Funcionarios de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) urgieron a Indonesia a brindarles libre acceso a cientos de miles de timorenses orientales que se encuentran en la región indonesia de Timor Occidental.
La titular del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Sadako Ogata, envió una carta al gobierno indonesio protestando por los planes de Yakarta de registrar timorenses orientales en Timor Occidental sin supervisión internacional.
"En el interés de la población desplazada y la credibilidad de la operación de retorno, ACNUR debe tener acceso irrestricto a todas las personas desplazadas, cuyas decisiones deben ser expresión de libre albedrío internacionalmente confirmado", expresó la carta.
El vocero de la ONU, Fred Ekhard, dijo que las autoridades indonesias están pidiendo a los timorenses orientales refugiados en Timor Occidental que se registren antes de que puedan ser repatriados.
En los formularios de registro se les pregunta a los desplazados si quieren o no regresar a Timor Oriental, quedar en Timor Occidental o ser transferidos a otro lugar de Indonesia, explicó Ekhard.
Funcionarios de la ONU están preocupados por la presencia y posible control de los campamentos de milicias proindonesias, culpables de la ola de violencia desatada desde que los timorenses orientales optaron por la independencia el 30 de agosto.
"Bajo las actuales circunstancias, no existe ni siquiera la mínima garantía de que esa gente pueda contestar libremente", apuntó un comunicado de ACNUR.
El ex presidente estadounidense Jimmy Carter, cuyo centro basado en Atlanta supervisó el sufragio de agosto, expresó que la necesidad de acceso a los campamentos de Timor Occidental se hizo crítica tras informes de que las milicias ejecutaron a refugiados y reclutaron varones por la fuerza.
"Me preocupa profundamente que muchos campamentos de refugiados en distintas partes de Indonesia se encuentren bajo el control de las milicias armadas de Timor Oriental que, en algunas instancias, han estado apoyadas activamente por policías y militares indonesios", manifestó Carter.
Carter agregó que luego de tres semanas de permanencia en los campamentos, los refugiados merecen regresar a sus hogares si eso es lo que quieren.
"El gobierno de Jakarta debe asegurar que todos los residentes timorenses o refugiados, no importa donde se encuentren en Indonesia, estén protegidos por la policía y los gobiernos locales", agregó.
Funcionarios indonesios dijeron que alrededor de 250.000 timorenses orientales se refugiaron en campamentos de Kupang, Atambua y otras partes de Timor Occidental desde el estallido de violencia del mes pasado.
Si bien Jakarta aseguró que los refugiados quieren ser protegidos de la violencia por Indonesia, aceptó el domingo repatriar rápidamente a los desplazados y brindar, tanto a la Cruz Roja como ACNUR, acceso a los campos.
ACNUR dijo que esperaba transportar por avión a Timor Oriental, "en pocos días", a los refugiados que quieran volver, pero hasta ahora no hay señales que la agencia obtenga pleno acceso a los campos para ver a los desplazados.
Xanana Gusmao, el líder del movimiento independentista de Timor Oriental, declaró a la prensa la semana pasada que los refugiados están retenidos en "campos de concentración" y en terribles condiciones y deben retornar inmediatamente.
"Viven aterrorizados, en condiciones de salud y seguridad muy malas", señaló Gusmao.
Los funcionarios aquí se preguntan porqué Indonesia retiene a los refugiados pese a las claras evidencias que muchos miles de timorenses orientales quieren regresar a sus hogares.
El Centro Carter en Atlanta teme que Indonesia trate de reubicar a los refugiados en otras partes del país, incluyendo la isla de Sulawesi y el propio Timor Occidental.
Si bien la fuerza internacional para Timor Oriental liderada por Australia, o Interfet, ahora controla gran parte de la isla, funcionarios de la ONU manifestaron su preocupación porque muchas poblaciones se encontraron sin gente.
En Liquica, solo entre 15.000 y 20.000 personas de una población de 50.000 viven en áreas vecinas, dijo ACNUR. Gran parte de la gente ha estado viviendo de frutas silvestres en las colinas desde mediados de septiembre, agregó la agencia.
Un equipo de ACNUR también encontró las aldeas de Luidapar y Maubere "desiertas", y la poca gente que quedaba informó que los habitantes de los pueblos vecinos fueron trasladados a la ciudad de Atambua, en Timor Occidental.
El miércoles, el obispo Carlos Ximenes Belo, premio Nobel y diocesano de Timor Oriental, regresó a Dili, la capital de la isla, y urgió a la gente a volver a sus casas desde sus escondrijos en colinas y montes.
Un incidente armado ocurrido el miércoles, en el cual oficiales de Interfet abatieron a dos paramilitares cerca de la población de Suai, evidenciaron la persistencia del peligro, especialmente en las partes occidentales de Timor Oriental. (FIN/IPS/tra- en/fah/mk/ego-mlm/hd-pr/99