/BOLETIN-AMBIENTE/ ARGENTINA: Animales custodiados por satélite

Cinco ejemplares de yaguareté, el felino más grande de América del Sur y que habita en el noroeste argentino, recibirán en febrero un collar de 3.000 dólares cada uno, de parte de quienes valoran su supervivencia en este continente.

En verdad, el costoso collar no será de diamantes o metales preciosos.

Se trata de una cinta de cuero con un emisor de señales que se captan por satélite, para conocer cada movimiento de los preciados animales. También lleva una batería que dura cerca de dos años.

El proyecto fue una iniciativa de la sección argentina del grupo ecologista Greenpeace, la Universidad Nacional de Jujuy, la provincia del noroeste que linda con Bolivia, y otra organización no gubernamental dedicada exclusivamente al estudio de estos jaguares, Asociación Yaguareté.

El objetivo no es sólo detener la depredación de estos ejemplares, que son perseguidos por hacendados porque se comen su ganado.

"La idea es salvar la selva, que es el hábitat que necesitan los yaguaretés y tantos otros animales", dijo a IPS Emiliano Ezcurra, de Greenpeace.

Los yaguaretés, de manchas redondas, son considerados entre los mayores felinos de América del Sur. Un ejemplar grande puede tener hasta dos metros de largo desde la cabeza al final de la cola.

A principios de siglo se los podía ubicar en casi toda la región, pero ahora sólo sobreviven dos familias en Argentina, una en la selva de montaña Yungas y otra en la provincia de Misiones, al noreste de este país en el límite con Bolivia y con Paraguay.

El grupo más numeroso, de apenas unos 200 ejemplares, se desplaza en el corredor biológico de la selva de Yungas, el segundo ecosistema de mayor biodiversidad de Argentina después de la Selva Misionera.

Yungas, que en lengua aborigen significa "abundancia", es la región que abarca el sur de Bolivia y cuatro provincias del noroeste de Argentina, y contiene a ese corredor biológico de 80 kilómetros de ancho por 200 de largo.

Greenpeace ya había realizado allí una intensa campaña para evitar que un gasoducto que atravesaría esa región se interne en el corredor adonde viven unas 350 familias indígenas (kollas), con sus cultivos y sus cementerios de siglos.

La organización considera que ese megaproyecto, además de la tala indiscriminada y la búsqueda de petróleo, hizo que se pierda 90 por ciento de la superficie de esa selva, que era mucho más amplia hace algunas décadas.

Además del jaguar americano, allí se pueden encontrar variedades de tucanes, monos, ocelotes y pumas. La variedad de pájaros es tan grande que 60 por ciento de los pájaros que sobrevuelan territorio argentino están ahí y hay también gran diversidad de insectos.

El proyecto, que costará 50.000 dólares y se financia con aportes de socios de Greenpeace Argentina, comenzó su fase práctica este mes con el ingreso de los encargados de su realización al corredor biológico, a fin de elegir los sitios para colocar las trampas.

Dichas trampas son jaulas que contendrán un señuelo -carne vacuna-, pero no desde el primer momento.

Al principio, sólo se colocará la jaula para que se vaya mimetizando con el ambiente selvático. En enero se abrirán a la espera de las presas, y para febrero se estima que habrá cinco ejemplares moviéndose con el collar colocado.

A través del satélite -mediante un sonido que se proyecta en un mapa- se conocerá cuándo el animal se desplaza, cuándo come, cuándo duerme, cuándo se aproxima a una presa, cuándo se reproduce o cuándo nada.

Los expertos consideran a estos animales como una especie "paraguas" porque al conservarlo se protege a otros animales que integran la cadena alimenticia: monos, corzuelas (ciervos pequeños), pavas de monte (aves típicas de la región), tapires y pumas, entre otros.

"Cuando entren a las jaulas, les daremos un sedante para que se duerman por 45 minutos, y en ese lapso les pondremos los collares, les tomaremos muestras de sangre y las huellas de las patas, los vamos a medir y les sacaremos fotos", explicó Ezcurra.

Recién entonces, los cinco animales "condecorados", recuperarán su libertad, sin saber que por dos años estarán siendo vigilados por un satélite. (FIN/IPS/mv/dg/en/99

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