El Partido Bharatiya Janata (PBJ) del primer ministro de India, Atal Bihari Vajpayee, comenzó a desplegar su agenda sectaria hindú apenas dos semanas después de asumir su nuevo mandato a la cabeza de un gobierno de coalición.
El ministro de Educación Murli Manohar Joshi, un conocido radical hindú, procedió a reestructurar instituciones educativas, reformar programas y realizar cambios de manera totalmente arbitraria.
Su último objetivo es el marxismo, una de las cinco ideologías incluidas en el curso de Ciencia Política del grado final de enseñanza secundaria.
Repentinamente, la junta de educación eliminó al marxismo del programa curricular, que ahora sólo comprende el fascismo, el liberalismo, el gandhismo y el socialismo.
No se ofreció ninguna explicación. El motivo no puede ser que el marxismo tenga pocos seguidores tras el fin de la guerra fría, porque ese criterio también excluiría al gandhismo, que casi no tiene adeptos en la propia tierra donde nació Mahatma Gandhi, aunque su figura continúa siendo venerada.
Se sabe que el PBJ tiene especial rechazo por el marxismo y que muchos de sus ideólogos políticos admiran al fascismo y las doctrinas de pureza racial.
Este cambio sugiere una mentalidad estrecha y orientada a la censura, que desprecia una parte importante del patrimonio intelectual de la humanidad que tuvo un gran impacto en el movimiento de liberación de India y la formación de su intelectualidad.
El PBJ está determinado, y Joshi así lo recalcó, a reescribir los textos escolares de modo que reflejen "la gloria y la grandeza" de la antigua civilización hindú y a los actuales hindúes como víctimas de la reiterada "invasión" de fuerzas extranjeras hostiles.
Los líderes de la coalición de gobierno siempre han hecho afirmaciones extravagantes y sin fundamento sobre los logros de la antigua India en diversas áreas, desde el cálculo hasta la física nuclear y desde la química avanzada hasta la aeronáutica. Pero la historia es su obsesión.
"El principal objetivo del PBJ es la construcción de un enemigo. En el discurso lo lograron, pero deben concretarlo en la realidad. Para este fin, es muy importante la reelaboración de la historia, en especial en los textos escolares. La lucha del PBJ es más con la historia que con los partidos políticos", señaló el historiador Sumit Sarkar.
Para cumplir esta misión, denominada la "Larga marcha por las instituciones" del PBJ, Joshi colocó a la cabeza de los principales organismos educativos a simpatizantes o activistas de su partido o del Rastriya Swayan Sevak Sangh (RSSS).
El RSSS es una organización comunal parlamentaria vinculada al PBJ, considerada responsable de una serie de actos violentos, especialmente contra miembros de la minoría musulmana.
El PBJ intenta aparecer como un partido moderado con una agenda económica neoliberal, y así es visto por muchos gobiernos de Occidente, incluido Estados Unidos, pero en realidad su agenda es mucho más compleja, y dista mucho de ser moderada.
La señal más clara de ello es la campaña lanzada por el Consejo de Hindúes del Mundo y su organización madre, la RSSS, contra el papa Juan Pablo II, que visitará India el mes próximo.
Ambas organizaciones exigen una disculpa de la Iglesia Católica por haber "convertido por la fuerza" a un gran número de hindúes al cristianismo durante el período colonial, y han realizado ataques contra propiedades de esa iglesia y difamado a otras religiones.
A comienzos de este año, un médico misionero australiano y sus dos hijos fueron quemados vivos por una multitud encabezada por nacionalistas hindúes.
El cristianismo en India es más antiguo que en Europa, pero actualmente, los cristianos representan poco más de dos por ciento de la población nacional.
Existen pocas pruebas históricas de las conversiones forzosas. Gran parte de los cristianos indios, especialmente en el sur, se convirtieron voluntariamente para escapar a la humillación del sistema hindú de castas.
El PBJ, que retornó al poder este mes para un segundo mandato bajo la promesa de un gobierno consensual con sus 23 aliados, no ha hecho nada para detener las acciones fanáticas de sus afiliados hindúes.
Vajpayee no ha dicho una sola palabra sobre la campaña contra el cristianismo, y el gobierno no invocó ni una sola vez el principio de laicidad, consagrado en la Constitución. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/mlm/ip-hd/99