Miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y representantes de organizaciones no gubernamentales se reunieron en Ginebra la semana pasada para comenzar a trabajar en una nueva convención contra el tabaquismo.
Esa convención sería el primer tratado mundial de salud pública negociado en forma multilateral, y se espera que esté lista para ser firmada en el año 2003.
Estados Unidos, donde se encuentran las mayores compañías de tabaco del mundo, tiene algunas de las leyes más duras contra el tabaquismo, una adicción que causa la muerte de entre 3,5 millones y 4 millones de personas cada año.
Las leyes son tan severas que, según la leyenda, un guardia de una prisión estadounidense se negó a la solicitud de un último cigarrillo por parte de un prisionero que esperaba para ser ejecutado, diciéndole que fumar era peligroso para su salud.
En la ciudad de Nueva York, fumar está prohibido en casi todos los edificios públicos. Dos de las escasas excepciones son el edificio de Philip Morris, una de las compañías de tabaco más grandes del mundo, y la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Un intento de prohibir que se fumara dentro del edificio de la ONU fue frustrado por diplomáticos que lucharon exitosamente para proteger su "derecho soberano" a fumar.
Sin embargo, la nueva convención podría establecer la prohibición de fumar en todo el sistema de la ONU.
La directora general de la OMS, Gro Harlem Bruntdland, ex primera ministra de Noruega, dijo a los periodistas en Nueva York la semana pasada que 108 de los 188 países que integran la ONU participaron en un grupo de trabajo que redactará la nueva convención.
Agregó que la amplia participación de los Estados miembros demostraba que "el mundo se está tomando el asunto en serio".
Brundtland dijo que la industria del tabaco, que se opone firmemente al tratado, ya comenzó a realizar intentos de influir sobre "instituciones de la ONU, gobiernos y organismos intergubernamentales", y que en algunos casos lo hizo "más allá de la práctica aceptable".
Aunque no reveló a qué prácticas inaceptables se refería, advirtió que "esos asuntos serán investigados".
Brundtland afirmó que el combate al tabaquismo es una de las más altas prioridades de la salud, y aseguró que estaba preparada para luchar contra uno de los grupos de presión más fuertes y ricos del mundo.
Se espera que la convención establezca un alto impuesto uniforme sobre los productos del tabaco en los 188 Estados miembros, la prohibición de la publicidad de esos productos y normas para evitar el contrabando de cigarrillos.
La directora dijo que el argumento tradicional contra el aumento de impuestos era que causaría más contrabando de cigarrillos.
"Pero si hubiera un acuerdo internacional sobre lo que deben hacer los países, cada Estado podría estar bastante seguro de que su trabajo no sería socavado", señaló.
También indicó que el éxito del tratado dependerá mucho del grado de cooperación internacional, e instó a los dirigentes políticos de todo el mundo a que tomaran las decisiones necesarias para proteger a generaciones futuras de una causa de enfermedades y muertes "totalmente evitables".
La Asamblea General de la ONU aprobó varios cuevos tratados durante los últimos años, sobre terrorismo, cambio climático, minas terrestres, desertificación y derechos de los niños.
El proyecto de convención contra el tabaquismo entrará en vigencia si es aprobado por la Asamblea Mundial de la Salud, el organismo gobernante de la OMS. La Asamblea hizo un llamado para la elaboración de la convención hace dos años.
En 1997, las ventas totales de la industria del tabaco estadounidense llegaron a más de 48.000 millones de dólares, mientras las ventas de los fabricantes de armas, que también están apoyados por un poderoso grupo de presión, totalizaron 1.400 millones de dólares.
Sin embargo, la industria del tabaco de Estados Unidos está perdiendo la batalla contra numerosas demandas legales presentadas por individuos cuyos familiares murieron de cáncer de pulmón.
La industria también está siendo demandada por decenas de gobiernos municipales y estatales de Estados Unidos que procuran que se les reembolsen millones de dólares gastados en servicios médicos para pacientes de cáncer en hospitales estatales.
Brundtland señaló que muchos países tienen leyes nacionales contra el consumo de tabaco, pero que no hay grandes restricciones a la exportación de productos del tabaco a las naciones en desarrollo.
"Debemos discutir esto globalmente. Es mucho más fácil para los países tener una política cuando existe solidaridad más allá de las fronteras", afirmó.
Si todos los gobiernos acuerdan impuestos altos uniformes al tabaco, no será posible que un país venda más barato que otro, agregó.
Brundtland elogió a Estados Unidos por contar con normas y reglas vinculadas con la industria del tabaco "mejores que las de muchos otros lugares", y porque el gobierno intenta "defender a su gente y a sus niños contra la amenaza del tabaco".
La OMS indicó que las multinacionales del tabaco se han desplazado hacia los países en desarrollo, los cuales son afectados por 70 por ciento de todas las muertes relacionadas con el tabaco en el mundo.
Derek Yach, jefe de la Iniciativa Libre de Tabaco de la OMS, dijo a una delegación de la Asociación Internacional de Cultivadores de Tabaco que la OMS no estaba en contra de los cultivadores, pero les advirtió que, por ser "la mayor agencia de salud del mundo, está comprometida a tratar la epidemia del tabaco".
Yach enfatizó que el tabaco mata y que los intereses personales de los cultivadores son mucho menos importantes que el impacto del tabaco sobre la salud pública, que a fines de la década del 2020 podría causar la muerte de hasta 10 millones de personas por año. (FIN/IPS/tra-en/td/mk/at/mp/he ip/99