Los dos jóvenes que se suicidaron en abril luego de matar a 13 compañeros de clase en la escuela secundaria Columbine, de Colorado, Estados Unidos, querían que su historia fuera convertida en una película de Steven Spielberg o Quentin Tarantino.
Según cinco grabaciones de vídeo realizadas por los propios Dylan Klebold y Eric Harris, los dos adolescentes responsables de la matanza, sus acciones serían como el juego de vídeo "Doom", en el que un pistolero elige de un arsenal las armas para matar a interminables blancos enemigos.
"Los directores (de cine) se pelearán por esta historia", dijo Klebold, de 17 años, en el vídeo confiscado por la policía después de la masacre y divulgado la semana pasada, cuando la revista Time fue autorizada a ver y transcribir las cintas.
El artículo de Time desacreditó el mito de que los dos asesinos eran racistas y querían emular a Adolfo Hitler. Lo que realmente querían era ser estrellas de cine, aunque su rabia también estaba dirigida a las personas "ricas" y "snob".
Su historia no conmocionó tanto a los sociólogos como a los ciudadanos estadounidenses comunes.
"La riqueza y la fama dominan el panorama estadounidense", dijo el profesor George Gerbner, de la Temple University. A su juicio los medios de comunicación envían dos mensajes: que se debe ser elegante y que el mundo es peligroso.
Por primera vez, las historias no son contadas por las familias, la iglesia o la nación sino por conglomerados internacionales con fines de lucro.
Un canal local de televisión por cable dedicado al mundo del arte y el entretenimiento transmitió un programa titulado "Los 10 empleos más deseados".
Los estadounidenses encuestados dijeron que lo que más querían era ser estrellas de cine, cuyas vidas consideraron más exitosas que las de las estrellas del deporte, los periodistas que cubren noticias en el extranjero o los fotógrafos renombrados, que figuraron mucho más abajo en la encuesta.
Pero los estadounidenses no son los únicos obsesionados con la fama y el dinero.
"No creo que el ansia de fama sea particular de Estados Unidos. Es sólo que la máquina de estrellas tiene su sede en esta nación", dijo Mark Crispin Miller, profesor de estudios de medios en la Universidad de Nueva York y uno de los académicos más populares del país.
"Una de las razones por las que nuestra exportación número uno es el material de los medios es precisamente esa. Es la atracción mundial por estas imágenes irresistibles", observó.
Las investigaciones de Gerbner en los últimos 30 años midieron hasta qué punto la televisión contribuye a la concepción de la realidad de los televidentes.
En la televisión, y en muchas películas, la mayoría de los personajes son blancos, son de buena posición económica y sólo tienen problemas románticos, dijo.
En los programas que se transmiten en los horarios de mayor audiencia sólo 1,3 de los personajes representados pertenecen a la "verdadera" clase trabajadora.
Sin embargo, las cifras oficiales indican que por lo menos 13 por ciento de la población de Estados Unidos es "pobre", con un porcentaje adicional significativo de "trabajadores de bajos ingresos".
Por cada hombre blanco víctima de violencia en el cine y la televisión, hay 17 víctimas femeninas blancas. En la mayoría de los casos, los villanos son hombres jóvenes de clase baja, negros, latinos o extranjeros.
El no verse representado positivamente en la imagen nacional puede llevar a la rabia, dijo Gerbner. "Es una forma de ser dañado", señaló.
"En términos clínicos, está relacionado con el narcisismo. Todos quieren ser el centro de atención. La fantasía se ha vuelto tan explosiva que llega a la psicosis. La realidad se vuelve inaceptable", indicó Miller.
"Miren vídeos de rock. Vayan al cine. Verán imágenes de los oprimidos obteniendo poder, riqueza y fama. Es una versión secular de la vieja promesa cristiana: 'los últimos serán los primeros'. Si se identifican con el héroe desposeído, verán que pueden obtener poder", apuntó a su vez Miller.
Esta semana, se transmite en las pantallas de televisión estadounidenses el clásico navideño "It's a wonderful life" (La vida es maravillosa) del director Frank Capra.
La película termina con la estrella, James Stewart, a quien le iba mal debido a un negocio bancario fallido, bajo una lluvia de dinero y recibiendo el amor de sus amigos.
Los medios estadounidenses han sido culpados por casi todos los actos de violencia adolescente de esta década, lo que condujo a la adopción de sistemas de clasificación de la programación que ahora aparecen en la televisión estadounidense y el controvertido V- chip, que permite a los padres censurar la programación.
Aunque los medios no causan el problema, los críticos afirman que éstos no reconocen que contribuyen al mismo o que el problema radica únicamente en la programación violenta.
"Aunque hay cuentos de hadas sangrientos, asesinatos en Shakespeare y guerras en los libros de texto de las escuelas, esas historias son una expresión cultural legítima y necesaria para equilibrar las consecuencias trágicas frente a los impulsos instintivos mortales", dijo Gerbner.
Pero la tragedia auténtica ha sido reemplazada por la violencia pura y simple producida por la cadena de montaje de la industria del entretenimiento.
El cuerpo de la actriz sexy Pamela Anderson puede ser apreciado en Europa y en Japón, y es por eso que la serie "Guardianes de la bahía" es un éxito en el extranjero. El éxito, la elegancia y las armas realmente dinero.
Si se puede culpar en parte a los medios de la violencia en la escuela secundaria Colombine, también puede culparse al capitalismo en sí.
"El sistema depende del fracaso del estadounidense medio en 'llegar a ser alguien'. Si estuviéramos contentos con la vida que llevamos no habría lugar para la fantasía. Y de eso depende la propaganda", dijo Miller.
Pero una encuesta realizada por la Universidad de Nueva York en 1998 y en marzo de este año reveló que los estadounidenses se están cansando de la celebridad comercializada.
"Lo más preocupante es que parece no haber alternativa. Tal como están las cosas, este sistema es suicida", dijo Miller.
Evan Todd, jugador de fútbol americano de la secundaria Columbine, confirmó la impresión de Dylan Klebold y Eric Harris de que no le caían bien a los niños populares, cuyos padres, según Klebold y Harris, no les enseñaban "a ser tolerantes con los demás".
"Columbine es un buen lugar, limpio, excepto por esos rechazados. Estaban metidos en brujería y el vudú", declaró la estrella del fútbol de Columbine a la revista Time.
Los dos asesinos adolescentes dijeron en el vídeo que planearon el asesinato durante un año y que sus actos no intentaban emular otros asesinatos en instituciones de enseñanza.
Eric Harris afirmó que esperaba que padres y profesores cargaran con la masacre "hasta el día de su muerte". (FIN/IPS/tra-en/kr/mk/at-dg/pr cr/99