El cineasta estadounidense David Riker rompió varias supuestas reglas inmutables de Hollywood en "La Ciudad", película que narra, casi como un documental, la vida cotidiana de los inmigrantes latinoamericanos en Nueva York.
El filme de Riker dura 88 minutos, cuando las películas extensas están de moda, y el director de fotografía, Harlan Bosmajian, logró una excelente calidad de imágenes en blanco y negro, un recurso cada vez más inusual.
Además, el filme está hablado en español y se exhibe con subtítulos en inglés, en contradicción con una regla no escrita según la cual esto desalienta al público estadounidense.
Excepto tres actores profesionales, los personajes de esta película están representados por trabajadores ilegales que aceptaron interpretar frente a las cámaras sus experiencias personales a pesar de los riesgos.
Varios trabajadores ilegales que participaron en el proyecto, entre ellos Leticia Herrera, que protagoniza el tercero de los cinco episodios de la película, fueron deportados por el Servicio de Inmigración desde el estreno.
"La idea inicial fue hacer una denuncia sobre los abusos que se cometen contra los inmigrantes, y explicar lo que significa ser un inmigrante en el mundo de hoy, donde cada vez más personas emigran por razones económicas", declaró Riker.
Riker deseaba también ilustrar que es falso, como muchos estadounidenses creen, que los inmigrantes van a su país a recibir ayuda. "Eso es mentira. Los trabajadores inmigrantes trabajan duro y en muy malas condiciones", aseguró.
Riker recorre "La ciudad" siguiendo a un grupo de mexicanos y ecuatorianos, y captura sus momentos de diversión, así como sus malas experiencias.
El filme retrata a cada uno de los protagonistas de los cinco episodios ("Bricks", "Sweet 15", "Party", "Mens' Garments Workers" y "The Puppeteer"), mediante escenas de la vida cotidiana.
"Bricks" empieza al amanecer en una esquina de Nueva York, donde obreros de la construcción latinoamericanos e indocumentados esperan la llegada de algún posible empleador.
Son trabajadores ilegales de todas las edades, entre ellos un niño de siete años que se esconde en la camioneta del empleador que contrata a su padre para acompañarlo al trabajo.
Los personajes acuerdan con el empleador un jornal mucho menor al dispuesto por el sindicato, entran en la camioneta y no saben a dónde van.
El trabajo es duro y suele ser peligroso. La historia termina con la muerte del obrero más joven, un adolescente que queda atrapado al desmoronarse el edificio que estaban levantando.
El director explora entonces las reacciones del resto de los trabajadores, y se detiene en la actitud del niño, que rescata el objeto más preciado del adolescente muerto.
Se trata de una carta de su novia, que desde México le escribe al muchacho que es la esperanza de toda la familia, confiada en que él les brindará un futuro mejor.
"Sweet-15 Party" cuenta la historia de un hombre joven que acaba de llegar a Nueva York y no encuentra a su primo, con quien pensaba vivir.
El muchacho es atraído entonces por el sonido de una fiesta, y conoce a una chica, que resulta originaria del mismo lugar que él y que vive en un complejo de viviendas para personas de bajos ingresos.
A la mañana siguiente, cuando sale del apartamento de la muchacha a comprar leche y pan para desayunar con ella, no puede volver porque no reconoce el edificio de la chica, ya que todas las construcciones son iguales.
Los protagonistas de "La ciudad", desarraigados y a veces heroicos, son personajes trágicos, quizá porque son tan reales como la historia de Leticia Herrera en "Mens' Garments Workers", el tercer episodio de la película.
Herrera trabaja 14 horas por día en una fábrica de ropa en la calle 42, dirigida por subcontratistas coreanos que pagan 11 centavos de dólar por prenda, cuando pagan.
Un día recibe malas noticias de su pueblo. Su hija está gravemente enferma y tiene que ir al hospital.
Herrera pasa de la ilusión a la desesperación, y trata de resistir mientras espera que le paguen lo que le deben. El resto de los trabajadores de la fábrica se solidarizan con la mujer, al darse cuenta de que un día puede sucederles algo parecido.
Herrera hace todo lo posible para cobrar, y así descubre que tiene derechos y que existen sindicatos para defenderse. Entonces, los trabajadores de la fábrica inician una huelga.
"No fue fácil convencer a los trabajadores de la industria de la indumentaria de participar en la película. Parecía muy 'yanqui', y sospechaban que yo podía ser un inspector del Servicio de Inmigración", recordó Riker.
El tiempo y las conversaciones de Riker con los trabajadores lo llevaron a cambiar el guión original por otro que, según ellos, los muestra tal cómo son en la realidad.
Riker, que nació en Boston, pasó ocho años haciendo un posgrado en la Escuela de Cine de la Universidad de Nueva York.
"Los inmigrantes que llegan a Nueva York sin documentos deben mantenerse invisibles. Quizá lo que molesta en esta película es que ya no son invisibles", aventuró Riker.
"El objetivo del filme es mostrar que, detrás de la industria de la indumentaria, hay enormes firmas que ganan millones de dólares a costa de trabajadores como Herrera", explicó Rodolfo Guzmán, coordinador de la Asociación de Trabajadores de la industria de la Indumentaria de la calle 42.
"Se esconden detrás de subcontratistas, que en Nueva York suelen ser coreanos, utilizados por compañías multinacionales para hacer el trabajo sucio", insistió.
Los sindicatos y las organizaciones internacionales que defienden los derechos humanos iniciaron juicios contra varias empresas de ese tipo.
La última historia de "La Ciudad", titulada "The Puppeteer" (El Titiritero), cuenta la vida de un titiritero tuberculoso sin techo, y que trata de que su hija ingrese a una escuela. El protagonista es interpretado por Fernando Reyes, un actor profesional.
Padre e hija se encuentran con la pesadilla de los requisitos impuestos por el sistema educativo de la ciudad, que no pueden cumplir porque carecen de hogar.
Riker fue nominado mejor director el año pasado en el Festival de Cine Internacional de San Sebastián, en España, y ganó el Premio Coral, de Cuba, al mejor trabajo de un director no latinoamericano sobre un tema latinoamericano. (FIN/IPS/tra- en/ib/mk/ceb/mj/cr pr/99