Una joven paraguaya de 24 años fue identificada como la hija de una dirigente estudiantil de Paraguay y un sindicalista uruguayo, nacida en cautiverio y desaparecida en 1975.
"Profesor, le puedo decir dónde vive la niña que usted busca" informó hace un año una voz anónima en el teléfono del abogado paraguayo Martín Almada, activista por los derechos humanos.
"Y lo sé porque la criatura soy yo", agregó quien oficialmente se llama Angela Meza, tras ser informada de la verdad por un ex comisario que figuraba como su padre.
Un año de contactos reservados siguieron a esa primera conversación, hasta que Angela aceptó esta semana un encuentro de Almada con la familia que la inscribió como propia.
La madre de Angela fue la dirigente estudiantil paraguaya María Rosa Aguirre, quien murió a los 20 años en una sala de partos del policlínico Rigoberto Caballero de Asunción, el 31 de diciembre de 1974, por falta de asistencia y tras haber sido ser torturada durante meses por las fuerzas policiales paraguayas.
Aguirre fue entregada a la policía de Paraguay por militares de los servicios de Inteligencia uruguayos, en el marco del Plan Cóndor de coordinación represiva en el sur de América.
Almada descubrió el 22 de diciembre de 1992, en una dependencia de la policía paraguaya, los llamados "Archivos del terror", una base de datos aún no analizada del todo sobre los operativos conjuntos de las dictaduras en los años setenta, que hoy están en la sede del Poder Judicial.
En esos archivos no se hallaron referencias a la madre de Angela, quien fue dirigente de la Federación de Estudiantes de Secundaria de Paraguay y viajó a principios de los años 70 a Montevideo, para cuidar a los hijos de un diplomático paraguayo.
Ese diplomático había prometido a la familia Aguirre, la cual vivía en Yuty, a 200 kilómetros de la capital, que le daría a María Rosa posibilidades de realizar "buen estudio", pero no cumplió ese compromiso, y la joven, insatisfecha, abandonó el hogar de Montevideo en el cual vivía, relató Almada.
El siguiente dato sobre la vida de María Rosa se registró en la segunda mitad de 1974 en Buenos Aires, a donde la joven, entonces de 20 años, se trasladó desde Uruguay para hablar con la activista paraguaya por los derechos humanos Esther Ballestrino, fundadora de Madres de Plaza de Mayo y desaparecida luego.
Aguirre relató a Ballestrino que vivía en pareja en Montevideo con un dirigente sindical de los trabajadores de la industria láctea uruguaya, del cual estaba embarazada, y que su compañero había sido secuestrado por la dictadura uruguaya.
Cuando María Rosa volvió a Montevideo fue capturada por las Fuerzas Armadas uruguayas y entregada a la policía de Paraguay.
En ese entonces Almada estaba preso en Paraguay y era torturado en forma sistemática por la dictadura de ese país, en cuyas mazmorras escuchó por primera vez la historia de Aguirre, en conversaciones nocturnas de los carceleros y por comentarios de otros detenidos.
El abogado se refugió luego en Panamá, donde escribió en 1978 un libro en el cual mencionó la historia de Aguirre y de su hija desaparecida, dejada en la puerta de un orfanato y llamada María de los Angeles por las monjas responsables de esa institución, quienes la entregaron a Meza el 2 de enero de 1975.
Meza y su esposa (fallecido a mediados de este año) estaban en la lista de quienes esperaban que se les entregara un niño en adopción, e inscribieron a la recién nacida como propia.
En 1998, la revista argentina Tres Puntos reveló la existencia de una monja paraguaya de nombre Soledad, a quien acusó de haber actuado como intermediaria en la entrega de hijos de presas políticas a personas leales al régimen de Alfredo Stroessner, quien fue dictador de Paraguay durante 35 años.
Almada manifestó su agradecimiento personal y el de las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos al ex comisario, quien "averiguó con sus colegas el origen de Angela y luego asoció los datos de la historia cuando leyó nuestra convocatoria internacional de búsqueda en marzo de 1993".
Meza le mostró a Angela recortes de diarios sobre la búsqueda del abogado y le dijo "Aquí está tu verdadera historia, Almada dijo la verdad". Fue entonces que Angela llamó por teléfono a Almada.
Ahora la joven y el abogado continuarán juntos la búsqueda de los familiares de María Rosa Aguirre y del padre uruguayo, cuyo nombre no se ha podido averiguar aún.
Los datos del encuentro en buenos Aires de María Rosa Aguirre y Ballestrino fueron confiados por la segunda a Guillermo Weller, un corresponsal paraguayo en Buenos Aires a quien Almada logró hallar en 1998.
Weller conocía pocos detalles sobre el compañero de María Rosa Aguirre. El abuelo de Angela, según le informó Ballestrino, vivía en aquella época en el balneario sudoriental uruguayo de Punta del Este.
Los escasos datos disponibles fueron enviados hace un año a activistas uruguayos por los derechos humanos, quienes piensan que existe la posibilidad de que el verdadero padre de Angela haya sobrevivido a su cautiverio en Uruguay. (FIN/IPS/cm/mp/hd ip/99