Entre los miles de sitios de Internet, hay uno que recibe a los visitantes con un elogio de Adolfo Hitler y luego lanza una diatriba antisemita, antes de declarar que no es racista.
Una discusión dentro del sitio lanza denuestos contra los judíos y declara que "los cristianos han sido tomados por tontos y engañados, tal como nos previno la Biblia. No sea tonto por culpa de los judíos de hoy…, son engañadores, mentirosos, anticristos y anticristianos".
Otro sitio escupe un torrente de insultos contra los afroestadounidenses. Alguien que se autodenomina Ku Klux Klan declara que "los negros inventaron el pillaje de autos", y luego ataca cualquier sistema político que no coincida con el punto de vista de la extrema derecha.
Esas declaraciones corrosivas jamás serían permitidas en las páginas de la mayoría de los diarios del mundo porque serían catalogadas como "incitadoras al odio" y rechazadas por los editores más renombrados.
Sin embargo, en la nueva era informática de Internet todo está permitido.
El hecho de que el espacio cibernético de Internet permita completa libertad de expresión, irrestricta e ingobernable, y cualquiera pueda promover la causa que le dé la gana, despierta cada vez más preocupación entre defensores de derechos humanos.
"La capacidad de grupos promotores del odio de valerse de Internet para reclutar adeptos ha hecho más fácil la propagación de información errónea y la incitación anónima a la violencia", dijo Karen Narasaki, directora ejecutiva del Consorcio Legal Nacional Asiático-Pacífico-Americano (NAPALC, en su sigla inglesa).
"Estamos analizando muchas cuestiones planteadas por Internet. Algunos países, como Canadá, tienen excepciones específicas en su tutelaje de la libertad de expresión para los discursos que incitan al odio", apuntó Narasaki en una entrevista realizada por correo electrónico.
"No obstante, el hecho que ciudadanos canadienses pueden cruzar fácilmente la frontera e instalar ciberespacios promotores del odio en Estados Unidos hace mucho más difícil para Canadá hacer respetar sus leyes. El problema de la incitación a la violencia a través de Internet se debe resolver a nivel global y no sólo en Estados Unidos", dijo.
No obstante, la violencia racial sigue existiendo en Estados Unidos, donde los ataques incendiarios contra iglesias de afroestadounidenses han alcanzado el peor nivel desde los años 60.
La organización de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) informó que no menos de 41 personas fueron asesinadas en Europa el año pasado como resultado de la violencia racial. Sólo en Gran Bretaña se produjeron 130.000 incidentes relacionados con el racismo en los últimos 12 meses.
Estas estadísticas preocupan a activistas de derechos humanos, que tratan de hacer de Internet un lugar más amistoso, al mismo tiempo que preservar el derecho democrático de la libertad de expresión.
Por otra parte, defensores de la libertad de discurso se mantienen firmes contra cualquier reglamentación o censura de Internet.
El año pasado, durante una conferencia mundial sobre política de Internet realizada en Munich, Alemania, los delegados rechazaron la propuesta de establecer un sistema indicador de presencias en la red telemática porque daría un instrumento a los gobiernos para censurar.
Los 300 ejecutivos y expertos en los campos tecnológico, jurídico y guernamental, que se reunieron para discutir la manera de controlar material ilícito o potencialmente dañino en Internet, coincidieron en que el camino a seguir debería ser sin reglamentaciones gubernamentales.
En cambio, enfatizaron la necesidad de educación y supervisión paterna.
Barry Steinhardt, director ejecutivo de la Unión Americana de Libertades Cívicas, señaló que criminalizar la comunicación a través de Internet podría violar la Constitución estadounidense.
"Lo dijimos antes, lo decimos ahora y lo seguiremos diciendo, incluso después que programas computarizados traten de bloquearnos. Propuestas como ésta transformarán Internet de un auténtico emporio de ideas en otro medio corriente y poco vital", advirtió Reinhardt.
Sin embargo, la intolerancia racial entre algunos de los usuarios de Internet sigue en aumento. A principios de año, un miembro de un grupo en favor de la supremacía blanca asesinó a un afroestadounidense y un estudiante coreano e hirió a otros nueve miembros de minorías étnicas o religiosas en dos estados.
La organización racista a la que pertenecía cuenta con un espacio en Internet.
En junio de 1998, James Byrd, un negro, resultó muerto luego que tres extremistas blancos lo arrastraron con su furgón de carga cerca de Jasper, Texas, durante varios kilómetros. Los activistas culparon el ataque al odio racial.
No obstante, en un espacio de Internet se afirma que "la raza blanca ha sufrido demasiado tiempo por una religión degenerada. Es hora que el blanco se despierte y arroje fuera de sí la farsa del cristianismo".
En 1995, el individuo a quien se culpa de haber infiltrado el odio en el ciberespacio, Don Black, un miembro del Ku Klux Klan, se dio cuenta enseguida del potencial de Internet para propagar el movimiento racista.
"Internet ha tenido una profunda influencia en un movimiento (de supremacía blanca) con recursos limitados. El acceso es anónimo y hay posibilitades ilimitadas de comunicarse con otros que piensan de la misma manera", declaró Black en esa época.
A comienzos de 1980, Black fue encarcelado por conspirar para invadir y derrocar al gobierno de República Dominicana y establecer una nación blanca sobre esa isla caribeña.
Durante su reclusión aprendió a usar la computadora, de la cual luego se valió para publicar propaganda sobre la supremacía blanca, señaló "Hatewatch" (literalmente, Vigilancia del Odio), uno de los supervisores de Internet que rastrea y combate la incitación a la violencia, y cuyo número está en aumento.
Black apareció en 1995 con la primera página de incitación al odio basada en el ciberespacio, "una página que marca un cambio paradigmático en el uso de este nuevo medio de información como herramienta del racismo", observó Hatewatch.
El mensaje que Black y otros propagaron dio en el blanco en muchas partes del mundo.
"Cada vez que salimos de casa somos escupidos y empujados. Nos gritan '¡basura paqui (por paquistano), márchate! Vienen a nuestras casas y patean las puertas", testimonió en Gran Bretaña una víctima de la violencia racial.
"No nos sentimos en libertad. No estamos a salvo si salimos a la calle", dijo Mohammed en el informe "Violencia Racial en el Reino Unido", realizado por Human Rights Watch y difundido en Helsinki.
El grupo señaló que, irónicamente, esa intolerancia se verifica en un momento en que el mundo está abatiendo fronteras y barreras comerciales, en sitios donde la población mundial se encuentra en su nivel de educación más elevado y el turismo global está en su auge.
A pesar de todo, los activistas siguen preocupados porque la mala imagen creada en desmedro de minorías y refugiados, calificadas como un peso económico y social, se mantenga vigente e inamovible en la nueva era de la informática. (FIN/IPS/tra-en/gm/mk/ego-mlm/hd-cr/99