El presidente de Cuba, Fidel Castro, defendió hoy a capa y espada las cumbres iberoamericanas, un mecanismo "sin exclusiones" y en el que empezó a participar en julio de 1991 como "un ave rara" a la que se le había "perdonado la vida", según dijo.
"Cuba era la eterna excluida de toda reunión en este hemisferio. No pocos me miraban con curiosidad y hasta con lástima", dijo Castro este martes, durante la ceremonia oficial de inauguración de la IX Cumbre Iberoamericana, en La Habana.
Acostumbrado a participar en reuniones donde primaba el "vocabulario revolucionario y antimperialista", el mandatario de 73 años confesó que en la Cumbre de Guadalajara, México, se preguntó qué hacía junto a los gobernantes de España y Portugal, las antiguas metrópolis de América Latina.
Esos dos países son "miembros, por añadidura, de la Unión Europea y de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte)", agregó.
"Cuando ya muchos pensaban que tales reuniones cumbres estaban de más", que era el "fin de la historia" y el capitalismo tenía "la piedra filosofal" del desarrollo, "nadie puso la menor objeción para que Cuba fuese la sede de una novena cumbre", dijo Castro.
"Para esa fecha (este año) ni siquiera existiría (Cuba). Esta ha sido la razón esencial por la que no resultó difícil asignarnos la tarea de organizar lo que entonces no era más que una utopía", comentó.
Añadió que "es posible que casi nadie creyera que Cuba podía resistir el derrumbe del campo socialista, que condujo al doble bloqueo que abruptamente habría de soportar nuestro país". O sea, el que le impone Estados Unidos y los problemas creados por la caída de los regímenes socialistas de Europa, proveedores de este país.
Ocho años después de la primera Cumbre Iberoamericana, Castro considera que "la historia nos ha dado a todos una lección".
Cuba escuchó todos los consejos "con la sonrisa de la Gioconda y la bíblica paciencia de Job", pero mantuvo su sistema socialista sin aplicar reformas radicales en la esfera económica ni transformaciones políticas.
"La Cumbre no es de Cuba ni para honrar a Cuba", dijo Castro quien, aunque admitió que no era de su agrado, tuvo que ceder ante el deseo de las autoridades de varios países asistentes a la cita a reunirse con representantes de la oposición, que en este país no tiene reconocimiento legal.
Así y todo, pretendimos brindar a los asistentes la cumbre "el máximo de consideración y de respeto, con independencia de las discrepancias pasadas y presentes".
A su juicio, "las cumbres iberoamericanas han adquirido una importancia enorme" para el impulso y apoyo de actividades de integración, para la comprensión entre los dirigentes políticos de las realidades de cada país y para negociar los temas de interés común.
"Surgen conflictos y diferencias de un tipo u otro entre los iberoamericanos, pero ninguno podría resistir la voluntad común de resolverlos", afirmó Castro, y recordó los acuerdos sobre conflictos fronterizos alcanzados entre Perú y Ecuador y entre Argentina y Chile.
El anfitrión explicó la importancia de estas cumbres con el hecho de que "España y Portugal se han convertido en sólidos e imprescindibles puentes" entre América Latina y la Unión Europea al tiempo que se han estrechado los lazos con la región del Caribe.
"Nadie habría concebido hace pocos años una reunión cumbre como la que tuvo lugar en Río de Janeiro entre caribeños, latinoamericanos y la Comunidad Europea, que a mi juicio no habría sido posible sin el camino iniciado con la Cumbre de n Guadalajara", dijo.
En su breve discurso, Castro evadió referencias al tema central de la cita de La Habana, "Iberoamérica y la situación financiera internacional en una economía globalizada", tarea que correspondió al presidente de Portugal, Jorge Sampaio.
Sampaio confirmó el compromiso de su gobierno por hacer de América Latina una prioridad durante la próxima presidencia de Portugal en la Unión Europea.
"Preferimos que sean ustedes los que inicien el debate sobre el tema principal", dijo Castro a los representantes de los 21 países iberoamericanos que asisten a la Cumbre de La Habana. Cinco presidentes latinoamericanos faltaron con aviso a la cita, aunque están representados por otros funcionarios.
Los jefes de Estado y de Gobierno iberoamericanos empezaron a llegar a La Habana el viernes y tuvieron la primera actividad del programa el lunes al asistir a la inauguración de la Escuela Latinoamericana de Medicina, en las afueras de la capital cubana.
En la noche asistieron a la cena que ofreció el país anfitrión y a una gala cultural por el 480 aniversario de la fundación de la ciudad de La Habana. (FIN/IPS/da/ff/ip/99