GEORGIA-UCRANIA: La continuidad vence en las urnas

El electorado de Georgia y de Ucrania votó el domingo por la continuidad y en contra de la integración con Rusia y otros antiguos estados soviéticos.

A pesar de la crisis económica que padecen ambos países, los gobiernos pasaron la prueba de los comicios que muchos consideraron plebiscitos de sus reformas y políticas pro- occidentales.

La centrista Unión de Ciudadanos de Georgia, dirigida por el presidente Edvard Shevardnadze, obtuvo una sólida mayoría en las elecciones parlamentarias de ese país, pero en Ucrania habrá una segunda vuelta entre el presidente Leonid Kuchma y su rival comunista Petr Simonenko, el día 14.

Los comicios presidenciales de Ucrania, la segunda en tamaño de las ex repúblicas soviéticas, con 50 millones de habitantes, sugieren que los ucranianos apoyan a su gobernante independentista, aunque Kuchma recibió 36,4 por ciento de los votos, frente a 22,3 por ciento de Simonenko.

Kuchma, de 61 años y ex director de una fábrica de misiles, prometió continuar las reformas, a pesar de la crisis económica. El líder controló la hiperinflación de principios de la década al crear el hryvna, la moneda nacional.

Pero la corrupción alejó la inversión extranjera y el gobierno recurrió a los préstamos del exterior. La deuda externa superó los 12.000 millones de dólares.

La austeridad que impuso el gobierno resultó socialmente explosiva, ya que a millones de empleados públicos se les deben varios meses de salarios y jubilaciones.

La campaña de Simonenko, de 47 años, líder del Partido Comunista y de la mayor bancada del Parlamento, se basó en la extensión del sistema de seguridad social.

Otras de las propuestas del líder opositor fueron la reintegración de la ex Unión Soviética, la restauración del socialismo, la redistribución de la riqueza y el cese de la cooperación con la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Así mismo, Simonenko prometió sustituir el sistema presidencial de gobierno por uno parlamentario.

Ucrania, que era el centro cerealero de la Unión Soviética y producía hasta un tercio de las armas soviéticas, padece una división entre el este, donde se habla ruso, y el oeste nacionalista.

El este industrializado, la zona que más perdió tras la disolución soviética en 1991, tiende a apoyar más a la izquierda y la integración con Rusia.

Por su parte, Ucrania occidental fue en el pasado parte del imperio austro-húngaro y de Polonia, y por lo habitual es controlada por los nacionalistas que se inclinan por profundizar los lazos con Europa y con la OTAN.

Los observadores rusos sostienen que las incontables denuncias de fraude, amenazas e intentos de asesinato que tuvo el proceso electoral ucraniano revela el parecido con Rusia.

Una de las candidatas, Natalia Vitrenko, que obtuvo 11 por ciento de los votos con propuestas para congelar el pago de la deuda externa y forjar una unión con Rusia y Belarús contra la OTAN, resultó herida junto a 33 de sus seguidores en un atentado con granadas el 2 de octubre.

Ahora Kuchma intenta usar la amenaza del retorno comunista para mantenerse en la presidencia.

El diputado liberal ruso Vladmir Lukin, presidente del comité de relaciones exteriores de la cámara baja del Parlamento, sostiene que la elección en Ucrania recuerda a la de Rusia en 1996, cuando Boris Yeltsin se enfrentó al líder comunista Gennady Zyuganov.

Los comunistas ucranianos adoptaron las estrategias electorales de sus colegas rusos, según una investigación del Instituto de Estudios Sociales, un centro de Kiev.

Simonenko intentó aliarse con otros candidatos de izquierda, como Alexander Moroz, con la ayuda del líder del Partido Comunista Zyuganov. La alianza se derrumbó pocos días antes de las elecciones, pero seguramente se armará nuevamente antes de la segunda ronda.

En Georgia, los comicios parlamentarios del domingo se consideraron un referéndum de los siete años de gobierno del presidente Shevardnadze, ex canciller soviético durante el gobierno de Mijaíl Gorbachov.

El partido de Shevardnadze recibió 47 por ciento de los votos. Su principal rival, Aslan Abashidze, del Bloque del Resurgir de Georgia, consiguió 22 por ciento y acusó al presidente de fraude electoral.

En Georgia, los partidos deben ganar al menos siete por ciento de los votos para llegar al Parlamento. La participación electoral fue de 60 por ciento de los tres millones de votantes habilitados, mucho más del tercio necesario para convalidar los comicios.

De los partidos menores, sólo el izquierdista bloque Laborista estará representado en el Parlamento, gracias a que recibió 7,2 por ciento de los votos.

Shevardnadze, de 71 años, es un experimentado político georgiano y tiene el apoyo de los países industrializados porque ayudó a derribar el muro de Berlín cuando era canciller de Gorbachov.

Pero desde que accedió a la presidencia de Georgia en 1992, su popularidad salió perjudicada por la caída del nivel de vida, varias crisis energéticas y el alto desempleo.

La economía también fue devastada por conflictos con las regiones separatistas de Abjazia y Ossetia del Sur, que aún están fuera de control.

Shevardnadze prometió lazos más estrechos con Occidente y la OTAN mientras Abashidze, el líder de la región costera de Adzharia, en el Mar Negro, se inclina por mejorar las relaciones con Rusia.

Abashidze es considerado pro-ruso, y mantiene buenos vínculos con los comandantes de las bases militares rusas que aún permanecen en Georgia.

Tanto Shevardnadze como Abashidze dijeron que se postularán a las próximas elecciones presidenciales de abril.

"Las elecciones en Ucrania y Georgia muestran que la gente tiene cada vez más interés en los asuntos nacionales y que presta menos atención al pasado soviético y a la integración post- soviética", opinó Oleg Ostroujov, investigador del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales, de Moscú.

Los dos países, Georgia y Ucrania, son socios clave de GUUAM, un grupo regional considerado como un posible contrapeso a la influencia de Moscú entre los antiguos estados soviéticos. El grupo, formado en Washington este año, comprende también a Azerbaiján, Moldavia y Uzbekistán.(FIN/IPS/tra-en/sb/ak/aq/ip/99

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