La tala de 3,4 millones de árboles del bosque nativo al año está causando distorsiones en el ambiente de la Amazonia y la costa de Ecuador, aunque las comunidades ya iniciaron proyectos para contrarrestar la deforestación.
El 88 por ciento de los árboles cortados, salen de los bosques naturales de esas dos regiones del país, y solo el 12 por ciento restante proviene de otras zonas, según un informe conocido a principios de este mes.
Organizaciones ambientalistas pidieron que se apruebe una Ley Forestal para terminar con la deforestación.
Voceros de Fundación Natura aseguraron que si se mantiene el ritmo de corte podría provocar consecuencias lamentables para futuras generaciones, especialmente indígenas que viven en los bosques nativos.
"Es necesario disminuir la tala de árboles, establecer reglas de explotación mediante las cuales no se desperdicie tanta madera y dar otras alternativas económicas a las zonas afectadas", aseguraron.
Las comunidades indígenas de la Amazonia central consideran que uno de los motivos a los que obedecieron las bajas temperaturas y las torrenciales lluvias registradas en agosto en esa región fue la tala de árboles.
"Llegar a 15 grados de temperatura en ese mes es algo que nunca ocurrió, y cuanto más arboles se corten más fría se hará la selva", aseguro un comunero.
De acuerdo a un informe de la Asociación de Industriales Madereros (AIMA), el sistema de tala y producción de la madera son "ineficientes y antieconómicos" lo que provoca una mayor deforestación.
El 60 por ciento de los 3,4 millones de árboles cortados se utiliza como leña, se pudre o se saca del país clandestinamente, el 25 por ciento se hace aserrín, viruta y retazos y sólo 15 por ciento se utiliza en la industria para muebles, vigas y parqué.
La forma de cortar la madera en los aserraderos hace que de cada dos tablas cortadas una se pierda, lo que revela el desperdicio.
Los madereros indican que es difícil mejorar los cortes debido a los costos que implica sustituir las motosierras utilizadas actualmente, que desperdician 60 por ciento de la madera, por sierras de cinta, que desperdician sólo 30 por ciento.
Una motosierra cuesta alrededor de 660 dólares y una sierra de cinta cuesta unos 2.500 dólares, un precio que resulta inaccesible para un pequeño o mediano maderero.
Edgar Vásquez, asesor forestal de la AIMA, señaló que el Ministerio del Ambiente podría erradicar el uso de la motosierra y establecer la utilización de aserraderos de cinta, pero "sería necesario otorgar créditos que estimulen ese cambio".
El actual Reglamento de Aplicación de la Ley Forestal prohibe la utilización de maquinaria que no aproveche el máximo de la madera, pero nunca se aplicó efectivamente.
Según los ambientalistas, la solución para normar el uso de las herramientas de corte está en la nueva Ley Forestal, que está en discusión, y en un nuevo reglamento de aplicación.
En algunas zonas del país muy afectadas por la deforestación, ya se están implementando medidas para contrarrestarla.
En la provincia costeña de Esmeraldas, las comunidades indígenas chachi, apoyadas por Fundación Natura y el Fondo Ecuatoriano-Canadiense, iniciaron hace ocho meses un proyecto tendiente a disminuir la tala de árboles.
Por un lado, se ha logrado introducir la utilización de una sierra de cinta para desperdiciar menos madera y, por otro, se implementó un plan de desarrollo integral sustentable que sustituye la tala de árboles nativos por otras actividades económicas.
En los espacios blancos dejados por el corte de árboles se cultiva arroz, maíz y cacao, y se cría cerdos, pollos y chame, un pez que se desarrolla en estanques con mucho lodo.
Esas actividades van acompañadas de la reforestación anual de 40 hectáreas de bosque por comunidad.
Según Patricio Galarza, de Fundación Natura, de acuerdo a los resultados preliminares, la tala ya bajó dos árboles al mes.
Incentivados por las madereras que le compraban todo lo que cortaban, los chachis subsistían exclusivamente del bosque nativo, hasta que comenzaron a reducir la tala para dedicarse a una incipiente agricultura de autoconsumo.
El dirigente chachi Ricardo Añapa dijo que durante los últimos nueve años que las madereras estuvieron en la zona acabaron con más del 50 por ciento del bosque, sin que ello se reflejara en una mejoría de las condiciones de vida de los indígenas.
El proyecto está logrando que la producción agrícola se transforme en una actividad económicamente rentable, capaz de aportar con trabajo e ingresos a los nativos, superando la etapa de autoconsumo.
"Ahora estamos cambiando y no necesitamos cortar tantos árboles para tener la comida", aseguró Añapa.
También en la provincia de Esmeraldas, en el Humedal de Yalare, 134 familias están desarrollando alternativas de producción para reducir la deforestación.
La región, en la frontera con Colombia, es habitada por colonos que llegaron en 1980 de otras provincias y se dedicaron a explotar el bosque nativo hasta hace un año, cuando se inició el Plan Ambiental Chocó, con un sistema similar al de las comunidades chachis.
El proyecto también incluye la propuesta de transformar Yalare en un atractivo turístico, aprovechando la belleza de sus ríos y creando una infraestructura que deje beneficios económicos sin dañar el ambiente.
Aquilino Cedeño llegó a la zona creyendo que se volvería rico porque podía sacar toda "la madera que quisiera", pero la tala del bosque sólo sirvió para la subsistencia, sin llegar a ser un negocio enriquecedor como para las madereras.
"Actualmente los colonos somos guardianes del Humedal donde está prohibido cortar árboles y cazar", dijo Cedeño.
Elmer Cabrera, director del Plan aseguró que Yalare es parte de una microregión del Chocó Geográfico Sudamericano, ecosistema único en el mundo, con la mayoría de flora y fauna endémicas, que empieza en Panamá, continúa en Colombia y termina en Esmeraldas.
"Los colonos comprendieron que el bosque es más productivo si está en pie", aseguró Cabrera.
De las 5.000 especies de árboles que hay en Ecuador, sólo 100 son utilizadas por la industria maderera, que participa con el 3,5 por ciento del producto interno bruto (PIB), ocupando el séptimo lugar en la economía ecuatoriana.
Entre 1995 y 1998 se exportaron 856. 968 toneladas de productos de madera como tablas, vigas, aglomerados, puertas, listones y muebles, por un equivalente a 354 millones de dólares.
Los productos semielaborados y elaborados de madera son exportados a Estados Unidos, Japón, Corea el Sur, Alemania, Gran Bretaña, España, Perú, Colombia, Venezuela, México, Chile y otros países latinoamericanos.
Según la AIMA, la silvicultura y la industria maderera emplean directamente a 200.000 personas e indirectamente a unas 400.000.
En todo el país existen aproximadamente 2.600 empresas formales, pequeñas, medianas y grandes, a las que se suman 50.000 talleres artesanales que por lo general trabajan familiarmente. (FIN/IPS/kl/ag/dv-en/99