EEUU: Menores son maltratados en cárceles cercanas a Washington

Cientos de adolescentes viven en "condiciones deplorables" en cárceles del estado de Maryland, al norte de la capital de Estados Unidos, denunció el grupo defensor de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW).

Las peores condiciones se registraron en el Centro de Detención de la ciudad de Baltimore, de 200 años de antigüedad y a 60 kilómetros de Washington.

Allí, 150 menores están confinados en celdas pequeñas, escasamente iluminadas y "repletas de cucarachas, roedores y otras sabandijas", sostiene el informe de HRW, publicado esta semana.

"La mala calefacción y escasa ventilación apenas sirven para paliar el frío del invierno y el calor en los meses de verano", señala el documento, y agrega que los menores confinados en cinco condados visitados por HRW se quejaron de que la comida no era suficiente.

"Maryland no debería encarcelar a los menores en celdas para adultos", declaró Mike Bochenek, principal autor del informe de 169 páginas, titulado "Un asunto grave: Menores en las cárceles de Maryland".

Maryland es uno de los 40 estados de este país que en la última década aprobaron leyes que permiten detener y juzgar menores como si fueran adultos, en respuesta a la creciente delincuencia juvenil de principios de los años 90.

Cerca de 200.000 menores de 18 años son condenados anualmente por tribunales penales, según el estudio realizado por Amnistía Internacional el año pasado.

Unos 7.000 menores esperan ser juzgados en cárceles para adultos, y más de 11.000 cumplen sentencias en esas prisiones, donde suelen ser víctimas de violaciones y abusos sexuales y físicos en general, perpetrados por los adultos, según Amnistía.

Entre 200 y 300 adolescentes son encerrados cada día en instalaciones de Maryland, entre las cuales hay cárceles que no fueron construidas para albergar menores, según HRW.

Los menores infractores pertenecientes a etnias minoritarias, sobre todo los negros, tienen más probabilidades que los blancos de terminar en cárceles para adultos en Maryland, igual que en otros estados.

Menos de un tercio de la población del estado es afroestadounidense, pero siete de cada 10 casos transferidos por los jueces de menores a tribunales penales son negros, observó HRW.

El menor que ingresa al sistema carcelario para adultos pierde el acceso a tratamiento sicológico, rehabilitación e incluso a programas de enseñanza, añadió.

Los menores detenidos en cárceles para adultos tienen una probabilidad de suicidarse ocho veces mayor que los que cumplen su condena en un centro de detención juvenil, dice el informe.

Los internos en crisis fueron los únicos que recibieron atención sicológica en una unidad especial donde las condiciones eran "deplorables", agrega el documento.

"Al visitar la unidad de enfermedades mentales, vimos internos desnudos, cubiertos apenas con unas frazadas muy delgadas", observaron los autores.

El Centro Correccional Prince George, situado unos 15 kilómetros al norte de Washington, no tenía ningún programa de estudios para los internados, mientras que en otros lugares, el número de horas de clase solía ser mucho menor que las exigidas por las leyes de Estados Unidos.

La violencia es común entre los internos de Baltimore, que suelen portar armas hechas con piezas de metal arrancadas del sistema eléctrico, señala el informe.

Los guardias revisan a los internos al entrar y al salir de clases, e incluso los obligan a desnudarse al volver a sus celdas para comprobar que no tienen armas.

Pero algunos guardias alientan las luchas, en una práctica conocida como "la danza del cuadrado".

Los internos dijeron que los oficiales preguntan cada tanto si alguien tiene algún "asunto" que arreglar, y si hay alguna respuesta afirmativa, encierran a los demás en sus celdas y permiten que la pelea se desarrolle en un área apartada.

"Uno termina con golpes en la cabeza, tajos alrededor de los ojos, dedos rotos, labios partidos, y quizá, la nariz quebrada. Pero no va al hospital por eso, porque en ese caso, habría que hacer un informe", relató un ex interno a HRW.

Joey N., un muchacho de 17 años que llevaba seis meses en el Centro Correccional cuando fue entrevistado por HRW, contó que si se produce una pelea sin autorización, los detenidos son condenados a permanecer encerrados en sus celdas sin salir durante días enteros.

Los oficiales del correccional "vinieron y nos sacaron todo. Nos dejaron dos días en las celdas sólo con ropa interior. Las ventanas estaban abiertas, nevaba y no había calefacción. Me enfermé y estuve grave", recordó Joey N.

Otra vez, Joey fue puesto en un lugar de castigo, y los adultos detenidos en el mismo sector le arrojaron orina y excrementos en la celda. Entonces, amenazó con suicidarse, y lo enviaron a la unidad de enfermedades mentales, relató.

Confinar a menores junto con adultos y someterlos a un tratamiento inhumano o degradante constituye una violación a las normas internacionales, como las de las Naciones Unidas sobre Protección a Menores Infractores y la Convención sobre los Derechos de la Infancia, que Estados Unidos no ratificó.

El informe de HRW señala además que el índice de delincuencia juvenil, que motivó a los legisladores a facilitar el procedimiento de transferencia de los menores al sistema para adultos, disminuye cada año desde 1993, y en la actualidad es como el de hace 20 años. (FIN/IPS/tra-en/jl/ceb-mlm/hd/99

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