PAKISTAN: Gobierno de Sharif culpado de provocar golpe

El Parlamento de Pakistán fue clausurado hoy por las Fuerzas Armadas, mientras la opinión pública culpa al primer ministro Nawaz Sharif de haber provocado con su conducta el golpe de Estado que lo depuso el martes.

Sus múltiples opositores políticos y el público culpan al gobierno por la vuelta de los militares al poder, mientras organizaciones de la sociedad civil y activistas de los derechos humanos temen por el futuro de la democracia.

Un comunicado de prensa señaló que Sharif, su hermano Shahbaz, ministro en jefe del estado de Punjab, y colaboradores, entre ellos el ministro de Información Mushahid Hussain, se encuentran bajo "detención preventiva".

Aunque el Parlamento fue cerrado este jueves, el jefe del ejército y líder del golpe, general Pervez Musharraf, no decretó la ley marcial ni designó a un gobierno interino, lo cual creó incertidumbre sobre la evolución de la situación política en el país.

Musharraf tiene la opción de dirigir el país, formar un gobierno de consenso nacional o solicitar al Parlamento que elija a un gobernante. Lo único que prometió el general es que pronto divulgará una declaración política.

La popularidad de Sharif, cuyo partido Liga Musulmana ganó las elecciones generales de febrero de 1997 por abrumadora mayoría, descendió drásticamente en los últimos meses.

Una alianza opositora de 19 partidos solicitó su renuncia en reiteradas ocasiones acusándolo de corrupción y mal gobierno, subversión de la democracia y concentración del poder en manos de su familia y amigos.

Sharif es un producto del ejército y los políticos que no cumplen sus compromisos deberían, en un sistema democrático funcional, ser expulsados por otros políticos, comentó a un diario británico la activista Asma Jehangir.

Pero este, por desgracia, no ha sido el caso en la turbulenta historia de Pakistán, agregó.

Los militares gobernaron durante 25 de los 52 años de historia paquistaní, y cinco gobiernos electos fueron destituidos desde 1985 con el apoyo directo o indirecto de las Fuerzas Armadas, el verdadero poder detrás del trono en este país.

Los opositores políticos de Sharif están exultantes.

"Dividía al ejército con sus políticas de poca visión. Sus errores obligaron a los militares a tomar el poder. Felicito al ejército cien veces por eliminar a este gobernante fascista", dijo Tahirul Qadri, presidente del islámico Movimiento Popular, integrante de la Gran Alianza Democrática formada el mes pasado con el objetivo de expulsar a Sharif.

Hasta el momento no hubo protestas en Pakistán contra el golpe, ni siquiera en Lahore, la ciudad natal de Sharif.

Por el contrario, un informe de prensa señaló que toneladas de dulces fueron distribuidos en Lahore en señal de júbilo tras el golpe por una facción de la Liga Musulmana que apoya a Mian Azhar, un alto dirigente destituido por Sharif.

El golpe tuvo lugar poco después de que Sharif depusiera a Musharraf y designara como jefe del ejército al director de los servicios de inteligencia militar general Ziauddin.

A medida que los soldados se trasladaban por las ciudades el martes, muchos paquistaníes bailaban en las calles y portaban banderas, en celebración del derrocamiento de Sharif.

El Partido Popular de Pakistán (PPP), el principal grupo opositor del país, tampoco denunció el golpe militar y en su lugar culpó a Sharif por empujar al ejército a tomar esta medida extrema.

"Esperamos que la intervención militar sea breve y que se den los pasos para que Pakistán vuelva al gobierno civil y la democracia", dijo en una entrevista un portavoz del partido.

La impresión generalizada es que Musharraf también se oponía al cambio de actitud de Sharif sobre la cuestión afgana.

Sharif sostenía que "terroristas" entrenados por el movimiento fundamentalista islámico Talibán, que gobierna la mayor parte de Afganistán, son responsables de la ola de matanzas que causaron 50 muertos en las últimas tres semanas en este país.

El primer ministro había exigido que Taliban clausurara inmediatamente los campamentos de entrenamiento y que cortara la exportación del terrorismo a Pakistán.

Sharif, bajo la presión de Estados Unidos, accedió a atenuar los lazos estratégicos que Pakistán mantenía desde hace años con el Taliban.

Esa decisión podría haber provocado una crisis de seguridad interna porque Talibán está muy enraizado en el cada vez más activista clero paquistaní, según fuentes militares citadas por el diario The News.

Aunque la sensación general es de júbilo, existe el temor de que el ejército se aferre al poder.

"Los militares hicieron bien al expulsar al gobierno fascista, pero no tienen el derecho de seguir. Deben entregar el poder a un gobierno civil lo antes posible", opinó Afsarul Mulk, legislador entre 1994 y 1996.

No obstante, no todos opinan igual. "Es una lástima que nuestros compatriotas, incluso los partidos políticos democráticos, consideren a los militares como el Mesías y que pidan su intervención por cuestiones que se deben resolver en forma política y democrática", dijo Daudur Rahim, director de una agencia de noticias.

Pero otro crítico del gobierno de Sharif, Zafar Mirza, director de La Red, un grupo activista por los derechos de la salud, dijo que en estas circunstancias el golpe del ejército era inevitable.

Políticos, que solicitaron reserva sobre sus nombres, señalaron que podrían recurrir ante la Corte Suprema de Justicia porque Musharraf fue destituido por Sharif y su posterior golpe de Estado viola la Constitución. (FIN/IPS/tra-en/mr/an/aq/ip/99

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