CUBA: Crítico análisis social de la Iglesia Católica

La Iglesia Católica de Cuba se pronunció hoy por una amnistía amplia para presidiarios, en una carta pastoral que analiza críticamente la realidad actual y exhorta a recibir con esperanza el nuevo milenio.

"El perdón es un factor de primer orden para el diálogo dentro de la sociedad", dijo el cardenal Jaime Ortega en su pastoral con motivo del "Año Santo Jubilar", difundida en La Habana.

"Una amplia amnistía de presos de cierta edad, enfermos, de buen comportamiento o que ya han cumplido buena parte de su condena", lo que sería como "un gran perdón de la sociedad hacia algunos de sus integrantes menos favorecidos", propuso Ortega.

Para el cardenal, resulta "alta relativamente" la población penal de Cuba, escasa la cantidad de reclusos con acceso al apoyo directo de sacerdotes o religiosos y deseable que éstos pudieran enseñar "en grupo" en las cárceles "la palabra de Dios".

El mensaje de Ortega, considerado por los observadores la continuación de un documento crítico que los obispos divulgaron en 1993 con el nombre de "El Amor todo lo espera", renueva las viejas aspiraciones de la Iglesia Católica cubana de un mayor espacio para su acción pastoral.

Al respecto, señala que la Iglesia carece de escuelas propias, de posibilidades de participación en el programa educativo de niños y jóvenes y que tampoco está presente de manera habitual en los grandes medios de comunicación del país.

"Sólo la oración ha podido mantener a la Iglesia en su puesto de trabajo pastoral a través de estos años, con poquísimos recursos humanos o materiales y enfrentando tensiones y dificultades reales", observó el cardenal.

Al enumerar preocupaciones y expectativas a las puertas del tercer milenio, el jefe del catolicismo cubano enjuicia severamente el alto índice de divorcios, el aborto y el sistema de escuelas en el campo.

"La familia es la primera educadora de sus hijos y los padres de familia deben, por lo tanto, hacer valer su derecho a que los niños y adolescentes se eduquen permanentemente en sus hogares y asistiendo a la escuela como externos", afirmó.

El régimen de internado en escuelas en el campo es defendido oficialmente por la combinación de estudio y trabajo y es obligatorio en la enseñanza preuniversitaria, salvo que lo desaconsejen motivos de salud debidamente certificados.

Ortega dijo que al inicio del tercer milenio, los católicos cubanos deben ser liberados de la falta de esperanza, un mal presente en cierto grado en todo el mundo, "pero que afecta de modo especial a muchos" en la isla.

"Los signos sociológicos de la desesperanza están ya entre nosotros: nacen muy pocos niños, la mujer en edad de procrear, en buen porcentaje, no llega a dejar en su descendencia otra mujer que la reemplace", advirtió.

Cuba se enfrenta al reto del envejecimiento de la población, como resultado de la caída de la fecundidad y de la mortalidad general, según se desprende de estadísticas oficiales. Los mayores de 60 años serán 24 por ciento de la población en el 2025.

"Disminuye nuestra población, y esto sin contar el gran número de los que emigran", indicó Ortega, que en más de una ocasión hace referencia en el documento a las dificultades materiales de los 11 millones de habitantes del país.

"Si bien la situación alimentaria ha mejorado un poco, sobre todo para quienes reciben ayuda monetaria de sus familiares en el extranjero y porque ha crecido algo la producción agrícola en La Habana, las deficiencias nutricionales distan mucho aún de haberse superado", aseguró.

La Carta Pastoral no deja de renovar la condena de la Iglesia Católica a las medidas económicas restrictivas impuestas a Cuba por Estados Unidos y que el papa Juan Pablo II calificó en su visita de enero de 1998 de "injustas y éticamente inaceptables".

En más de una ocasión los obispos han expresado "el rechazo de todo aquello que pueda añadir penurias y dificultades al pueblo cubano y entorpecer su desarrollo. En esos términos el Papa y los obispos de Cuba nos hemos referido al bloqueo", aclara.

El texto hace un llamado a la unidad entre los católicos y los miembros de otras iglesias cristianas. "Hay un único Dios que es el Padre y lo es también de aquellos que profesan distintos credos", aclara.

El cuadro religioso cubano está integrado por la Iglesia Católica, más de 40 denominaciones protestantes, expresiones de origen africano, espiritismo y otras corrientes y creencias aportadas por antiguas inmigraciones, como el judaísmo y el vudú.

Ortega finalizó su Pastoral con una convocatoria a todos los fieles católicos a acudir a la apertura del Año Santo Jubilar, el próximo 25 de diciembre, cuando en procesión se llevará hasta la Catedral de La Habana el libro de los Evangelios.

"Este caminar hasta la Catedral será un símbolo del camino de fe y esperanza que debe recorrer la Iglesia en el próximo siglo y milenio", dijo el cardenal.

El mensaje "El Amor todo lo espera", que precede en importancia a la nueva pastoral, determinó tirantez en las relaciones entre el gobierno de Fidel Castro y la Iglesia Católica.

Pero posteriormente, las dos partes fueron limando asperezas, hasta dar lugar al ambiente distendido que rodeó la visita del Papa.

Entre las reivindicaciones logradas por el catolicismo cubano después de la visita del Papa se cuenta la recuperación del feriado de Navidad y el regreso de las liturgias religiosas al aire libre. (FIN/IPS/pg/ff/cr/99

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