A comienzos de este año, los "cascos azules" de las fuerzas de paz de la ONU parecían un ejército en retirada, luego de que el foro mundial diera por terminadas sus prolongadas misiones en Angola y Macedonia. Pero la situación cambió en forma repentina.
El Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se dispone a aprobar el envío de 6.000 soldados a Sierra Leona, en la primera gran operación africana de la organización desde sus humillantes retiradas de Ruanda, devastada por el genocidio, y de la anárquica Somalia.
El Consejo tambien está listo para una importante misión de paz en Timor Oriental, donde se prevé que un contingente de la ONU reemplace dentro de unos cuatro meses a la Fuerza Internacional de Paz (Interfet) encabezada por Australia.
Algunos funcionarios de la ONU en Nueva York estimaron que la misión encargada de brindar un gobierno de transición a Timor Oriental podría mantenerse allí durante unos tres años.
Se está considerando el envío de otras misiones a lugares en los cuales se desarrollan conflictos tan complejos e intensos que se había considerado muy difícil lograr una decisión del Consejo, en especial en República Democrática del Congo (RDC) y la frontera entre Etiopía y Eritrea.
¿Qué pasó? ¿Es que cambió de repente la reputación de los cascos azules, tan vapuleada durante los años 90 por el fracaso de las misiones en Angola, Bosnia-Herzegovina, Ruanda y Somalia?
No ocurrió exactamente eso, pero es probable que muchos países hayan pensado que si la opción se planteaba entre involucrar a la ONU y la inactividad, los casos azules merecían una nueva oportunidad.
El cambio de actitud registrado en muchos casos recientes, en especial por parte de países europeos, se ha debido a la intención de reemplazar a fatigadas y empobrecidas fuerzas locales con eficaces misiones de la ONU, que tengan mandatos relativamente modestos.
Estos objetivos son muy distintos a los que se plantearon durante la oleada de operaciones de la ONU de comienzos de los años 90. A mediados de esta década, el foro mundial mantenía 17 misiones de mantenimiento de la paz, que involucraban a más de 70.000 personas.
Varios países europeos, entre las cuales fue decisivo Gran Bretaña, decidieron en las últimas semanas respaldar el envío a Sierra Leona de una fuerza de la ONU de 6.000 integrantes, para evitar que ese país vuelva al caos cuando se retiren los 12.000 soldados, sobre todo nigerianos, de la fuerza regional ECOMOG.
La ECOMOG depende de la Comunidad Económica de Estados de Africa Occidental.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, dijo que ya era hora de reemplazar a las tropas de la ECOMOG, en especial después de que el presidente de Nigeria, Olusegun Obasanjo, decidiera en agosto una reducción gradual de esa fuerza, que le restará 2.000 soldados por mes hasta diciembre.
Ante la posibilidad de una masiva retirada de las tropas de Nigeria, que ese país está tratando de superar una grave crisis económica, las potencias occidentales cambiaron rápidamente de opinión sobre las misiones de mantenimiento de la paz de la ONU.
Fue revelador que el embajador de Estados Unidos ante la ONU, Richard Holbrooke, anunciara esta semana que apoyaba el envío de una misión a Sierra Leona, al cual se siguen oponiendo el Departamento de Estado y el Pentágono (ministerio de Defensa) estadounidenses.
De todas maneras, no habrá participación de tropas de Estados Unidos en esa misión.
"La ECOMOG soportó el peso de la situación durante demasiado tiempo. Asegurémonos de que la misión cuyo envío disponga el Consejo tenga 'color azul', sea autorizada, administrada y financiada por la ONU, y se integre pronto con lo que queda de la ECOMOG en Sierra Leona", dijo el canciller canadiense, Lloyd Axworthy.
Las palabras de Axworthy sonaron como una ratificación del valor de los cascos azules, pero también aludieron a las consideraciones económicas que están en la base de la propuesta de envíar una misión de la ONU
Que esa fuerza sea "administrada y financiada por la ONU" significa que Nigeria ya no tendrá que cargar con los costos de garantizar la inestable paz entre el gobierno de Sierra Leona y los insurgentes del Frente Revolucionario Unido.
Por otra parte, si las fuerzas de la ECOMOG se integran a la misión de la ONU, el mantenimiento de varios miles de soldados nigerianos en Sierra Leona quedará a cargo del foro mundial, al igual que la supervisión de sus acciones.
Es previsible que se elaboren planes similares para Timor Oriental, donde la mayor parte del peso de la operación Interfet, que prevé desplegar más de 7.000 hombres durante este mes, ha correspondido a Australia.
La presencia de una fuerza de la ONU en Timor Oriental disminuiría los compromisos económicos de Australia y de varios países asiáticos, y trasladaría la responsabilidad a Estados Unidos, que se comprometió a pagar 31 por ciento de los costos de esa misión, y a naciones europeas.
El primer ministro de Malasia, Mahathir Mohamad, había advertido que su país no estaba en condiciones de "enviar tropas (a Timor Oriental) y además pagar" por su mantenimiento allí.
La fuerza multinacional de la ONU significaría también la presencia en Timor Oriental de más soldados provenientes de países asiáticos y menos australianos, y esto aplacaría la preocupación manifestada por países como Malasia y Tailandia por la intervención de Australia en la región.
Es discutible, sin embargo, que una misión de la ONU sea más eficaz en Timor Oriental que la Interfet, cuya acción logró en menos de dos semanas restablecer la seguridad en amplias zonas de ese territorio.
Los activistas partidarios de la independencia de Timor Oriental, incluyendo a José Ramos Horta, Premio Nobel de la Paz, han dudado públicamente de la eficacia del envío a ese territorio de tropas asiáticas, y han declarado que "no las necesitan".
Es inevitable que la constitución de una fuerza multinacional de la ONU se complique a causa de fatores geopolíticos e intereses nacionales antagónicos. Esa es una de las razones por la cual la nueva ola de tropas de la ONU podría afrontar los mismos problemas que la anterior.
Annan, quien es el jefe formal de las operaciones de paz, admitió que a veces las misiones reciben mandatos que no pueden ser cumplidos por escasez de recursos, como ocurrió en el caso de la fuerza enviada a Yugoslavia.
Muchos funcionarios de la ONU piensan que el peor ejemplo fue la creación de seis áreas de seguridad en Bosnia-Herzegovina, donde tropas escasas del foro mundial, con armamento liviano, fueron derrotadas en 1995 por las fuerzas bosnioserbias, que mataron a miles de civiles en Srebrenica y Zepa.
Otros ejemplos son igualmente perturbadores. El almirante estadounidense Jonathan Howe, jefe de la operación de la ONU en Somalia, lanzó en 1993 una campaña fallida y tremendamente destructiva para capturar a Mohammed Farah Aideed, jefe de uno de los principales clanes beligerantes.
La campaña devastó partes de la capital, Mogadishu, y causó la muerte de dos soldados estadounidenses, que a su vez determinó una disminución del apoyo de Washington a las misiones de la ONU.
Esos fracasos han enseñado a la ONU a caminar con cuidado y evitar la presunción de que el despliegue de cascos azules es en sí mismo una solución. Está por verse si esas enseñanzas servirán una vez que las tropas de la ONU releven a fuerzas de paz regionales en Africa occidental e islas del Pacífico. (FIN/IPS/tra- en/fah/mk/ego/mp/ip/99)