Maestros y profesores de Argentina cumplieron hoy 1.000 días de protesta por mejoras salariales y aumento del presupuesto educativo, pero el conflicto podría estar en vísperas de solución si el parlamento aprueba una ley este martes.
El gobierno de Fernando de la Rúa propuso al Congreso legislativo una norma para financiar con 700 millones de dólares el aumento para los docentes que ya fue aprobada por la Cámara de Diputados y este martes podría ser sancionada por el Senado.
Los docentes comenzaron la protesta el 2 de abril de 1997 con medio centenar de maestros que, en una pequeña tienda de campaña frente al parlamento, iniciaron una huelga de hambre. El mantenimiento de la medida obligó a organizar luego tandas de ayunantes cada 15 días.
La falta de respuesta del gobierno, entonces encabezado por Carlos Menem, obligó a levantar una tienda más grande, a la que se le colocó calefacción, baños químicos, teléfono y dirección de correo. Unos 1.400 maestros de todo el país se fueron turnando para ayunar.
Casi 400 actos culturales se realizaron durante estos dos años y ocho meses con la presencia de cantantes, artistas, escritores y periodistas de Argentina y del exterior. En diversas oportunidades, programas de televisión y radio de gran audiencia se transmitieron desde la tienda.
En diálogo con IPS, el maestro Alejandro Cuperman, ayunante de esta semana, manifestó una cauta expectativa respecto de la posibilidad cierta de levantar la prolongada medida de fuerza el jueves 30.
"Comenzamos este lunes una vigilia en espera de que se apruebe la ley en el Senado sin cambios, pero no queremos tirar fuegos de artificio antes de tiempo después de tantas frustraciones. Si se aprueba, levantamos la carpa, si no, seguimos", advirtió el docente.
El proyecto ordena al Estado proveer 700 millones de dólares para el aumento docente. El ministro de Educación, Juan José Llach, que fue resistido al principio por ser un economista neoliberal, se comprometió a jerarquizar la labor de los maestros mediante una mejor paga.
Los maestros, encabezados por la secretaria general del sindicato, Martha Maffei, reclaman aumento del presupuesto educativo y mejoras salariales. Perciben salarios que en algunos distritos representan la mitad del mínimo: 250 dólares al mes.
Maffei participó en tres oportunidades de los ayunos. Una vez se mantuvo a dieta líquida durante un mes, perdió ocho kilos y debió ser hospitalizada. "Sentí ese desgano que sienten muchas veces nuestros alumnos cuando vienen a la escuela sin comer", confesó entonces.
Este año, Susana Decibe debió renunciar al Ministerio de Educación en medio de una ola de conflictos sindicales en el sector por el fracaso de una iniciativa suya de crear un impuesto a los automóviles, aviones y embarcaciones para financiar el aumento a los maestros.
El Poder Ejecutivo vetó la cláusula de la ley que ordenaba al Estado a garantizar con fondos propios el aumento en caso de que no sea posible recaudar el tributo. Y de hecho, las autoridades apenas pudieron recaudar menos de 40 por ciento de lo pretendido.
Si la nueva norma se aprueba esta semana sin modificaciones, los maestros tienen previsto levantar el jueves 30 la "carpa docente", como se la conoce ya en todo el país, con un festival al que asistirían artistas, cantantes y escritores.
Como balance, los ayunantes creen que la medida de fuerza sirvió para llamar la atención de la sociedad sobre el deterioro de la educación pública, para unir a los maestros de todo el país en un reclamo sindical, y para ganar el apoyo de padres y alumnos.
Tradicionalmente en Argentina, las huelgas docentes eran días sin clase para miles de alumnos, un hecho que era criticado no sólo por las autoridades sino también por los padres que entendían el reclamo pero cuestionaban la forma de protestar.
Esta vez, la medida no alteró las clases que siguieron dictandose normalmente, pero la huelga se alargó casi por tres años, y aún se espera una señal que permita suspenderla. (FIN/IPS/mv/mj/lb ed/99