Los dibujantes peruanos de historietas Juan Acevedo, Alfredo Marcos y Eduardo Rodríguez, recibieron homenajes este mes por defender los derechos civiles durante 30 años con caricaturas cargadas de ácido humor político.
"Los tres son iconoclastas, irreverentes, rebeldes y antioficialistas, con la suficiente dosis de maldad para castigar burlando y la honradez necesaria para situarse siempre al lado de los mas débiles en la sociedad", comentó el escritor y publicista José Hidalgo.
Marcos y Rodríguez obtuvieron el Premio Periodismo y Derechos Humanos 1999, otorgado por la Coordinadora de Derechos Humanos, que agrupa a las organizaciones no gubernamentales defensoras de los derechos civiles en Perú.
En cuanto a Acevedo, ganador del mismo premio en 1997, ex consultor de la Unesco para un proyecto de creación de talleres de historieta popular en varios países, fue homenajeado en el Centro Cultural de la Universidad Católica de Lima, y presentó su último libro de historietas, "Pobre Diablo y otros cuentos".
"Acevedo es el mejor historietista del Perú, por su capacidad de elevar ese género, nacido en los diarios norteamericanos de principios de siglo, al rango de tambor batiente de los problemas existenciales de nuestro tiempo, sin abandonar la frescura y el humor", destacó el periodista Luis Freire.
Con "Juan Cuy", un personaje que tomó su nombre de un roedor, el cuy o conejillo de indias, casi la única dieta proteica de los indígenas de las serranías andinas de Perú, Acevedo cumplió una larga etapa de crítica social en un momento histórico cargado de violencia política.
Se trataba de un personaje bueno, desconcertado por la maldad social del sistema, por la desocupación y la pobreza, golpeado por la discriminación de los valores indígenas y andinos, pero también defensor de la paz y la justicia.
"Mi Juan Cuy no le gustaba ni a los terroristas ni a los paramilitares de derecha, y ambos me amenazaron de muerte más de un vez", destacó Acevedo.
"Pobre Diablo" es su último personaje, concebido como un homenaje a la humildad. Es un don nadie, lector desprevenido de la prensa amarilla, repetidor inconsciente de discursos ajenos (de políticos de nota, académicos rimbombantes o ideólogos foráneos) que contrastan con las hostiles aristas de la realidad.
"Un personaje que repite, esperanzado, los eslóganes publicitarios de la sociedad de consumo, las recetas liberales de la economía de mercado, mientras busca el empleo que no existe, los servicios mínimos de agua y desagüe a los que tiene dereecho como ser humano", dijo el sociólogo Alberto Panessi, de la Universidad Católica.
El libro "Pobre Diablo" fue rechazado por muchos editores. "No será negocio. Sería como publicar poesía", le dijo uno de ellos a Avecedo, haciéndole, sin querer, un merecido elogio a pesar de su intención descalificadora.
"El editor tenía razón, el libro Pobre Diablo no sólo contiene humor y reflexión social, sino que es también un testimonio de que la historieta puede convertirse en poesía visual", comentó el periodista Freire.
Marcos, quien firma "Alfredo" sus caricaturas, es creador de la serie los "calatitos", palabra de origen quechua que significa "desnudos". El diario izquierdista La República publica esa serie desde hace 18 años, para ilustrar la miseria de la mayoría de los peruanos.
Tiene también otros personajes, como "las viejas pitucas" (lechuguinas), "los achorados" (malandrines) y, por supuesto, los gobernantes de turno, a los que castiga burlándose de su olvido de los desheredados "calatos".
En "El hombre que no podía irse", Marcos desovilla la recurrente historia de una pareja de relación neurótica, que quiere separarse pero no puede hacerlo porque ambos se necesitan como contraparte hostil de su propio yo.
"Cuando los creé, hace 18 años, los "calatitos" tenían ropa harapienta, pero como la pobreza se ha acentuado y la desnudez absoluta describe mejor la miseria extrema, ahora no la tienen", explicó.
Pese a su crudeza habitual, intenta a veces dar a veces a los "calatitos" una tónica de esperanza, "como ahora, que están esperando, mientras miran el triste paisaje de la barriada en la que viven, lo que les traerá el nuevo milenio", dijo.
Eduardo Rodríguez, conocido como "Heduardo", es serio, taciturno. Nadie que no lo conociera imaginaría en él a un creador de desopilantes historietas humorísticas.
"A veces me preguntan, ¿qué eres tú? ¿dibujante?, ¿periodista?. Al principio no sabía qué contestar. Pero la verdad es que yo me siento más un periodista, en la medida en que describo la realidad social y política", declaró.
Rodríguez comenzó a publicar sus dibujos hace tres décadas, en una revista política para la que creó "Burguesini y sus mayordomos", una sátira de la clase alta.
"Burguesini hacía reír a los burgueses, que sólo veían el ridículo de las exageradas exigencias formales del viejo patrón a sus empleados domésticos. También reían, claro está, los mayordomos, que percibían la sátira social", comentó el sociólogo Panessi.
"Pero cuando la revista me pidió incursionar en la crítica política directa, e hice dibujos sarcásticos sobre el entonces presidente Fernando Belaúnde, no lo soportaron y tuve que salir", refirió Rodríguez.
"Ese mismo proceso se repitió muchas veces en varios diarios y revistas. Cuando comenzaban a decirme que atenuara el sarcasmo contra el gobernante de turno, entendía que era hora de buscar otro empleo, pues no estaba dispuesto a ceder", concluyó. (FIN/IPS/al/ff/cr/99