La captura de la merluza hubsi superó los límites recomendados para asegurar la supervivencia de esa especie, que abundaba en las aguas de Argentina y representaba un alimento económico para la población.
Líderes ambientalistas, capitanes de barcos de ultramar, trabajadores marítimos y empresarios pesqueros reclaman que se prohiba la pesca de merluza y se estimule la captura de calamar, para lo cual habría que congelar el otorgamiento de licencias a pescadores de Asia.
La pesca tuvo fuerte desarrollo en Argentina en los años 90. Las exportaciones se incrementaron de 250 millones de dólares en 1987 a 1.200 millones 10 años después, pero con la sobreexplotación, el caladero emite señales de alarma.
La merluza hubsi era el recurso más abundante en estas aguas, seguido del calamar illex. La mayoría de los pescadores argentinos tienen buques fresqueros, que mantienen fresca su captura hasta entregarla en la costa, donde es procesada.
Las empresas extranjeras, en cambio, utilizan buques congeladores, que procesan la pesca a bordo, y, de acuerdo con las observaciones de los ambientalistas, son más depredadores.
Según el Instituto Nacional de Desarrollo Pesquero, en 1998 se debía obtener no más de 400.000 toneladas de merluza, para permitir la recuperación de la biomasa crítica, que es el mínimo necesario para garantizar la reproducción de la especie. Pero la captura superó 50 por ciento el límite fijado, sin contar el subregistro que siempre existe.
Para este año, el organismo recomendó no pasar de las 200.000 toneladas, dada la merma observada en los caladeros. Los propios pescadores señalan con preocupación que antes volvían en el día con las bodegas colmadas, y ahora deben permanecer en ultramar varios días y no logran obtener las cantidades de otras épocas.
Sin embargo, el afán por seguir en el negocio llevó a que en apenas cinco meses la marca recomendada por el Instituto de Desarrollo Pesquero fuera superada. Las autoridades declararon entonces la emergencia pesquera, en junio, y virtualmente prohibieron la captura.
La norma tuvo no obstante algunas excepciones, que se conocieron luego, en la reglamentación. Dirigentes ambientalistas observaron que el gobierno actuó bajo presión, optando por postergar la resolución del problema.
En primer lugar, se mantuvo el permiso para buques congeladores que operasen al sur del paralelo 48, y se abrió una cuota extra de 50.000 toneladas de merluza para todos, que ya también fueron alcanzadas. No obstante, la pesca continúa.
En diálogo con IPS, Juan Carlos Villalonga, de la organización ambientalista internacional Greenpeace, señaló que hay numerosos buques congeladores que salen a pescar merluza al norte del paralelo 48.
Activistas de Greenpeace intentan hace meses llamar la atención de las autoridades y del público, arrojándose a las aguas en los puertos para impedir que los buques zarpen. Aunque por ahora, sólo han obtenido en respuesta golpes de la tripulación de los barcos y chorros de agua a presión sobre sus botes inflables.
"Greenpeace recomendó cerrar el caladero, pero para evitar el impacto económico y social que tendría una medida de este tipo en la actividad, se requiere un subsidio del Estado para mantener a empresas y trabajadores hasta tanto se recupere la especie", explicó Villalonga.
La propuesta intenta proteger la fuente de trabajo de unas 30.000 personas, preservando en primer lugar la especie. "Es difícil que los gremios salgan a pedir que cierre el caladero, porque saben que se quedarán sin trabajo", reconoció Villalonga.
Por eso, los activistas reorientaron su reclamo y proponen "diversificar la pesca" hacia otras especies menos presionadas. Esta iniciativa también es resistida.
Greenpeace aconseja prohibir totalmente la pesca de merluza y reemplazarla por la captura de calamar illex.
Sesenta por ciento de las 260.000 toneladas de calamar que se explotan en mares argentinos son capturadas por empresas del país, pero 40 por ciento de los barcos ingresan en el caladero por el sistema de "charteo", procedentes de Corea del Sur, Japón y Taiwán.
Villalonga aseguró que todos los actores de la actividad, empresarios, trabajadores y capitanes, coinciden en la alternativa de suspender el otorgamiento de licencias a esos buques, pero esa iniciativa no es compartida por el gobierno.
Según aseguraron, hay un decreto a la firma del presidente Carlos Menem -que entregará el gobierno en diciembre- para permitir el otorgamiento de nuevas licencias de "charteo" a un centenar de buques asiáticos para que pesquen calamar en el 2000. (FIN/IPS/mv/ff/en/99