Unos 3.000 representantes de 159 país y organizaciones internacionales participan en la tercera Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre Desertificación, que comenzó hoy en la nororiental ciudad brasileña de Recife.
La reunión fue inaugurada por el vicepresidente de Brasil, Marco Maciel, en ejercicio de la Presidencia, y líder político de Pernambuco, estado con varias áreas en proceso de desertización y del cual Recife es la capital.
A esta conferencia, de dos semanas de duración, también asistirán en los próximos días ministros de Ambiente de más de 50 países, autoridades de organismos multilaterales, parlamentarios, expertos y periodistas de todo el mundo.
Pero la atención de la reunión estará centrada en la situación de Africa, el continente más afectado por el problema. Los debates recogerán los informes de 39 países y cuatro organizaciones regionales de ese continente.
Las naciones, que representan tres cuartas partes del territorio africano, sufren los efectos de la desertización, como la pérdida de tierras para subsistencia y los consecuentes conflicos, movimientos migratorios y agravamiento de la pobreza, señaló Hama Arba Diallo, secretario ejecutivo de la Convención.
Para interrumpir o reducir ese proceso, los gobiernos de esa región adoptaron programas de acción nacionales y crearon órganos de coordinación para impulsar la aplicación de la Convención.
Las autoridades africanas señalan la insuficiencia de la ayuda financiera y técnica de los países del Norte industrializado. Por una perversa combinación, la desertización es más grave en el continente menos desarrollado y más pobre del planeta, que acumula problemas y escasez de recursos.
Sin embargo, ese tipo de degradación de las tierras es una cuestión presente en todos los continentes, afectando a casi 1.000 millones de habitantes en 110 países y 70 por ciento de las tierras áridas de uso agrícola en el mundo.
El mal uso del suelo y de las aguas, la tala de árboles, la erosión y otras prácticas no sustentables amenazan con multiplicar los arenales de manera incontrolable, poniendo en riesgo la vida de millones de personas y obligándolas a buscar mejor suerte en otros países.
Recife fue elegida como sede de este tercer período de sesiones de la Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas sobre Desertificación, por ubicarse en la región más amenazada de Brasil, con 17 millones de personas habitando en tierras semiáridas.
Ocho de los nueve estados del nordeste brasileño poseen áreas ya desertizadas o muy secas, que se ampliaron en los últimos años. Una fuerte sequía que se prolonga desde 1998 generó situaciones de emergencia social, lo cual obligó a la ayuda del gobierno central para atenuar la mortalidad por hambre.
Además de los programas africanos, la conferencia discutirá temas administrativos, como las actividades del Mecanismo Global, órgano creado para buscar y canalizar fondos destinados a los países en desarrollo en lucha contra la desertización.
El Mecanismo actúa bajo gestión ejecutiva del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, agencia de la Organización de las Naciones Unidas volcada a la asistencia a los campesinos más pobres, elegida para la función en 1997.
Sistemas de pronta alerta ante los desastres climáticos, perfeccionamiento de indicadores de degradación del suelo y un informe de conocimientos sobre manejo de ecosistemas de tierras secas son otros asuntos de la conferencia, que serán presentados por grupos de expertos.
En reuniones paralelas, cerca de 60 parlamentarios de distintos países debatirán posibles contribuciones legislativas a la Convención y unas 300 organizaciones no gubernamentales brasileñas se reunirán en el foro denominado Articulación de la Sociedad Civil.
Experiencias y soluciones para convivir con la sequía en el nordeste brasileño constituyen el tema central del foro paralelo. (FIN/IPS/mo/dm/en/99
