AMERICA LATINA: Crisis económicas acentúan pobreza rural

El impacto de la crisis financiera asiática, rusa y brasileña acentuó la pobreza rural en América Latina y el Caribe en los dos últimos años, interrumpiendo una tendencia positiva, señala el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).

La cantidad de pobres mantuvo una tendencia a la baja hasta 1997, "no por mejoras en sus condiciones de vida, sino por el desplazamiento hacia las ciudades", para juntarse con los marginados urbanos, explicó Raquel Peña-Montenegro, directora de la división latinoamericana del FIDA.

Sin crecimiento económico, aumentó el desempleo urbano y "ocurrió un repliegue de los pobres rurales", que volvieron a engrosar los datos negativos del campo, añadió la funcionaria de esta agencia de la Organización de las Naciones Unidas y experta en apoyar ese sector poblacional.

Peña-Montenegro, economista y socióloga chilena, asiste a la Tercera Conferencia de las Partes de la Convención de Lucha contra la Desertificación, que concluye este viernes en la ciudad nororiental brasileña de Recife.

Los indicadores demuestran que la pobreza rural acompaña generalmente el desempeño de la economía, pero con mayor intensidad en América Central, donde el huracán Mitch agravó los problemas en 1998, Argentina, Brasil y Chile, observó.

Incluso en países de cierta tradición en inversiones sociales, extendidas también a los campesinos, se registró un retroceso. Venezuela es un ejemplo, apuntó.

El factor étnico también es un componente importante en el desarrollo de la pobreza extrema en el área rural latinoamericana, que se concentra particularmente en las poblaciones indígenas, señaló Peña-Montenegro.

Eso se comprueba por la fuerte incidencia en América Central, Bolivia, Ecuador y Perú. Los pobres representan cerca de 30 por ciento de la población rural de América Latina, pero alcanza hasta 80 por ciento en Honduras, indicó.

La situación se explica por la misma "historia de marginación física y cultural", que apartó a los indígenas de las corrientes de crecimiento, de una educación que no reconoce sus lenguas y de la expropiación de sus propiedades comunales al imponérseles la "legalidad de los blancos".

La indigencia es un problema más graves y extenso en el campo, donde no existe la infraestructura social que, mal o bien, se implantó en las ciudades, con escuelas, hospitales y transportes, por ejemplo. Aliviarla, en consecuencia, es también más difícil en el medio rural.

Cualquier inversión productiva en esa zona exige otras en servicios públicos, obligando a un mayor esfuerzo de gobiernos golpeados por la necesidad de ajustes, que por recomendación de los organismos multilaterales comienza por recortes en los gastos sociales, dijo Peña-Montenegro.

La dificultad aumenta respecto de los indígenas, por razones étnicas y culturales. Una perspectiva que puede servir de ejemplo surgió en Panamá, recordó, al referirse a la organización de las comunidades indígenas, con administración propia y reconocida, con la cual el gobierno tiene que negociar sus programas locales.

El FIDA financia en la actualidad 47 proyectos en 24 países de América Latina y el Caribe, con préstamos que suman 574,7 millones de dólares, para los cuales exige atención especial también a las cuestiones de género, otro aspecto importante de la pobreza rural.

Eso requiere, por ejemplo, tener en cuenta el horario de las actividades del proyecto, que los cursos de capacitación no se hagan lejos de los hogares, porque excluirían a las madres que no tienen donde dejar a sus hijos con la atención adecuada.

La producción rural tampoco puede ser desarrollada por hombres solos junto a las campesinas, como solía ocurrir, sino por mujeres o equipos mixtos. En la región viven tres millones de mujeres solas jefas de hogar en el campo, destacó Peña-Montenegro.

Un error que también se cometía antes era el de enseñar sanidad animal solo a varones, cuando es la mujer y no los esposos los que suelen encargarse de los animales, en las unidades familiares.

El ambiente es otra dimensión que siempre estuvo presente en los proyectos apoyados por el FIDA, que contemplan una obligatoria asistencia técnica.

La Convención fortaleció la metodología del FIDA, al indicar que el desarrollo rural "pasa por soluciones integradas, no solamente agrícolas", sostuvo la directora regional.

El vínculo entre degradación del suelo y desertización y la pobreza rural fue insistentemente destacada durante la conferencia de Recife, ubicada en el nordeste brasileño, azotada por sequías y áreas desérticas en expansión.

En la reunión también se destacó que el fenómeno es responsable por gran parte de la emigración mexicana hacia Estados Unidos, que alcanza entre 700.000 y 900.000 personas por año, según el Secretariado de la Convención.

México tiene 85 por ciento de su territorio afectado por sequía y amenaza de desertización. (FIN/IPS/mo/dm/pr en/99

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