El esfuerzo internacional por la liberalización del comercio determinó la revaloración del sector agropecuario, que por muchas décadas estuvo supeditado a la industria, incluso ideológicamente.
La industrialización no es la única vía para modificar los términos desfavorables de intercambio que agravan el subdesarrollo. En efecto, el derribo de barreras y subsidios agrícolas puede atenuar desequilibrios entre países pobres y ricos.
Esa convicción se propagó por el Sur ante la posibilidad del nuevas negociaciones multilaterales. El escenario del debate sería la Ronda del Milenio, cuyo lanzamiento se produciría en la Tercera Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), a realizarse del 30 de este mes al 3 de diciembre en Seattle, Estados Unidos.
Los países exportadores de productos agrícolas conformaron un frente para luchar contra el proteccionismo en el área, practicado especialmente por la Unión Europea (UE) y Estados Unidos, sin olvidar a Japón.
Finalmente, el Grupo de Cairns, creado en 1986 por 14 países para combatir los subsidios agrícolas, ganó audiencia y espacios. Sus miembros son en mayoría latinoamericanos y asiáticos, pero incluye también a algunas naciones industrializadas, como Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
La cuestión agrícola, considerada clave por un número creciente de países, amenaza la Ronda del Milenio. La OMC no logró superar, en un intento informal a fines de octubre, las discrepancias en relación al tema, que pueden impedir las negociaciones.
Son numerosos los países que se niegan a discutir otros asuntos sin un acuerdo previo sobre cómo encaminar la negociación sobre agricultura, explicó el embajador brasileño ante la OMC, el ex canciller Celso Amorim.
América Latina perdió más de 215.000 millones de dólares en exportaciones desde 1970, a causa de los subsidios agrícolas de los países ricos, advirtió el secretario de Relaciones Económicas Internacionales de la cancillería argentina, Jorge Campbell.
Tales subsidios ascendieron a 362.000 millones de dólares entre los miembros de la Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que reúne los 29 países más industrializados, añadió Campbell, observando que la suma supera el producto interno bruto de Argentina.
Brasil aumentaría 30 por ciento sus exportaciones agroindustriales si fuera eliminado el proteccionismo en los mercados más ricos del mundo, calculó el Foro Permanente de Negociaciones Agrícolas Internacionales, constituido por tres grandes organizaciones del sector.
Ese incremento representaría un ingreso adicional de 6.000 millones de dólares anuales, 12 por ciento del total exportado por Brasil. Jugo de naranja, soja, carnes y azúcar son los productos más afectados por barreras impuestas en Estados Unidos y en la UE.
Esa batalla por la liberalización del comercio agrícola está acompañada de cambios ideológicos.
La creencia de que la industria es "el único camino para la riqueza" generó prejuicios y errores que llevaron los países en desarrollo a subvalorar la agricultura, lamentó Benedito Rosa, presidente de la Compaña Nacional de Abastecimiento, una agencia del Ministerio de Agricultura brasileño.
Identificar la agricultura con el rezago conduce a políticas perjudiciales para la economía y la sociedad. Es el caso de la "obsesión" por exportar productos de alto valor agregado, considerando como tal sólo los industrializados, señaló Rosa.
Los países de la UE, que controlan 38 por ciento del comercio agrícola mundial, no cometen el mismo error, ni tampoco Estados Unidos, cuyas ventas del sector superan el total de exportaciones de Brasil.
Además, la agricultura actual agrega mucho valor, al involucrar alta tecnología, tanto en sus insumos químicos y equipos auxiliares, como en la producción con apoyo biotecnológico, observó Rosa.
La disposición a luchar por un comercio agrícola menos distorsionado por barreras y subsidios ha hecho ver con nuevos ojos la importancia de la agricultura en muchos países que consideraban la industria sinónimo de desarrollo. (FIN/IPS/mo/ff/dv if/99