LIBANO: Falta de recursos impide remoción de minas

La densidad de minas terrestres que permanecen enterradas en Líbano como recuerdo de la guerra civil de 1975 a 1990 es de 10 por kilómetro cuadrado, y se calcula que son más de 100.000 en todo el territorio.

Desde 1990, unas 210 personas resultaron heridas o murieron a causa de minas terrestres o granadas no detonadas, e Israel aún ocupa una franja de territorio de Líbano. Sin embargo, pocos libaneses saben que eso sucede.

La reina (madre) Noor al-Hussein, de Jordania, quien agregó a las causas que defiende la de la remoción de las minas terrestres, visitó Líbano en octubre y pasó revista al ejército libanés.

La reina no fue a ver a las víctimas de los explosivos, pero su visita sirvió para dar más importancia al asunto, y para que los libaneses se preguntaran por qué el problema no es una prioridad nacional todos los días del año.

"Estamos reconstruyéndonos después de una larga guerra, somos un país turístico y necesitamos atraer inversores. No podemos lanzar campañas de televisión que atemoricen a los extranjeros mostrando que las minas son un peligro cotidiano en Líbano, ya que eso no es así", declaró el coronel Georges Sawaya, jefe de la Oficina Nacional de Remoción de Minas, creada en 1998.

"Organizamos nuestras campañas de concienciación de otra manera, con conferencias y seminarios, carteles, y charlas en los centros de enseñanza", agregó.

Pero la escasez de publicidad en torno al asunto hace también que pierda urgencia para la comunidad internacional y disminuyan las posibilidades de recibir donaciones para la remoción de minas.

"Cuesta mucho dinero sacar las minas y, si no se convierte en una cuestión central, Líbano no conseguirá la ayuda necesaria para hacerlo", advirtió Nasser Abu Lteif, miembro de un grupo humanitario que asiste a las víctimas de la explosión de minas en la zona de Rashaya.

En esta zona, 400 de los 10.000 habitantes murieron o fueron heridos por alguna mina en las dos últimas décadas.

Líbano quedó prácticamente alfombrada de minas terrestres desde la guerra. El ejército de Israel y el de Siria las utilizaron para defender su territorio, al igual que las milicias y los guerrilleros libaneses.

Las tropas que se retiraron no limpiaron el terreno, ni entregaron mapas a las organizaciones internacionales para ubicar las minas enterradas. Al terminar la guerra, el ejército libanés se vio obligado a asumir la peligrosa tarea de encontrar los dispositivos ocultos.

Una niña de cuatro años murió y sus cuatro hermanos resultaron heridos el pasado octubre a causa de una bomba israelí de 1982 que no había detonado. El sábado, un pastor y 15 ovejas de su rebaño murieron cerca de Rashaya al pisar un campo minado.

Bushra Hammoud se dirigía en su camión, junto con otras 39 personas, a cosechar patatas a un campo en el sur del valle de Bekaa, en Rashaya, ocupado por los israelíes, cuando el vehículo pasó por un campo minado y la mitad de los pasajeros murieron.

Los sobrevivientes, que quedaron discapacitados, no consiguieron empleo y carecen de asistencia social y médica.

"Ayudo a mi madre en la casa, cocino y limpio", relató Bushra, que perdió su pierna izquierda en la explosión y tuvo una herida grave en el pie derecho.

"Podría aprender costura, pero todas las modistas viven en otro pueblo, y mis piernas no pueden llevarme hasta allí. Además, aunque supiera hacerlo, no tengo dinero para comprarme una máquina de coser", agregó Bushra, de 25 años.

Berhan Salem, de 40 años, estaba casado y tenía un hijo de dos años cuando perdió su pierna en 1983. Hoy vive con su esposa y siete hijos en la casa de su hermano.

Pero la casa no es segura. Dos bombas no detonadas aterrizaron en el techo durante la guerra y podrían estallar en cualquier momento, sobre todo cuando los aviones de guerra israelíes sobrevuelan los cielos libaneses emitiendo ondas aéreas capaces de activar detonadores.

Berhan pisó una mina en un campo que hoy está apenas cercado, y un cartel con pequeñas letras rojas en árabe reza "Algham" (minas).

El ejército libanés sabe que existe ese campo minado pero no tiene los medios para limpiarlo. Cada mina cuesta unos tres dólares, pero eliminarla sale unos 1.000 dólares por unidad.

"Estamos cansados de hablar con la prensa, van y vienen, pero (nosotros) aún estamos esperando que nos suceda algo bueno", se quejó Berhan, que cada vez tiene más dificultades para conseguir empleo, ya que sus lesiones le impiden mantenerse mucho tiempo de pie.

Encima, el mercado laboral está inundado de sirios que aceptan trabajar por la tercera parte del salario promedio los libaneses de la región, se lamentó Berhan.

La última vez que Berhan fue invitado a un programa de televisión sostuvo que si ese terreno perteneciera al entonces presidente Elias Hrawi, la remoción de minas se haría en 24 horas. Esa declaración le valió una citación ante un tribunal militar, pero el juez le devolvió su libertad de inmediato.

"No tengo miedo de decir lo que pienso. Es la verdad. ¿Por qué lleva tanto tiempo remover las minas de la zona?", cuestionó.

Berhan rechazó de plano las excusas del ejército sobre la carencia de fondos. "Que el portavoz del Parlamento cancele uno de sus elegantes viajes con toda su comitiva, y habrá dinero suficiente", atacó.

Líbano podría contar con más ayuda financiera y técnica extranjera si firmara el Acuerdo Internacional de Ottawa contra las Minas Terrestres.

"Aún estamos en guerra, Israel ocupa el sur del país y siguen plantando minas. Ellos no firmaron el acuerdo de paz, así que no podemos arriesgarnos a firmarlo nosotros", explicó Habouba Aoun, un activista por la paz y director del Centro de Recursos contra las Minas, que realiza mapas de los campos minados.

"Es una región difícil, quizá las necesitemos (a las minas), aunque se haya probado que no son útiles para la guerra", indicó Aoun. (FIN/IPS/tra-en/kg/ak/hd/ceb-mlm/ip/99

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