El histórico acuerdo comercial que hoy pactaron China y Estados Unidos beneficia la campaña de reformas económicas del gobierno chino y le da al presidente estadounidense Bill Clinton una ansiada victoria en política exterior.
También le ahorra a la Organización Mundial de Comercio (OMC) el bochorno de lanzar las próximas negociaciones multilaterales comerciales, del 30 de este mes al 3 de diciembre en Seattle, Estados Unidos, sin la participación del país más poblado del mundo.
El acuerdo, que debe ser ratificado por el Congreso estadounidense, retira las barreras comerciales entre ambos países y allana el camino para que China se incorpore a la OMC a tiempo para la conferencia ministerial de Seattle.
El pacto, firmado por la Representante Comercial del gobierno de Estados Unidos Charlene Barshefsky y el ministro de Comercio Exterior chino Shi Guangsheng, se logró tras seis días de negociaciones en Beijing.
El mismo corona las gestiones iniciadas por China hace 13 años para sumarse al círculo de naciones que negocian las reglas del comercio internacional.
El paso favoreció al primer ministro Zhu Rongji, quien hizo una intervención clave durante las negociaciones, y a los defensores de la restructura económica al estilo occidental.
Así mismo, Clinton sería recordado como el presidente de Estados Unidos que incorporó a China al ámbito económico mundial y que puso su firma en uno de los pactos más importantes entre Beijing y Washington desde que ambos reanudaron relaciones diplomáticas en los años 70.
La OMC, aquejadas por problemas de liderazgo y por la creciente oposición a la globalización, evitaría la pérdida de legitimidad que le habría provocado la falta de China, el noveno exportador del mundo.
El acuerdo "es bueno para Estados Unidos, es bueno para China, es bueno para la economía mundial", declaró Clinton este lunes durante una visita a Turquía.
El equipo estadounidense pretendía que China abriera sus mercados a los productos y servicios de Estados Unidos, y el pacto brinda a las firmas extranjeras nuevo acceso al campo de los seguros, las telecomunicaciones y los servicios bancarios chinos, incluso la financiación de automóviles.
Washington también pretendía que China limitara sus exportaciones de textiles a cuotas y que aplicara medidas contra las prácticas de comercio desleal para impedir un incremento de las exportaciones de bajo costo.
Esas concesiones amortiguarían las consecuencias que tendrían para los productores estadounidenses el acceso libre de China a los mercados internacionales.
El acuerdo incluye la apertura del mercado chino a los servicios, productos industriales y agrícolas, explicaron representantes del gobierno chino, sin dar detalles.
Una declaración de Estados Unidos señaló que China aceptó reducir sus aranceles de importación de 22,1 por ciento a 17 por ciento.
Los subsidios a las exportaciones se eliminarían y los aranceles a los productos agrícolas se reducirían, lo cual mejoraría la perspectiva para la importación de artículos de granja de Estados Unidos.
Las compañías estadounidenses, desde hace tiempo interesadas en el mercado de 1.200 millones de consumidores chinos, expresaron su beneplácito por el acuerdo de este lunes, pero declinaron opinar sobre su impacto hasta que se sepan todos los detalles.
"La comunidad empresarial de Estados Unidos está encantada" de que se haya logrado el acuerdo, dijo Richard Latham, presidente de la Cámara de Comercio Estadounidense en China.
"Que China ingrese a la OMC es un paso fantástico para todos", dijo Peter Alexander, de la compañía de seguros Nationwide Global Holdings.
"Pero esperemos a ver que significa para cada uno. Creo que deberemos esperar y ver cómo se va a aplicar" el acuerdo, precisó.
Para ingresar a la OMC, China debe negociar acuerdos separados con la Unión Europea y otros importantes socios comerciales. Aún quedan importantes diferencias, pero diplomáticos en Washington y Beijing dijeron que el principal obstáculo era el acuerdo con Estados Unidos.
Según las normas de la OMC, el Congreso estadounidense debe otorgar a Beijing el estatuto de Relaciones Comerciales Normales, antes llamado "Nación Más Favorecida", para que Estados Unidos pueda aprovechar el libre acceso al gran mercado chino.
Eso significa que el Congreso debe revocar leyes que condicionan los privilegios comerciales de China a una revisión anual que realiza Washington de la situación de derechos humanos en el país asiático.
Clinton, quien debió superar las presiones proteccionistas en el Congreso y la oposición de grupos de derechos humanos, prometió hacer una campaña sin fin para conseguir el apoyo legislativo.
La organización Human Rights Watch declaró este lunes que el acuerdo es "bueno para el comercio, pero también para los derechos humanos y el imperio de la ley".
Para otorgar el estatuto comercial normal, el Congreso debe "insistir en que se den pasos significativos para mejorar los derechos humanos" en China, exhortó.
El representante del nacionalista Consejo Estadounidense de la Empresa y la Industria, William Hawkins, advirtió que el déficit comercial con China podría ascender cuando esta ingrese a la OMC. El déficit estadounidense con Beijing fue de 57.400 millones de dólares en 1998.
Pero el comercio con China representa menos de uno por ciento del producto interno bruto, según la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos.
Los gobernantes chinos buscaban ingresar a la OMC para fortificar sus planes de modernización económica, pero las negociaciones se profundizaron recién cuando dejaron de exigir el tratamiento de país en desarrollo.
El acuerdo casi se alcanzó cuando Zhu visitó Washington en abril, pero Clinton se negó a firmarlo. El presidente luego negó que hubiera actuado bajo presión de los sindicatos que exigían protección para el acero, los textiles y otras industrias.
Otras negociaciones se suspendieron en mayo, después de que la embajada china en Belgrado fuera bombardeada por aviones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte en la ofensiva dirigida por Estados Unidos en Kosovo.
La demora habría dañado la posición política de Zhu y llevado a algunos de sus opositores a exigir mayores restricciones a la inversión extranjera.
El acuerdo de este lunes habría mitigado esas disputas, pero la tensión podría resurgir cuando la competencia extranjera obligue a las empresas estatales de China a despedir a millones de trabajadores, como esperan los analistas. (FIN/IPS/tra-en/aa/mk/aq/if/99