El primer ministro de Portugal, Antonio Guterres, es el nuevo presidente de la Internacional Socialista (IS), pero mantuvo un cauteloso silencio este fin de semana en Florencia, Italia, donde los pesos pesados de la socialdemocracia mundial sostuvieron una amable guerra.
En el encuentro "El reformismo en el Siglo XXI" prácticamente no hubo coincidencias entre el primer ministro francés Lionel Jospin y el ya célebre dúo formado por el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el primer ministro británico Tony Blair, defensores del neoliberalismo económico con sensibilidad social.
En su congreso mundial, este mes en París, la IS adoptó una plataforma ideológica que identifica el papel de la socialdemocracia como mediador social, pero sin hacer -por primera vez en su controvertida historia- mención al papel de los trabajadores en la vida social.
La plataforma destaca, en cambio, la necesidad de que los socialistas den un papel más relevante a la iniciativa privada individual como método de producción de riqueza y de nivelación social.
El senador y líder socialdemócrata chileno Anselmo Sule, ex vicepresidente de la IS, advirtió en París a Guterres que debe intentar conducir una Internacional genuinamente global y no eurocentrista. Lo instó a recordar que en el mundo actual hay "globalizadores y globalizados".
Clinton no participó en la reunión de la organización fundada a fines del siglo XIX por Friederich Engels, el principal colaborador de Karl Marx, pero sí protagonizó el encuentro florentino, en que insinuó el nacimiento de un nuevo grupo político transnacional que agruparía a todos los partidarios de la llamada "tercera vía".
Entre otros, la reunión de Florencia incluyó a Clinton, Jospin, Blair, Guterres, al primer ministro italiano, Massimo d'Alema, al presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, al canciller (jefe de gobierno) alemán Gerhard Schroeder, al presidente de la Comisión Europea (organismo ejecutivo de la Unión Europea), el italiano Romano Prodi.
La llamada tercera vía es la plataforma ideológica de Blair, acuñada por Anthony Giddens, director de la prestigiosa London School of Economics, que intenta refundar la izquierda según los parámetros de los años 90: el colapso del comunismo y el triunfo de la economía de mercado, o capitalismo
El primer ministro francés lanzó este lunes una ardorosa defensa de los valores tradicionales del socialismo democrático, en un columna publicada por el diario español El Pais.
Jospin destaca que mientras la socialdemocracia trata de sobrepasar una de sus mayores crisis existenciales, ha obtenido triunfos electorales sin precedentes en los principales países de Europa: Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia. Esto se debe, dice, a que "las esperanzas de los neoliberales se han desvanecido".
La "tercera vía", dice Jospin, sólo es aceptable como un "nombre diferente" para la política de los nuevos laboristas británicos. Pero ' 'si la tercera vía implica encontrar una posición intermedia entre la socialdemocracia y el neoliberalismo, ese no es mi camino".
"La opción es clara", agrega: "Adaptarse a la realidad, sí. Rendirse ante un modelo capitalista 'inevitable' y llamado 'natural', no", y llamó a defender el estado de bienestar de los países europeos, que "por ningún motivo debe ser desmantelado".
Clinton y Blair, en cambio, sostienen una política opuesta, con el apoyo fluctuante de Schroeder y D'Alema, cuyos electorados y algunos de sus aliados en la coaliciones de gobierno parecen poco convencidos de las virtudes del neoliberalismo.
En Florencia, Clinton llegó a nuevos parámetors al sugerir que en la promoción del acceso a Internet radica una de las fórmulas para reducir las desigualdades globales. "La gente de Africa no es diferente a la de América (Estados Unidos). Si le dan acceso a la teconología, a un montón de gente despierta se le ocurrirá cómo ganar dinero".
Según estudios de Naciones Unidas, tres cuartas partes de la población mundial viven en condiciones de pobreza relativa o extrema y no tienen acceso regular a teléfonos y otros servicios tales como electricidad, agua potable, salud o educación.
Clinton también defendió la idea de cancelar la deuda externa oficial a los países más pobres, pues ésta impide el desarrollo de inversiones y mercados.
Mientras Jospin propone el establecimiento de reglas para controlar la evolución del capitalismo en la era de la globalización, Clinton y Blair sostienen el reforzamiento de los organismos internacionales de liberalización del comercio y de la inversión, que desfavorecen a los países en desarrollo.
Como Giddens, Jospin admite que la socialdemocracia perdió parte de su razón de ser tras el colapso de comunismo, hace diez años. De origen marxista común, la socialdemocracia y el comunismo adoptaron posiciones opuestas tras la formación de la Unión Soviética, en 1917.
La separación ideológica entre socialdemócratas y comunistas se había iniciado tras el fracaso de la insurrección popular rusa de 1905, de la que Vladimir Lenin -fundador del Estado soviético – extrajo las lecciones políticas y militares que definirían más tarde tanto la estructura estatal como la del Partido Comunista ruso.
Tras la segunda guerra mundial, los socialdemócratas europeos impulsaron, desde sus posiciones sindicales, profundas reformas sociales que dieron lugar al "Estado de bienestar", la respuesta europea -en condiciones de libertad y pluralismo político- al igualitarismo vertical de los estados comunistas.
Ninguna fuerza política europea defiende ni propicia hoy el establecimiento de regímenes de dictadura del proletariado, pero se libra una fiera batalla entre los defensores del Estado de bienestar -que implica elevados impuestos y cuantiosos gastos fiscales- y los neoliberalistas. (FIN/IPS/eu ip/ak/99)