PAKISTAN: Golpe militar es el primero de la década en Asia

El golpe militar de esta semana en Pakistán fue el primero de la década en toda Asia, y se espera que el último de un siglo marcado por sangrientos derrocamientos de gobiernos civiles.

Tras el rápido e incruento golpe del martes contra el primer ministro Nawaz Sharif, Pakistán quedó en una situación similar a la de Birmania, que era el único país del continente gobernado por militares.

El jefe del ejército de Pakistán, general Pervez Musharraf, destituyó a todos los miembros del gobierno federal y los cuatro provinciales, y este jueves disolvió el parlamento sin dar explicaciones.

Una vez más, el ejército paquistaní demostró ser el brazo más poderoso de la clase dirigente. Durante 25 años ocupó el poder, y directa o indirectamente manipuló el derrocamiento de cada gobierno elegido desde el fin del régimen militar, en 1988.

Esta semana utilizó métodos extraconstitucionales para expulsar a Sharif y "salvar al país", según dijo Musharraf por televisión en la madrugada del miércoles.

El jefe del ejército acusó a Sharif de servir a sus propios intereses y destruir todas las instituciones. "Las Fuerzas Armadas actuaron como último recurso", afirmó.

Los líderes golpistas siempre han justificado su proceder de esta forma. El jefe del ejército de Indonesia, general Wiranto, y el de Birmania, general Than Shwe, utilizaron argumentos similares.

Al igual que las Fuerzas Armadas de Pakistán, las de Indonesia son una presencia muy influyente que ningún gobierno que pretenda durar en el poder elegiría ignorar.

El general Wiranto es a la vez ministro de Defensa y jefe del ejército. Ahora, el asediado presidente Jusuf Habibie lo eligió como su compañero de fórmula para las próximas elecciones.

Habibie es consciente de que sus posibilidades de ser reelegido el 20 de octubre por la Asamblea Consultiva dependen de los militares, que controlan 38 escaños.

En Birmania, los generales que tomaron el poder en 1988 se autodenominaron Consejo Estatal para la Restauración de la Ley y el Orden, un nombre que se volvió sinónimo de brutal represión de activistas por la democracia.

A fines de 1997, el nombre fue cambiado a Consejo Estatal de Paz y Desarrollo, y los militares anunciaron su intención de permanecer en el poder "hasta que la anarquía y las manifestaciones" estuvieran bajo control.

Actualmente, el gobierno birmano sigue encabezado por un militar, el general Than Shwe, que emitió nuevas normas para garantizar la permanencia de las Fuerzas Armadas en el poder.

Shwe encabeza un gabinete de 40 miembros, de los cuales 28 son oficiales militares. El canciller Ohn Gyaw es el único civil que ocupa un alto cargo de gobierno.

El encargado de mantener a raya a la oposición es el jefe de la policía secreta, teniente general Khin Nyunt. Muchos lo consideran más poderoso que el propio primer ministro, aunque oficialmente ocupa el puesto de primer secretario.

Aung San Suu Kyi, hija del líder de la independencia Aung San, encabeza el movimiento por la democracia, pero los militares la recluyeron en su casa.

Suu Kyi, galardonada con el premio Nobel de la Paz, fue colocada bajo prisión domiciliaria por primera vez en julio de 1989 por violar la prohibición de organizar manifestaciones, y permaneció incomunicada durante seis años.

La líder había regresado de Gran Bretaña para hacer campaña por el retorno al régimen civil, y en las elecciones de mayo de 1990 triunfó por abrumadora mayoría su Liga Nacional por la Democracia, mientras ella permanecía en prisión.

Pero los militares se negaron a entregar el poder y detuvieron a todos los líderes opositores. Las Fuerzas Armadas todavía gobiernan Birmania con mano de hierro.

Mientras, Bangladesh y Filipinas pudieron superar en los años 90 su pasado de regímenes militares.

Los gobiernos civiles de ambos países asiáticos pudieron completar sus mandatos, aunque el ejército filipino intentó desestabilizarlo.

Corazón Aquino fue elegida presidenta en 1986 tras el derrocamiento del dictador Ferdinand Marcos, y pudo completar su mandato de seis años pese a siete intentos de golpe de Estado por las Fuerzas Armadas.

En Bangladesh, el poder pasó a manos civiles en diciembre de 1990 luego de la expulsión del poder del general Hussain Mohammed Ershad por iniciativa de partidos opositores encabezados por dos mujeres, Kaleda Zia y la actual primera ministra Sheikh Hasina, que en esa ocasión estuvieron unidas aunque son enemigas declaradas.

La dura rivalidad entre ambas líderes afectó la economía nacional con frecuencia, con convocatorias a huelga de una contra la otra, pero el ejército se abstuvo de involucrarse. (FIN/IPS/tra-en/ni/an/mlm/ip/99

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