Michel Camdessus, el hombre que impulsó los programas de ajuste estructural y condujo al Fondo Monetario Internacional (FMI) a través de -algunos dirían hacia- la crisis asiática, abandonará la jefatura de la institución en tres meses.
Camdessus anunció que planea dejar su puesto de director- gerente del FMI a mediados de febrero luego de 13 años de servicio, lo cual deja a la junta ejecutiva tiempo suficiente para elegir un sucesor.
"Quería comunicárselos personalmente y no que se enteraran por la prensa", declaró el martes el francés de 66 años a una asamblea de funcionarios del FMI convocada apresuradamente en la sede de la institución financiera, en Washington, pero ya habían aparecido algunos informes en los medios.
Luego leyó a su personal la misma declaración que había entregado a la junta ejecutiva, que funcionarios de relaciones públicas habían copiado y entregado a los periodistas, y que luego releyó, palabra por palabra, en una conferencia de prensa.
Camdessus explicó que su decisión se basa en "razones personales" pero no las detalló, aunque aclaró que no se trata de problemas de salud, presiones políticas ni de la investigación sobre el mal uso de fondos internacionales por autoridades de Rusia y "oligarcas" comerciales.
"Creo que éste es el momento apropiado. El panorama económico mundial nos permite anticipar tendencias favorables, de modo que creo mi deber sugerirles que aprovechen estas circunstancias para elegir a mi reemplazo", declaró.
Ya se manejan varios nombres como posibles sucesores de Camdessus, cuyo mandato debía terminar en el 2002.
Algunos de ellos son Jean-Claude Trichet, presidente del Banco de Francia; Mario Draghi, director general del Tesoro de Italia; el británico Andrew Crockett, presidente del Banco de Pagos Internacionales, y Mervyn King, vicepresidente del Banco de Inglaterra.
También se manejan los nombres del alemán Horst Koehler, presidente del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo, y de Philippe Lafayette, un banquero francés que compitió con Koehler por ese mismo puesto.
Tradicionalmente, el FMI ha estado encabezado por un europeo, mientras su institución hermana de Bretton Woods, el Banco Mundial, ha estado dirigida por un ciudadano estadounidense.
Camdessus asumió la gerencia del FMI en enero de 1987, luego de haber presidido el Banco de Francia y el Tesoro de su país, así como reuniones de gobiernos acreedores del Club de París.
Su papel en la reestructuración de la deuda llevó a algunos países en desarrollo a apoyar su designación, pero luego éstos le retiraron su respaldo por su insistencia en que las naciones pobres liberalizaran sus mercados y sistemas financieros.
El enfoque del FMI reflejaba las preferencias del Tesoro de Estados Unidos, y por eso la institución pasó a ser considerada en el ámbito internacional como un instrumento de la política estadounidense.
Sin embargo, la agencia y su líder también se volvieron impopulares entre los legisladores estadounidenses, que no perdían oportunidad de criticar al FMI siempre que el gobierno pedía la aprobación de nuevos fondos para la institución.
Los congresistas de derecha criticaban a Camdessus por socialista, mientra los de izquierda lo hacían por capitalista.
Los aislacionistas argumentaban que el Fondo había despilfarrado dinero de Estados Unidos sin promover los valores de éste en el exterior, mientras los internacionalistas censuraban la manera en que la agencia pretendía reestructurar el resto del mundo a imagen de este país.
Los partidarios del libre mercado insistían en que el FMI dejara de rescatar a inversionistas privados y les dejara sentir las consecuencias de sus medidas insensatas, y lo mismo exigían los populistas, que criticaban la utilización de fondos públicos para rescatar a especuladores privados.
Muchos reformistas exigieron que el Fondo abandonara su papel de planificador de políticas económicas -especialmente mediante la exigencia de ajustes estructurales en países en desarrollo- y reasumiera su función original, exclusivamente monetaria.
Todos parecían concordar en que la institución funcionaba con demasiado secreto.
La renuncia de Camdessus se rumoreaba desde hace tiempo, entre crecientes críticas a su manejo de la crisis financiera estallada en Tailandia a mediados de 1997, que luego se propagó a todo el sudeste de Asia, Corea del Sur, Japón, Rusia y Brasil, con repercusiones en casi todo el mundo.
El FMI organizó paquetes multilaterales de emergencia por más de 100.000 millones de dólares para contener la crisis, pero ésta empujó a más de 40 por ciento de la economía mundial a la recesión.
Luego, una relativa calma volvió a los mercados financieros mundiales, pero aun funcionarios del FMI admitieron que muchos hogares, fábricas y granjas, que constituyen la economía "real", continúan afectados por la pérdida de empleo, salario y poder adquisitivo.
Sin embargo, Camdessus insistió en que la política del FMI de exigir austeridad para estabilizar las economías, y luego ajustes estructurales para ponerlas de acuerdo con los mercados mundiales, dio resultado en los países afectados por la crisis, como en todos los otros.
Camdessus lamentó especialmente "no haber podido dar un buen nombre al trabajo del Fondo. 'Estabilización' y 'ajuste estructural' todavía son malas palabras", dijo.
Tanto es así, que en septiembre el FMI cambió el nombre de su Fondo Mejorado de Ajuste Estructural por el de Fondo para la Reducción de la Pobreza y el Crecimiento.
El cambio fue meramente estético, afirmó Steve Hellinger, presidente del Grupo de Desarrollo de Políticas Alternativas, una organización no gubernamental con sede en Washington, y ex asesor del Banco Mundial y de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional.
"Las políticas del Fondo continúan destruyendo la capacidad productiva de los países en los que opera", sostuvo Hellinger, cuya organización paraticipa de una revisión conjunta de los programas de ajuste estructural con el Banco Mundial y grupos de ciudadanos en países prestatarios.
Bajo la dirección de Camdessus, el FMI "logró exitosamente abrir las economías y reestructurarlas en favor de los inversores extranjeros, pero en el proceso desestabilizó y empobreció a vastos sectores de la economía mundial", concluyó.
Añadió que "su legado no será positivo, pero él no estará cerca para sentir las consecuencias".
Camdessus, por su parte, anunció que volverá a Francia para dedicarse a "la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". (FIN/IPS/tra-en/aa/mlm/if-dv/99