AUSTRALIA: Defensores de la república no abandonarán la lucha

El hecho de que 55 por ciento de los australianos hayan optado, en las urnas, por mantener los lazos con la corona británica no significa que los partidarios de instaurar la república hayan sido derrotados por los monárquicos.

"El gobierno dirigirá ahora su atención a las cosas que afectan directamente las vidas de los australianos", dijo el primer ministro John Howard, quien realizó una fuerte campaña contra los republicanos.

Pero el líder opositor Kim Beazley, descontento por el resultado del referéndum del sábado, prometió que la república será parte del programa de su Partido Laborista hasta convertirse en una realidad.

"La república pasará de las manos de sus enemigos a las manos de sus amigos" y "se levantará triunfante de sus cenizas" si el referéndum se celebra bajo un gobierno laborista, afirmó Beazley.

El modelo de república propuesto, según el cual el presidente sería elegido por una mayoría de dos tercios del parlamento, fue derrotado por la suma de los votos de un puñado de verdaderos monarquistas y de republicanos que postulaban la elección directa del presidente.

"Setenta por ciento reivindican el derecho a votar si nos convertimos en una república, una cifra constante durante tres años", dijo Ted Mack, que dirigió la campaña contra la fracasada propuesta republicana en nombre de quienes apoyan la elección directa del presidente.

"Nada ha cambiado, así que lo que ocurrió es que simplemente no escuchamos a la gente. La próxima vez que hagamos un referéndum con la propuesta de un presidente elegido directamente lo conseguiremos", agregó Mack.

Dentro del gobierno, el ministro de Relaciones Laborales, Peter Reith, concordó con Mack. "Los australianos dejaron en claro que si nos convertimos en una república son ellos quienes tendrán voz y voto en la elección del presidente", afirmó.

"Los resultados indican que el Movimiento Republicano Australiano no pudo atraer a la Australia rural. Sólo logró la adhesión de los barrios más ricos de las capitales. Incluso los laboristas y los grupos socioeconómicos de menores ingresos votaron abrumadoramente por el no", agregó Reith.

Pero Louise Dobson, de la revista Australian Financial Review, sostuvo que "es probable que Reith no hable" si "el Partido Laborista plantea la opción de la república con elecciones directas después del referéndum, en un intento" de dejar en mala posición a la coalición de gobierno.

Dobson dijo que la derrota del modelo de república puesto a consideración el sábado podría permitir a los laboristas capitalizar un sentimiento general a favor de la república en la comunidad.

"En las próximas elecciones, los laboristas podrían ser considerados más modernos que una coalición liderada por Howard. Una ventaja adicional para los laboristas sería exacerbar las divisiones dentro de la coalición" en torno a la forma de gobierno, señaló.

Las encuestas de la semana pasada indican que sólo nueve por ciento de los australianos prefieren que la reina Isabel II sea mantenida como jefa de Estado, y que la abrumadora mayoría quería elegir a su propio presidente.

"No me interesan las encuestas. Me interesan los resultados y estos fueron fuertes y claros", dijo Jeffrey Archer, monarquista, lord y autor británico a ABC TV.

La decisión de Australia de mantener sus lazos constitucionales con la corona británica podrían tener otros efectos secundarios en Asia, región que Australia llamó su hogar durante años.

Para un país que procura ser aceptado como parte integral de una emergente solidaridad regional en el área de Asia y el Pacífico, el resultado del sábado podría ser perjudicial.

El diario The Nation, con sede en Bangkok, manifestó el fin de semana en un editorial que "Australia puede estar en la puerta de Asia, pero las mentes y los corazones de sus habitantes están a miles de kilómetros, en otro continente".

"Aunque pueda parecer extraño, con su rechazo a la república, los australianos básicamente se maldijeron a sí mismos", agregó.

"Cuando los asiáticos miran a Australia, ven a la corona británica y no a un amigo leal y auténtico. Una Australia que no puede dar lo máximo a sus amigos y vecinos más cercanos no será compartida por el resto del mundo", explicó The Nation. (FIN/IPS/tra-en/si/js/at/mj/ip/99

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