IPS: ¿Cuáles son las fronteras más urgentes para la investigación médica en el mundo en desarrollo?
CONVIT: A mi me parece fundamental el desarrollo de la epidemiología, el desarrollo de estudios inmunológicos y la creación de nuevos medicamentos, en especial para enfermedades que afectan esta parte del mundo. Para la malaria, por ejemplo, que sigue siendo un problema muy grave en muchos países.
Pero los principales centros de producción de medicamentos no se preocupan de este tipo de enfermedades, porque no ocurren en zonas de bonanza económica.
En una época hubo financiamiento para investigaciones sobre malaria, pero el fracaso de las pruebas hizo decaer el proceso. Incluso se ha detenido el esfuerzo por lograr una vacuna contra esa enfermedad, y esa es otra preocupación para el próximo siglo.
IPS: Entonces, ¿la búsqueda de soluciones para este tipo de enfermedades queda en manos de investigadores de los países en desarrollo?
CONVIT: Sería lo lógico, pero creo que es importante considerar un hecho: los países en desarrollo aún no han tomado plena conciencia de la importancia que tiene la investigación científica en la lucha contra el subdesarrollo.
Es necesario que eso penetre la política y la empresa, porque la ciencia en los países en desarrollo es primitiva, es un esfuerzo de unos pocos.
En Venezuela, por ejemplo, el número de investigadores es muy escaso, y eso demuestra que los gobiernos no le han dado importancia a este sector, especialmente en las universidades, que en estas regiones del mundo son embrionarias y tienen poca capacidad de trabajo.
En algunos países la situación podría cambiar, pero da la impresión de que costará trabajo que determinados políticos entiendan la situación. Y además debería producirse un cambio en la sociedad.
Para que una sociedad entienda la importancia de la investigación científica y la exija, tiene que evolucionar, se requiere un cambio cultural, de fondo. En este momento no se nota un ambiente de estímulo de la sociedad hacia sus investigadores.
IPS: Y usted, ¿cómo se ha sentido, en su búsqueda de cura para enfermedades?
CONVIT: Quizás he tenido suerte, porque formamos un grupo relativamente pequeño que desarrolla proyectos de salud pública y hemos tenido un cierto grado de apoyo, incluso internacional. Eso nos ha dado medios que otros no han tenido, pero aún así son insuficientes, parte de nuestro trabajo es pelear continuamente por los recursos.
Pero quisiera insistir en algo: el investigador de nuestros países debe tener una gran capacidad de lucha, porque además debe acarrear como un gran lastre la indiferencia social. La sociedad no está alerta ante su trabajo, no lo estimula.
La situación es compleja y difícil, y cuando logremos un cambio en este campo habremos hecho una verdadera revolución. Una revolución social, donde la sociedad también entienda su papel.
IPS: Hablemos de su trabajo. ¿Qué pasa con el combate contra la lepra y con la vacuna que diseñó su equipo?
CONVIT: En general se está utilizando quimioterapia contra la lepra. El paciente se cura en dos años, y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido que la recuperación es buena y las recaídas muy raras.
Al mismo tiempo, la vacuna es difícil de producir, porque combina la BCG (vacuna antituberculosa) con el microbacterium leprae cultivado en armadillos, que cuesta obtener, especialmente si se piensa en uso masivo.
Sin embargo, hay gente que insiste con la vacuna, porque ésta tiene tanto efecto terapéutico como preventivo en pacientes de riesgo.
El tratamiento con quimioterapia cura, pero los nuevos casos de lepra no disminuyen. En Venezuela hay 500 nuevos casos cada año, y en el muno debe estar alrededor de 800.000. La vacuna es objeto de experimentos en India, en Malawi.
IPS: ¿Y la vacuna contra la leshmaniasis?
CONVIT: Esa vacuna ya es de uso común a nivel terapéutico aquí, en Venezuela. Noventa por ciento de los pacientes se tratan con ella, porque a diferencia de las curas con quimioterapia, no provoca efectos secundarios.
Hay varios países del mundo que la están utilizando, y la comisión de nuevos medicamentos de la OMS tiene la intención de revisar esas experiencias.
IPS: ¿Hay algo que le gustaría lograr ahora, cuando hemos llegado prácticamente a los albores del siglo XXI?
CONVIT: Me gustaría que el mundo pudiera controlar la leshmaniasis. Hay dos formas, la cutánea y la visceral, esta última causante de muchas muertes, especialmente en países africanos.
Y creo que es posible lograrlo. Nosotros vamos a seguir trabajando en eso, ahora estamos trabajando en el mejoramiento de vacunas contra ambas versiones de esa enfermedad. Es una aspiración, y estamos acercándonos.
(La leishmaniasis es una enfermedad crónica causada por el protozoario leishmania y que es transmitido por la picadura de ciertos mosquitos hembra. Se caracteriza por fiebre, inflamación del hígado y los ganglios linfáticos, anemia y debilidad progresivas. Sin tratamiento, es una enfermedad mortal.
Se presenta en áreas rurales de regiones tropicales y subtropicales, en especial en China, Africa, América Latina, Asia meridional y Medio Oriente). (FIN/IPS/lc/ff/he/99