¿Es un galardón merecido o predominaron razones extraliterarias? Ya sea por razones de rigor o envidia, las dudas en torno al otorgamiento del Premio Cervantes 1999 al escritor Jorge Edwards quedaron instaladas en Chile.
El propio galardonado resta importancia a algunas de las objeciones y desvirtúa otras con indignación, conocedor, a sus 68 años -de los cuales ha convivido medio siglo con las letras- de los avatares de la política, la diplomacia y la literatura.
Lo cierto es que cuando el jurado de seis miembros anunció el día 14 en Madrid que Edwards era el nuevo favorecido con "el Nobel de las letras castellanas", se evidenció que su obra y su figura son a la postre más conocidas en España que en Chile.
Aquí se le identifica sobre todo como cronista, a partir de sus dos celebradas obras de memorias, "Persona non grata" (1973), sobre su experiencia como diplomático en Cuba, y "Adiós Poeta" (1990), dedicada a su larga amistad con Pablo Neruda.
Sus libros de ficción, que comprenden cinco volúmenes de cuentos y seis novelas, no tienen una gran difusión en este país, aunque ahora Edwards espera que, gracias al Cervantes, la crítica chilena deje de ser "desdeñosa" con su narrativa.
En ese sentido, confía ahora en un éxito de ventas para su próxima novela, "El sueño de la historia", que gracias al premio fue vendida a una casa editorial hispana a un precio mayor al que él esperaba.
La personalidad y la trayectoria de Edwards no lo caracterizan rigurosamente como un "animal literario", sino más bien como un intelectual que despliega talentos en las letras y la diplomacia y no elude compromisos y definiciones políticas.
Como diplomático, su currículum incluye desde su accidentada gestión como encargado de negocios en Cuba a comienzos de los 70, un similar cargo en Francia cuando el embajador era Neruda, así como la función de embajador ante la Unesco en esta década.
Precisamente cuando cumplía la misión ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) fue galardonado en 1994 con el Premio Nacional de Literatura de Chile.
En política, Edwards se ubica en el universo de intelectuales progresistas y moderados, enemigos de los controles estatales y dogmáticos sobre la cultura que marcaron su ligazón con el caso del poeta Heberto Padilla en Cuba.
Padilla fue acusado por el gobierno de Fidel Castro de proyectar una imagen negativa de la Revolución Cubana en reuniones con extranjeros, entre ellos Edwards, y permaneció un tiempo encarcelado hasta que hizo una pública autocrítica.
"Persona non grata" fue prohibida en Cuba y también en Chile por la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90), a la cual Edwards se opuso activamente como fundador del Comité por la Defensa de la Libertad de Expresión.
El nuevo Premio Cervantes integró en las postrimerías de la dictadura del Comité de Elecciones Libres y hoy es un público adherente a la candidatura del socialista Ricardo Lagos para la segunda vuelta de las presidenciales del 16 de enero.
Hay quienes objetan que se haya dado a Edwards el Premio Cervantes en circunstancias de que nunca fue concedido al célebre escritor José Donoso, fallecido en 1996, quien fue una suerte de eterno candidato chileno a ese galardón.
También se comenta negativamente que la elección de Edwards por parte del jurado de seis miembros postergara a otros postulantes tal vez de mayores méritos literarios, como el venezolano Arturo Uslar Pietri y el uruguayo Mario Benedetti.
El escritor chileno Enrique Lafourcade comentó, con desdén, que Edwards obtuvo el premio gracias "a su amigo Varguitas", en alusión al escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa, miembro del jurado, con quien tiene una larga amistad.
"Yo le digo a Lafourcade que no sea tonto, que el premio no me lo consiguió un amigo, sino centenares de amigos. Hubo la gente más increíble que trabajó a favor de mi premio. Gente de la Academia Española (de la Lengua), de la crítica, hombres, mujeres", dijo el escritor a la revista Caras.
Para Edwards no tiene ningún sentido la versión de que el jurado del Premio Miguel de Cervantes lo escogió por ser chileno, como una forma de apaciguar las relaciones entre España y Chile, afectadas por el caso Pinochet.
Como columnista, Edwards ha respaldado, incluso a través de la prensa española, la tesis del gobierno chileno de Eduardo Frei en el sentido de que los tribunales hispanos carecen de atribuciones para procesar al ex dictador arrestado en Londres desde octubre de 1998.
En la entrevista concedida a Caras luego del Premio Cervantes, el escritor reiteró su posición de que "si es que se hace" un juicio a Pinochet por violaciones de derechos humanos debe tener lugar en tribunales chilenos y no de otro país.
"España no se debe meter en un tema que, en el fondo, no puede entender, ya que tiene que ver con la memoria histórica de Chile", subrayó Edwards.
El escritor calificó de "notable" el hecho de que pese a su reconocida posición en el caso Pinochet, la crítica y la prensa española hayan reaccionado con unánimes elogios ante su elección como nuevo titular del premio identificado con el autor de El Quijote, su novela favorita. (FIN/IPS/ggr/dg/ae/99