoptados, dispone de armas eficaces para la disputa por la Presidencia.
La principal de ellas es el hecho de que puede comenzar la carrera presidencial para el 2002 con los 35 millones de votos que obtendría de miembros de iglesias evangélicas.
Los católicos son mayoría en Brasil y representan casi 60 millones de electores, pero tradicionalmente se dividen entre más de un candidato presidencial, mientras que los evangélicos votan com extraordinaria fidelidad a un solo candidato, conforme revelan encuestas del no gobernamental Instituto de Estudios de la Religión.
Garotinho se convirtió a la Iglesia Pentecostal en 1994, después de sufrir un accidente en una carretera del estado de Río de Janeiro que lo puso al borde de la parálisis física.
Desde 1997 participó con frecuencia de cultos y celebraciones del grupo pentecostal Asamblea de Dios que, con casi tres millones de adeptos, es la principal corriente religiosa de Brasil, después de la Iglesia Católica.
Pero a partir de junio de este año, se acercó a la polémica Iglesia Universal del Reino de Dios, neopentecostal y que practica el exorcismo. Surgida en Brasil en 1977, esa iglesia se ha extendido a 33 países y en muchos de ellos sus actividades han chocado con las leyes vigentes.
Es la primera vez que un miembro de iglesias evangélicas tiene posibilidades de ganar la Presidencia de Brasil, consolidando el aumento de la participación politica de sectores religiosos no católicos en el país de mayor población católica del mundo.
Las otras organizaciones religiosas reaccionaron con cautela y duda ante el acercamiento de Garotinho a la Asamblea de Dios y en especial, a la Iglesia Universal del Reino de Dios. Pero los representantes de los partidos más identificados con el catolicismo adoptaron una actitud agresiva.
El ex diputado Maurilio Ferreira Lima, dirigente del Partido de la Social Democracia Brasileña, del presidente Cardoso, afirmó que Garotinho puede llevar la intolerancia al gobierno.
El propio partido de Garotinho, el PDT, amenaza llevarlo al tribunal interno de ética bajo la acusación de mezclar politica y religión.
El veterano líder opositor Leonel Brizola, fundador del PDT, es un crítico constante de la participación del gobernador de Río de Janeiro en ritos evangélicos de fines de semana en otros estados.
En general, los sectores contrarios a la candidatura presidencial del gobernador de Río intentan asociar su nombre al posible surgimiento de un movimiento religioso fundamentalista en Brasil, conforme insinuó Ferreira Lima. (FIN/IPS/cc/ff/ip cr/99
