Con paciencia y respeto mutuo, omunidades indígenas y organizaciones no gubernamentales construyeron un sólido puente cultural a lo largo de dos décadas, en una vasta porción de la amazonia colombiana.
Esta es la historia del programa Consolidación Amazónica (Coama), que el 9 de diciembre recibirá en Estocolmo el Premio Nobel Alternativo, concedido por el pueblo sueco a quienes "tengan respuestas prácticas y ejemplares a los retos urgentes" que se enfrentan hoy por hoy.
El ir y venir desde una a otra cultura -la occidental y la ancestral de los indígenas amazónicos- comenzó en los años 70, cuando un puñado de profesionales urbanos acompañó a los aborígenes en la recomposición de su territorio.
El recuento lo hace el antropólogo Martín von Hildebrandt, director de Coama, quien cita como uno de los hitos del trabajo el reconocimiento que hizo el Estado colombiano, en 1981, de la propiedad común indígena sobre 20 millones de hectáreas del noroeste de la selva amazónica.
Para entonces, en ese territorio, habitaban unos 60.000 indígenas de 50 grupos o etnias diferentes, asentados en 107 resguardos, dijo a IPS Von Hildebrandt.
"Se trata de la región de mayor biodiversidad y de menor intervención", precisó el antropólogo, en alusión a que Colombia posee el mayor número de aves y orquídeas, ocupa el segundo lugar en especies de anfibios y plantas superiores, y el tercero en especies de reptiles.
Además, este país está en el tercer lugar mundial de riqueza en bosques tropicales, antecedido por Brasil e Indonesia.
Cuando Von Hildebrandt habla de la clave que ha mantenido la unidad de propósitos y de acción de las siete ONG que integran Coama, dice: "Todos hemos sido conscientes de que las respuestas se construyen con los indígenas".
Parte de la receta que alimenta el trabajo está en reconocerse como "animadores y acompañantes en el proceso de análisis de las comunidades", con una comprensión de doble vía.
Esa relación ha permitido ensamblar conceptos como el de desarrollo sustentable occidental y su equivalente en la cultura indigena de plan de vida en armonía con la naturaleza.
También se expresa en la modalidad del trabajo administrativo dentro de Coama mediante la firma de acuerdos entre las organizaciones que la integran y la búqueda de recursos económicos para una bolsa común de proyectos.
Proyectos de este tipo hay un centenar, con amplio espectro: recuperación de mitos y tradiciones en textos en lenguas aborígenes, reconocimiento de sus tierras y divinidades, empresas de cría de gallinas, elaboración de papel de fibras vegetales como el marimá o extracción de aceite de palma de seje.
El director de Coama advierte que hay una una característica común a todos los proyectos: son cultural y ecológicamente viables, es decir, no interfieren en el cultivo de las chagrras (jardines domésticos), en las jornmadas de caza y pesca ni en las ceremonias rituales.
Los microproyectos les permiten un ingreso económico de subsistencia, pero no les demandan más de dos meses de dedicación al año, afirma.
Von Hildebrabndt señala como un hecho determinante en la relación con las comunidades amazónicas que "los indígenas habían llegado al convencimiento de la importancia de conquistar un marco legal para avanzar en la reconstrucción de su territorialidad", facilitando el proceso de interculturalidad.
El entendimiento de la legalidad occidental, sin renunciar a sus valores y principios, e incorporado a su lucha por el habitat, influyó en que la Constitución de 1991 reconociera la pluralidad étnica y cultural de Colombia, y el dominio inalienable de las comunidades indígenas sobre su territorio.
Además, se refleja en el hecho de que ahora, al borde del fin del siglo, el proceso de ordenamiento territorial en el que han intervenido las comunidades indígenas de la amazonia sea uno de los más avanzados del país.
La segunda semana de este mes, siete organizaciones de unas 60 comunidades de los ríos Apaporis, Mirití, Caquetá, Putumayo y Amazonas, presentaron en Leticia -capital del departamento del Amazonas- su propuesta de ordenamiento territorial, apoyada en cartografía levantada por ellos mismos.
Una reseña de la propuesta indígena de ordenamiento territorial dice que debe integrar la educación -en tanto la selva es el aula de los pueblos indígenas-, la salud -porque de ella depende el equilibrio con un ambiente sano-, la preservación de la naturaleza, la productividad y el gobierno propio.
Juana Mariño, jefa de Ordenamiento Territorial del Ministerio del Medio Ambiente, quien asistió a la reunión de Leticia, dijo que los indígenas no sólo están hablando de sus derechos sino también del deber constitucional y legal que tienen de ordenar el territorio que habitan.
Las comunidades de la cuenca amazónica llevan siete años trabajando su plan de ordenamiento territorial acompañadas por las fundaciones Gaia y Minga, miembros de Coama, la Organización Nacional Indígena de Colombia, Corpoamazonia y el Instituto Imani de la Universidad Nacional.
Ese puente de entendimiento tendido entre dos mundos que habitan un mismo país, y el fortalecimiento de las culturas ancestrales en un marco legal occidental que favorece la reconstrucción del territorio indígena, fue decisivo en la obtención del Premio Nobel Alternativo 1999.
Se trata de "una aproximación novedosa a la protección del bosque tropical" que tiene en cuenta el uso sustentable de la selva practicado tradicionalmente por los indígenas, según el acta del jurado.
Además de Von Hildebrandt, recibirán el premio en Estocolmo, la subsidrectora de Coama, Helga Dworchak, Tomás Román, presidente del Consejo regional indígena del medio Amazonas, y Pascual Letuama, presidente de la Asociación de capitanes indígenas del Mirití-Amazonas.
También fueron galardonados con el Premio Nobel Alternativo el Grupo de Agricultura Orgánica de Cuba, el jurista español Joan Garcés, iniciador del caso legal que condujo al arresto del ex dicator chileno Augusto Pinochet, y el parlamentario alemán Hermann Scheer, promotor de la energía solar. (FIN/IPS/mig/ag/dv/99
