El paso del huracán Irene por la capital de Cuba agudiza el déficit de vivienda, que en el noveno año de crisis económica continúa golpeando con fuerza a la población.
De las 97.000 personas que debieron ser evacuadas, 792 no podrán retornar a sus hogares debido a los daños causados por el huracán que el día 14 cruzó la isla de sur a norte, según los últimos reportes oficiales divulgados este lunes.
Tres personas murieron a causa de Irene, en tanto una cuarta desapareció al intentar cruzar un río desbordado en el municipio capitalino de Arroyo Naranjo, según los informes.
Hasta el domingo se habían contabilizado 16.736 viviendas seriamente afectadas, la mayoría al perder sus techos, y las autoridades habaneras debieron habilitar nuevos locales para albergar a los damnificados.
Un número indeterminado de residentes de los municipios con mayores problemas de vivienda, agudizados por el impacto del huracán, comenzó a recibir del Estado materiales de construcción para reparar sus casas.
"Contra quien desvíe algún recurso destinado a este fin (…) habrá que adoptar medidas severas", alertó el primer secretario del gobernante Partido Comunista en la provincia habanera, Esteban Lazo, en prevención de ilícitos que se cometan aprovechando las secuelas del huracán.
Por otro lado, la caída de casi 2.000 árboles en la capital causó prolongadas interrupciones de los servicios telefónicos y de energía eléctrica, virtualmente restablecidos este fin de semana. En caso de los teléfonos, las autoridades se impusieron el día 25 como plazo para la recuperación total.
El déficit de vivienda es un problema grave en la isla, sobre todo en La Habana. El estado de poco más de 50 por ciento de su fondo habitacional es considerado entre regular y malo por estudios oficiales.
Lo construido en 40 años de revolución ha alcanzado sólo para para "pagar parte de la deuda" habitacional heredada de administraciones anteriores, según las autoridades.
Si el déficit actual continúa es porque antes de 1959 "había una deuda social violenta, había un déficit de viviendas muy grande", comentó a la revista Bohemia el presidente del Instituto Cubano de la Vivienda, Mario Cabello.
El funcionario indicó que en las últimas cuatro décadas el número de viviendas creció 84 por ciento, más rápido que la población, que registró un incremento de 57 por ciento.
Agregó al respecto que, en las zonas rurales, sólo 13 por ciento de la población poseía viviendas en buen estado, proporción que en la actualidad alcanza 49 por ciento.
El programa del Ministerio de Construcción para 1999 contempla la edificación de unas 27.000 viviendas en toda la isla, total reconocido oficialmente como bajo, pero el único posible de acuerdo a la disponibilidad de recursos.
En 1998, se construyeron 44.963 casas, 9.000 menos que en 1997 y unas 12.000 menos que en 1996, en una desaceleración atribuida por el Ministerio a las restricciones propias de la recesión económica.
Cabello estimó que, en condiciones normales, se podrían construir anualmente unas 80.000 viviendas.
Las previsiones gubernamentales para los próximos meses plantean la rehabilitación y conservación de viviendas, con un modesto aumento de la venta de materiales a fin de impulsar el esfuerzo privado en este sentido.
Estadísticas del Grupo para el Desarrollo Integral de La Habana indican que la no aplicación de medidas urgentes en la capital podría costar la pérdida definitiva de unas 100.000 viviendas.
La tormenta se formó al sur de Cuba como perturbación atmosférica y en unas 24 horas se convirtió en un huracán sin un centro bien definido, que amenazó en un principio a Pinar del Río, una provincia al occidente de La Habana.
Pero, en lo que los expertos denominaron "comportamiento errático", el huracán modificó su centro y en menos de tres horas cambió el rumbo para dirigirse directamente a La Habana atravesando la isla de sur a norte.
"Irene es un huracán típico de octubre, el mes más peligroso de la temporada ciclónica, en el que se forman 30 por ciento de todos los meteoros", dijo el meteorólogo Armando Caymares.
La persistencia de las lluvias sobre las demás provincias del centro y occidente de la isla causaron problemas en la agricultura, especialmente en cultivos de banano y arroz, dos productos de gran consumo en la población. (FIN/IPS/pg/mj/dv/99