El documental "Santo fuerte" sorprendió al obtener el premio a la mejor película en el Festival de Brasilia a fines de noviembre. No es común que triunfen películas de este tipo en esos certámenes, adaptados para obras de ficción, donde brillan actrices y actores famosos.
Pero en este caso el impacto es profundo. Los espectadores suelen quedar pegados a sus butacas, perplejos, al final de su exhibición.
La película cumple tres semanas en "cines de arte", para público aficionado, en Río de Janeiro y Sao Paulo, con una taquilla superior a muchas obras nacionales, tras recibir elogios de la crítica.
Una mujer que algún dios tira contra la pared cuando ella tiene malos pensamientos, otra que está segura de que en una encarnación anterior fue una reina, el hombre que cuenta cómo su mujer recibe el espíritu de la madre, y todos manifestándose cristianos, son los "personajes" de "Santo fuerte".
Once testimonios aparentemente sinceros componen los 80 minutos del filme. Se trata de discursos ante una cámara que casi no se mueve, pero que sorprende, hacen pensar y a veces reír.
Las personas hablan de sus creencias y prácticas religiosas, y a través de eso diseñan el imaginario de la población pobre de Río de Janeiro, sus vidas y relaciones sociales.
Revelan una total falta de disciplina y fidelidad canónica. Afirman su catolicismo, pero al mismo tiempo su fe en fenómenos sobrenaturales, el espiritismo o el candomblé de origen africana. Es decir, siguen orientaciones de distintas religiones a la vez.
O cambian de creencia, por conveniencias prácticas. Una de las entrevistadas, la bailarina Carla Santana, cuenta los motivos por los que se hizo evangélica, dejando la umbanda, producto sincrético del candomblé con el catolicismo, el espiritismo y las creencias indígenas, surgido en Brasil a principios de siglo.
Los ritos de umbanda le "ensuciaban la ropa" y le provocaban "dolores en el cuerpo", justificó la bailarina.
El director de "Santo fuerte", Eduardo Coutinho, se consolida con esta película como el mejor documentalista brasileño. Fiel a ese género cinematográfico, es conocido por el ya considerado clásico "Cabra marcado para morir", sobre conflictos agrarios en el pobre noreste del país.
Este es un documental interrumpido por el golpe militar de 1964 y que Coutinho reanudó y concluyó 20 años después, cuando agonizaba la dictadura.
"Santo fuerte" tomó como "personajes", como los llama Coutinho, a pobladores de Vila Parque, una de las "favelas" (barrios marginales) enclavadas en la rica zona sur de Río de Janeiro. Un estudio previo de una antropóloga seleccionó a los entrevistados.
Fueron 15 entrevistas de hasta una hora, grabadas en video, para permitir testimonios prolongados, libres, sin interrupción. El director aprovechó las mejores declaraciones de 11 personas, para su conversión en película cinematográfica.
Hubo historias excelentes que fueron excluidas porque fueron mal contadas, lamentó Coutinho, de 66 años, quien inició su carrera junto con el "cinema novo" brasileño en los años 50.
El costo de la película se limitó a unos 170.000 dólares, un presupuesto muy bajo comparado con el de otras producciones nacionales, en general de más de un millón de dólares.
"Santo fuerte" no trata de confundir al espectador. Deja claro que es una película documental, mostrando el equipo de filmación llegando a la favela, cámaras y micrófonos aparecen en la imagen, se escucha la voz del entrevistador, la del mismo director.
Su fuerza está en el contenido de los testimonios, los misterios, la mezcla de creencias que tienden a lo sobrenatural, al ocultismo, teniendo en común los trances, la posesión de los cuerpos por divinidades y espíritus variados. Todo esto es contado por gente común, con total naturalidad.
La película no explica, no expone teorías. Lo importante son los hechos, lo que dicen los "personajes", y que cada espectador saque sus propias conclusiones, señaló Coutinho.
La religión constituye una preocupación actual entre los cineastas brasileños. También se exhibe en salas comerciales "Fe", otro documental sobre fiestas, celebraciones y ritos religiosos en distintas regiones de Brasil, dirigido por Ricardo Dias.
Además, en el Festival de Brasilia compitieron otros dos largometrajes sobre temas religiosos, aunque de ficción: "San Jerónimo", de Julio Bressane, y "Milagro en Juazeiro", de Wolney Oliveira.
Y un experimentado cineasta brasileño, José Joffily, prepara otro documental, éste específicamente sobre la Iglesia Católica, dominante en Brasil. (FIN/IPS/mo/ag/cr/99