La vieja polémica sobre la identidad de los habitantes de la capital de Ecuador resurgió con motivo de la celebración del aniversario de la fundación de la ciudad por los españoles.
El debate sobre el ser quiteño agudizó una discusión que se inició este año con la reivindicación de las autonomías regionales en distintas provincias ecuatorianas.
Para algunos, el tipo humano que marca la identidad de Quito es el Chulla Romero y Flores, personaje principal de la novela del mismo nombre escrita en las primeras décadas de este siglo por el narrador indigenista Jorge Icaza, quien siendo mestizo vive preocupado en conocer su verdadera sangre.
El escritor Jorge Enrique Adoum dijo a IPS que es difícil encontrar algo que diferencie a los quiteños del resto de los ecuatorianos y subrayó que "la única característica muy marcada es el sentido del humor ante la perra suerte y el orgullo".
Para Adoum, el quiteño tiene un sentido distinto de la alegría y la cordialidad con el desconocido.
"Eso se puede apreciar en las distintas clases sociales que se representan en la plaza de toros y en los partidos de fútbol, donde uno se da con el de adelante el de atrás y los que están a los costados aunque no los conozca, incluso antes del trago", afirmó.
Adoum pone reparos a que se tome al Chulla Romero y Flores como típico quiteño, porque el hecho de que se coloque como paradigma de identidad que el personaje quiera conocer su verdadera sangre no es muy real.
"No creo que el verdadero Chulla se preocupe por eso, pues él toma las cosas con humor, a pesar de todo el dolor que pueda vivir diariamente", aseguró.
La presencia del Chulla Romero y Flores en la cultura quiteña está marcada como una reivindicación de la identidad capitalina, se hicieron series de televisión e incluso se ha querido realizar una escultura en su homenaje.
Adoum expresó que un elemento a tener en cuenta a la hora de analizar al quiteño es que todos los creadores culturales están muy apegados a la ciudad, que "incluso se representa en la asociación de Quito como una parte del cielo".
"No hay pintor que no hubiera pintado a Quito. También escritores y poetas la representaron con sus palabras", afirmó.
En las fiestas de Quito, que conmemoraron su fundación el lunes pasado como cada 6 de diciembre, se destaca la parte española de la ciudad con corridas de toros y música ecuatoriana marcada por la influencia de los conquistadores, dejando en el olvido el aporte indígena.
Algunos sectores que reivindican la existencia de un Quito indígena anterior a la colonización aseguran que los festejos de estos días no conmemoran la verdadera fundación y, por lo tanto, no sirven para afirmar la identidad.
El historiador Juan Paz y Miño aseguró que la identidad del habitante de la capital ecuatoriana se remonta incluso a antes de la Colonia.
"Hay un tipo quiteño que tiene que ver con un espíritu colectivo, un poco identificado con el conocido 'chullita', un personaje entre aristocrático y popular", dijo el historiador.
Para Paz y Miño, ese personaje tiene mucho que ver con lo que es Quito, con lo monumental de sus iglesias, que son un patrimonio histórico, con sus leyendas y tradiciones que hasta hoy se siguen enseñando en las escuelas.
El historiador cree que la forma de ser del quiteño, es distinta a la del resto de los ecuatorianos, lo que atribuye a la característica de centro político y administrativo de la ciudad.
"Desde la época del incario, cuando Quito era Reino, esta ciudad ha sido un centro de poder. Atahualpa nombró a la ciudad como la segunda del imperio, fue sede de la Real Audiencia, capital del departamento del sur cuando la Gran Colombia y sede de gobierno con la República", arguyó el historiador.
Para Paz y Miño, ese hecho tiene una simbología muy importante que se traslada a los habitantes.
"Por otra parte, Quito está marcada por un menor ritmo de agresividad económica y un mayor conservadurismo, tal vez por eso es que todavía se mantiene el espíritu quiteño", señaló.
El novelista Javier Vásconez, otro estudioso de la ciudad, cree que el típico "chulla quiteño", al que se han dedicado varias canciones populares, está en vías de desaparecer.
"El Chulla era ese que dibujó Icaza, que mantenía un humor permanente y una mentalidad un tanto oportunista, siempre salamero, pretencioso, bien trajeado, un poco mentiroso y viviendo al filo de prestado, sobreviviendo a pesar de sus tristezas", comentó el escritor.
Eso se debe en parte a que Quito siempre fue una ciudad de burócratas, según Vásconez, aunque cree que en los últimos 20 años esa realidad fue cambiando.
"El Chulla está en extinción, los cambios de valores, la invasión de elementos norteamericanizantes, el auge de grandes centros comerciales y barrios que son un mal remedo de los de Miami, modificaron aquel espíritu provinciano", aseguró.
El "Chulla", que a pesar de sus cosas malas tenía el encanto del personaje urbano romántico y mantenía un humor permanente, se ha transformado en un ser que no responde a ninguna tipología, marcado por la violencia y la locura del día a día.
"El quiteño fue del buen humor de antes al mal humor de hoy", señaló Vásconez. (FIN/IPS/kl/ag/cr/99