Los ángeles elaborados por indígenas lencas y los nacimientos (belenes o pesebres) caracterizan la Navidad en Honduras, y más en este año, cuando es notoria la intención de preservar las tradiciones autóctonas.
Los ángeles o querubines están hechos a base de tusa (las hojas que envuelven el maíz). Según la creencia indígena, estos personajes protegen de los males a los seres humanos y son portadores de buenos mensajes.
En los centros comerciales de Tegucigalpa, donde los adornos navideños habituales en Occidente aparecen por doquier, también están presentes las indígenas lencas que exhiben sus ángeles, así como finos candelabros de barro adornados con las figuras del sol y la luna, entre otros motivos.
Los ángeles de tusa, baratos y diminutos, combinan bien como adornos de árboles de navidad, pues los hay de todos colores, y en algunos casos las indígenas lencas les dan un toque de brillo o escarcha para resaltarlos.
En algunos centros comerciales, la Navidad tiene un sentido autóctono y original, pues adornan sus árboles con artesanías elaborados por los indígenas.
Entre ellas figuran estrellas de mecate (lazos), querubines, sombreros, escobas, flores de pascua y hasta pequeños machetes y azadones que identifican el trabajo de los campesinos.
La historiadora Mélida Molina atribuyó el auge de las artesanías lencas en época navideña al misterio que estas creaciones encierran, sus buenos precios y a la búsqueda de una identidad cultural que "poco a poco hemos venido perdiendo los hondureños".
En el caso de los ángeles, Molina sostuvo que su demanda responde a que "son personajes algo míticos que simbolizan la fe de las personas y su espíritu cristiano, y son considerados como los guardianes celestiales que vigilan el comportamiento humano".
Para los indígenas lencas, estos ángeles no solo simbolizan protección, sino que les atribuyen propiedades de protección de males, portadores de buenos mensajes y "ocupan un sitial muy importante en sus festejos mágico-religiosos".
Los mismos son elaborados a base de hoja de maíz, a la que recortan y dan formas diminutas bajo la tradicional figura de los querubines.
Con paciencia y sumo cuidado, las indígenas unen poco a poco esas hojas secas tratando de evitar que se resquebrajen, y elaboran su cabellera con pedazos de hilo grueso negro, lo mismo que su boca y ojos.
Su precio no pasa de un dólar, y en las exposiciones promovidas por organizaciones culturales es común que se agoten con rapidez.
A diferencia un año atrás, cuando el país aún lloraba la tragedia del huracán Mitch, el espíritu de la Navidad fluye y, junto con los ángeles indígenas, se destaca también la confección de belenes que evocan el nacimiento de Jesucristo.
Sin duda, es el nacimiento del arquitecto y ex canciller hondureño Fernando Martínez el que más comentan y visitan los habitantes de la capital, por su originalidad y su visión crítica para reflejar los problemas del país.
Martínez fue destituido de la cancillería el año pasado por el presidente Carlos Flores, por denunciar la lentitud en el proceso de reconstrucción post Mitch. Para él, los nacimientos son una tradición familiar de hace más de medio siglo.
Este año, Martínez ilustró con fino humor la realidad hondureña. Abordó el conflicto limítrofe con Nicaragua, el proceso de reconstrucción tras el huracán Mitch, la corrupción hasta la participación de la sociedad civil.
El arquitecto Martínez refleja la reconstrucción con una cantidad de tortugas diminutas, para dejar en evidencia "la lentitud con que se trabaja aquí, mientras la gente demanda atención".
El problema de la corrupción y la impunidad lo aborda con una figura que representa al ex contralor Teófilo Martell, liberado por la justicia tras ser acusado de defraudación fiscal y contrabando al encontrarse en su vivienda un cargamento de televisores y aparatos eléctricos.
A la par de Martell, Martínez presenta la figura de un campesino humilde enviado a prisión por robar una gallina para comer.
Martínez dijo a IPS que, si bien la Navidad se celebra para recordar y conmemorar el nacimiento de Jesucristo, "también es un momento para reflexionar".
"En este sentido, nosotros, por tradición familiar, siempre hemos recordado cada año cuáles han sido los problemas y casos más sonados del país para dejar memoria histórica de ello", dijo.
"Nuestro nacimiento es una mezcla de reflexión y denuncia. Si Dios es vida y amor, el país debe regirse bajo estos parámetros, pero no podemos con injusticia y corrupción, alcanzar mejores niveles de vida para nuestro pueblo y nación", expresó el ex canciller.
Pero al margen de ello, el nacimiento de Martínez refleja también un sentimiento de espiritualidad navideña, magia, encanto y arte, por lo que fue considerado por las autoridades municipales el mejor nacimiento del año.
Además, su estilo original de presentar y denunciar los problemas del país ha sido imitado por otros nacimientos capitalinos que van mas allá del tradicionalismo de las casas, el agua, los ríos, los pastores y ovejas que cada 24 de diciembre celebran, bajo un pesebre, el nacimiento de Jesús. (FIN/IPS/tm/mj/cr/99