AGRICULTURA: Productores argentinos también quieren subsidios

Productores agropecuarios de Argentina piden al nuevo gobierno subsidios para paliar la crisis generada por la caída de los precios internacionales y para competir con las exportaciones fuertemente subvencionadas de los países industrializados.

Los productores se muestran confiados en conseguir la ayuda estatal, debido a que el gobierno de Fernando de la Rúa cree que es improbable que Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Japón reduzcan los subsidios a su producción agrícola en el corto y mediano plazo.

El canciller Adalberto Rodríguez Giavarini confirmó el compromiso del país con el libre comercio y advirtió que podría crecer más de un punto adicional al año si se eliminaran las distorsiones existentes.

La suspensión de la ayuda del Estado en los últimos 10 años y la falta de créditos a bajo interés tuvo un impacto negativo entre pequeños y medianos empresarios del sector rural, más aún desde 1996, cuando los precios comenzaron a caer por las crisis financiera mundial.

"El campo está quebrado", declaró al asumir este mes el nuevo secretario de Agricultura, Antonio Berhongaray. La deuda de los productores con los bancos y proveedores asciende a 10.000 millones de dólares, 50 por ciento más que en 1991.

En este contexto, el funcionario inauguró su gestión con anuncios bienvenidos por el campo, como la suspensión de ejecuciones por 90 días y créditos para retener la cosecha de trigo hasta que mejore el precio.

Berhongaray prometió, además, reunirse cada mes con los productores para hacer un seguimiento más directo del sector.

Las asociaciones de grandes y pequeños productores y las cooperativas agrarias se manifestaron confiadas en que el gobierno de De la Rúa, que asumió el día 10, marque el inicio de una etapa de recuperación del área agropecuaria.

"No hay que tenerle miedo a la palabra subsidio", admitió en diálogo con IPS Valentín Levisman, de la organización que nuclea a las cooperativas agrarias, Coninagro, tras su primer encuentro con Berhongaray.

Por su parte, Daniel Bo, de la Federación Agraria Argentina, sostuvo que esa entidad nunca creyó en el comercio libre y siempre consideró necesario que se ayudara al productor rural.

"Hasta tanto Estados Unidos, la UE y Japón no eliminen los subsidios, que les insumen casi 300.000 millones de dólares al año, nosotros no podemos tener un comercio totalmente abierto a la competencia", explicó a IPS.

La Federación, conformada por pequeños productores, está trabajando en un proyecto para subsidiar al sector lácteo, que el próximo año podría vender su producción por debajo del costo, y otro para el del azúcar, en crisis desde que se le retiró la ayuda estatal.

"Las políticas activas que hasta no hace mucho tiempo contaban con un gran desprestigio, están volviendo al ruedo", sostuvo este mes el columnista económico del diario bonaerense El Cronista, Carlos Abalo, quien se refería concretamente al campo y al fracaso de la reunión de Seattle.

En esa ciudad estadounidense, los ministros de Comercio de 134 países se reunieron a comienzos de este mes sin lograr acordar una agenda de trabajo para concretar una nueva ronda de negociaciones multilaterales, que fije las reglas de juego del comercio mundial para los próximos años.

"El fracaso de la III Reunión Ministerial de la Organización Mundial de Comercio significó extender la vida de los subsidios agrícolas y un recorte de las posibilidades de apertura del comercio mundial de los países cuyas exportaciones se componen básicamente de productos del campo", afirmó Abalo.

Los productores sostienen que hay distintas formas de ayuda al campo. Pueden subvencionarse la producción, el crédito o las exportaciones, así como la adopción de reintegros de impuestos de las ventas externas, reducciones de la tasa de interés o compensaciones por caída de precios.

Levisman señaló que la próxima cosecha, la cual se estima que pueda volver a marcar un récord con casi 70 millones de toneladas de granos, será un fracaso por la falta de competitividad si no se otorgan ayudas que permitan ganar aun con precios deprimidos.

El problema es que el proteccionismo, que tiene un alto costo para los países industrializados, es perjudicial en naciones en desarrollo como Argentina, que no se puede permitir el lujo de un excesivo gasto fiscal, señaló Abalo.

Las nuevas autoridades, pese a que asumieron el compromiso de reducir el desequilibrio de las cuentas públicas, se muestran decididas a sacar de la crisis al sector agropecuario y evitar que continúen las quiebras y las migraciones a la ciudad.

Para ello, al menos como un comienzo, abrieron un diálogo que las entidades calificaron de muy prometedor. (FIN/IPS/mv/dm/if/99)

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