El hacinamiento y la insalubridad en la cárcel de la capital de Tabasco, en el sudeste de México, agudizados por los desastres climáticos de las últimas semanas, generaron un clima de violencia que alcanzó su punto crítico tras la muerte de nueve reclusos.
El cuarto motín ocurrido en los últimos diez días en la prisión de Villahermosa, 850 kilómetros al sudeste de la capital mexicana, habría causado el viernes 19 muertos, tres heridos e instaurado el terror entre la población carcelaria, señalaron portavoces no oficiales.
La crisis en la penitenciaría estatal comenzó hace dos semanas, cuando varias celdas y el patio central se inundaron a causa de las lluvias que azotaron Tabasco y otros estados del centro, oriente y sur de México, con saldo de 377 muertos hasta este sábado.
Un grupo de 20 internos que intentaba escapar tomó por asalto el banco de armas del penal y, provisto además con machetes y cuchillos, incendió oficinas y destruyó expedientes.
En el centro de readaptación de Villahermosa, construido para albergar a unas 800 personas, están alojados más de 1.850 presos, que exigen ser trasladados de inmediato ante el agravamiento de las condiciones de vida.
La Comisión Estatal de Derechos Humanos advirtió desde que se registró el primer incidente, de los riesgos de que se suscitaran enfrentamientos graves, debido al hacinamiento y la frágil seguridad policial en el lugar.
Familiares y reclusos de la cárcel tabasqueña protagonizaron furiosas protestas en demanda de que sean reubicados.
La crisis generada por las protestas en los alrededores del penal y el agravamiento de la insalubridad interna obligó finalmente al traslado de gran parte de los presos, en operaciones efectuadas desde hace tres días bajo estrictas medidas de seguridad.
Las autoridades penitenciarias locales reconocieron que la situación era de caos total, debido a que los amotinados mantenían el control del penal hasta este sábado. Ni siquiera los bomberos pudieron actuar para sofocar el fuego que se produjo durante los desmanes.
Además, el rescate de los cadáveres de los detenidos que fueron muertos durante la rebelión estuvo a cargo de un grupo de buzos, debido a que las inundaciones por las torrenciales lluvias alcanzaron hasta un metro y medio en algunas áreas de la cárcel.
Unos 300 soldados, de los 9.000 estacionados en Tabasco, intentan levantar una muralla de sacos de arena de dos metros de altura y 900 metros de largo para aislar el penal, pero las lluvias les impiden concluir la labor.
En las afueras, familiares de los presos, en su mayoría mujeres, esperan empapadas de agua hasta conocer la suerte de sus esposos, hermanos o padres.
Decenas de mujeres, entre llantos y gritos, vieron a la policía sacar los cadáveres envueltos en bolsas de plástico, sin que se les permitiera acercarse para identificarlos.
Los parientes de los presos llaman la atención sobre las circunstancias de peligro y la falta de atención, que permitieron a la violencia extender su imperio en la cárcel de Villahermosa.
En la ciudad de México, las nueve cárceles instaladas con una capacidad para 14.479 internos registraban una sobrepoblación de 30 por ciento a principios de año, mientras las autoridades esperan que el número de reclusos llegue a 20.000 antes de fin de año.
El subsecretario de Gobierno de la capital, Leonel Godoy, afirmó que hace 26 años que no se construye un centro penitenciario en la ciudad y han transcurrido otros 28 sin modificar la ley que rige los penales.
En tal caso, no sólo hay rezago en la construcción de más espacios para detención, "sino también el marco jurídico", destacó Godoy, del centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática, en el gobierno municipal desde que se celebraron las primeras elecciones en la capital en 1997.
En los penales de máxima seguridad, como el de Puente Grande, en el occidental estado de Jalisco, y el de Almoloya de Juárez, en el estado de México, lindante con la capital del país, se cometen 50 tipos distintos de violaciones a los derechos humanos.
La comisión estatal en la materia denunció que las autoridades penitenciarias pretenden justificar la represión que se ejerce contra los reclusos, tras el argumento de mantener la disciplina.
Un informe oficial del organismo sostuvo que los internos son obligados a ingerir psicofármacos y a usar camisas de fuerza, mientras sus visitantes deben soportar humillaciones y tratos de crueldad.
Analistas locales han advertido de la bomba de tiempo que representan las cárceles en México y la urgencia de ajustar los sistemas penitenciarios a fin de evitar que el problema alcance niveles como los registrados en otros países, como Venezuela.
En las cárceles venezolanas, catalogadas entre las más violentas del mundo, todos los días muere asesinado un recluso y otros cinco resultan heridos de bala o arma blanca, de acuerdo con estadísticas oficiales.
Las intensas lluvias que cayeron en los últimos días en el sudeste de México, convirtieron a Tabasco en una ciudad sitiada por el agua.
Tras 48 horas ininterrumpidas de precipitaciones fluviales, la situación se tornó ahora más dramática que hace más de dos semanas.
La situación podría empeorar aun más, debido a que será abierta una compuerta de la saturada represa Peñitas y el nivel de agua del curso fluvial podría aumentar 50 por ciento.
"Lo importante ahora es salvar vidas. No permitiremos que nadie se quede en las zonas que van a ser inundadas, luego vendrá el momento de la reconstrucción", dijo en un esfuerzo por tranquilizar a los tabasqueños el gobernador Víctor Barceló. (FIN/IPS/pf/dm/ip/99