COREA DEL SUR: Lucha contra comida transgénica llegará a la OMC

Son Yoon-Hee ya no compra la pasta de frijol de soya que solía adquirir en el supermercado, aunque es barata y con ella podría hacer una deliciosa sopa para compartir con su esposo y su hijo de siete años.

Son, de 35 años, aprendió, al igual que otros consumidores de Corea del Sur, que los frijoles de soya utilizados en la pasta o "tubu" muy probablemente fueron producidos con semillas alteradas genéticamente.

La Federación Surcoreana para el Movimiento Ambiental, el principal grupo de consumidores financiado por el Estado, con más de 60.000 miembros, tomó muestras el día 9 de decenas de marcas de tubu, las analizó y descubrió que 82 por ciento de ellas estaban hechas en base a frijoles transgénicos.

Al día siguiente, las ventas de tubu cayeron entre 40 y 80 por ciento en todo el país.

"No creo que compre la pasta otra vez, a menos que esté segura de que está hecha con frijoles domésticos", declaró Son.

"Sólo pensar que di de comer a mi hijo y mi esposo frijoles que podrían causar cáncer y debilitar el sistema inmunológico me da escalofríos", agregó.

Al igual que los consumidores de Europa y el vecino Japón, los surcoreanos están dándose cuenta de que los organismos modificados genéticamente están mucho más presentes en su dieta diaria de lo que pensaban.

Por esta razón, las organizaciones de consumidores exigen que el gobierno establezca el etiquetado obligatorio de los productos elaborados en base a material transgénico.

"En Corea del Sur, todavía es opcional el etiquetado de productos agrícolas modificados genéticamente. Debemos volverlo obligatorio", urgió Lee So-Young, director del grupo ambientalista Cruz Verde.

Doce grupos cívicos realizaron el 30 de octubre un "festival callejero de alimentos libres de productos transgénicos" para recabar firmas en apoyo a la declaración "Estoy de acuerdo con la adopción del etiquetado obligatorio para los alimentos modificados genéticamente".

La controversia por los productos transgénicos no se relaciona únicamente con la salud, sino también con el comercio.

Por eso, los activistas surcoreanos contrarios a una mayor apertura del mercado nacional de alimentos en la próxima Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) también incluyeron en su agenda el tema de los productos transgénicos.

La conferencia tendrá lugar en Seattle, Estados Unidos, del 30 de noviembre al 3 de diciembre.

"Lograr el etiquetado obligatorio de estos productos no es fácil, porque el gobierno teme recibir una gran presión de Estados Unidos, el mayor exportador de productos agrícolas modificados genéticamente", dijo Lee.

Los partidarios del etiquetado obligatorio temen que sus esfuerzos sean interpretados como barreras al libre comercio por exportadores clave de los productos afectados.

Más de 50 por ciento de los frijoles de soja producidos en Estados Unidos son modificados genéticamente, y cerca de 30 por ciento del maíz se produce en base a semillas transgénicas. Esto significa que una buena parte de sus exportaciones contienen ingredientes transgénicos.

Sólo en 1998, entraron a Corea del Sur 390.000 toneladas de frijoles de soya y 1,04 millones de toneladas de maíz manipulados genéticamente, procedentes de Estados Unidos.

La mayor parte de esos productos son utilizados en sopas, bocadillos de papa y cerveza, según un informe presentado por el gobierno al parlamento en julio.

Grupos de consumidores sostienen que 90 por ciento de los frijoles de soya y el maíz utilizados para sus platos favoritos son importados de Estados Unidos.

Mientras, la resistencia pública a los alimentos manipulados genéticamente preocupa también a los fabricantes de productos que contienen ingredientes transgénicos, como palomitas de maíz, aceite de maíz o pan.

Los fabricantes de tubu, por ejemplo, sostienen que ellos también son víctimas, porque no tienen otra opción que utilizar frijoles de soya importados, que son más baratos y de mayor disponibilidad que los domésticos.

Los críticos de los productos transgénicos afirman que éstos implican riesgos para el ambiente y la salud, como toxicidad, alergia y resistencia a los antibióticos.

Pero la Administración de Drogas y Alimentos de Corea del Sur rechaza esos argumentos y sostiene que los alimentos modificados genéticamente son seguros.

"En ausencia de un método científico para verificar si un alimento procesado como la pasta de frijoles esta hecha o no con organismos manipulados genéticamente, una reacción apresurada del público no hace más que confundir a los consumidores", declaró la Administración. (FIN/IPS/tra-en/amy/js/mlm/en-if/99

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