Las obras de los pintores franceses del museo Pushkin de Moscú se presentan por primera vez en la capital de Italia con dos "intrusos" de excepción: el español Pablo Picasso y el holandés Vincent Van Gogh.
La exposición "De Poussin a los impresionistas" consta de 25 obras maestras que revelan la pasión de los rusos por los impresionistas, pero va más allá y da una idea completa de la pintura francesa desde el siglo XVII hasta principios del XX.
El museo Pushkin posee una de las más ricas colecciones de arte francés del mundo, que pertenecieron a la corte de los zares, especialmente en el tiempo de Catalina II la Grande, en el siglo XVIII, y a dos coleccionistas extraordinarios del siglo XIX.
Catalina la Grande, la esposa alemana del zar Pedro III que tomó el poder en 1762 destronando a su marido, se transformó en coleccionista de importantes obras de arte.
La exposición, que se inauguró a mediados de este mes y se mantendrá hasta fines de febrero, reúne además las obras descubiertas por dos personajes extraordinarios de fines del siglo pasado: Sergej Scukin y Michael Morozov.
Morozov, quien murió a los 32 años después de una vida calificada de escandalosa, incluso por la permisiva sociedad rusa de la época, descubrió a Gauguin en un París que aún lo ignoraba.
El impresionismo, un movimiento pictórico francés de finales del siglo XIX que apareció como reacción contra el arte académico, se considera el punto de partida del arte contemporáneo.
El movimiento partió del desacuerdo con los temas clásicos preconizados por la Academia Francesa de Bellas Artes, que fijaba los modelos a seguir y patrocinaba las exposiciones oficiales del Salón parisino. Los impresionistas escogieron, en cambio, la pintura al aire libre y los temas de la vida cotidiana.
La exposición, auspiciada por el Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia, permite observar algunas de las obras maestras de casi tres siglos de pintura francesa.
Incluye obras de Nicolas Poussin, Paul Gauguin, Gustave Coubert, Paul Cezanne, Henri Matisse, Edgar Degas, Claude Monet, Auguste Renoir, más el aporte especial de Van Gogh y Picasso.
La cancillería italiana se propone así contribuir a la presentación de Roma como capital de la cultura europea.
El arte y la cultura franceses fueron el motor de la europeización de Rusia, como lo confirma esta exposición.
Morozov y Scukin llegaron en tren a París, cuenta Ada Masoero, una de las personas que organizó la exposición en Roma, y recorrían día y noche los estudios de los pintores. Fueron los primeros en comprar las obras de los impresionistas, que no gozaban aún de crédito en los museos parisinos.
El Louvre, por ejemplo, había rechazado la donación de una colección de sus pinturas.
Los salones de Scukin y Morozov se abrieron a los mejores artistas de la época. Scukin hospedó en su casa durante largo tiempo a Matisse, de quien poseía ya 25 obras, y le encargó para un salón de su palacio de Moscú dos grandes pinturas decorativas de la danza y de la música.
En 1908, Matisse le presentó a Picasso a Scukin, y el pintor español lo conquistó de inmediato. En seis años le compró 50 obras, de los períodos azul, rosa y cubista.
Tres pinturas de Picasso entraron a formar parte de la colección de Morozov: la Niña con la pelota, el retrato de Ambroise Vollard y el Arlequín y su compañera. (FIN/IPS/jp/ag/cr/99