Maestros y alumnos de seis escuelas de esta ciudad de Colombia empezaron a tejer sueños con hilos de agua, a partir de un proyecto piloto sobre educación en agua, saneamiento e higiene escolar.
El proyecto es auspiciado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), a través del plan Agua Potable y Saneamiento que ejecuta el Ministerio de Desarrollo Económico, y por la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
Calarcá es la segunda población del departamento de Quindío, en el corazón del llamado eje cafetero afectado por el terremoto del 25 de enero.
Los sueños se tejen con agua de los ríos Quindío y Santo Domingo y de las quebradas San Rafael, Río Verde, El Oso, La Soñadora y Barragán, parte de la red hidrográfica regional -densa, pero de bajo caudal- que baja desde las cumbres nevadas hasta valles de clima medio y húmedo.
También agua potable de la suministrada a domicilio, que en el casco urbano es de buena calidad, pero se desperdicia, y que en las zonas rurales se mejorará mediante la instalación de cuatro plantas de producción de hipoclorito de sodio de fácil manejo.
Los niños y las niñas son 70 con nombres como Yudi, Sandra, Milena, John Eider, Pablo y José Juan, que estudian en las escuelas El Crucero, Santa Teresa, El Lucero, La Paloma, San Rafael y Teresa Galindo.
Los maestros son 36, que ya asistieron a un taller del que surgieron seis temas eje de proyectos ambientales escolares, que serán asesorados y seguidos por una tutora de la Universidad Pedagógica Nacional.
En el marco del plan de reconstrucción del eje cafetero, las autoridades resolvieron unir esfuerzos y empalmar los proyectos Clubes Defensores del Agua, del gobierno, y Escuela Saludable, de la OPS, para hacer una propuesta común a las autoridades de educación y salud de Calarcá.
El eje cafetero lo integran los departamentos de Caldas, Quindío y Risaralda, que concentran una gran producción de grano, del que Colombia es el segundo exportador mundial.
Claudica Reestreno, coordinadora del programa de formación de maestros en la estrategia clubes defensores del agua, dijo a IPS que una de las conclusiones del taller fue que el principal problema ambiental de la zona es la contaminación de los nacimientos de agua.
Los desagües de alcantarillas en las quebradas, donde también se tira basura, sumado a los vertederos de criaderos y al mal uso de plaguicidas ha generado la proliferación de roedores y otros animales transmisores de enfermedades diarréicas y respiratorias, señaló.
Todo eso afecta el rendimiento escolar, explicó Reestreno, quien puso como ejemplo la escuela donde se llevó a cabo el taller, donde el olor fétido debido al mal estado de las cañerías dificultaba el trabajo.
La Corporación Regional Quindío, responsable de la política ambiental en ese departamento, indica que "en las áreas rurales no se hacen tratamientos de aguas residuales, con unidades que disminuyan el contenido microbiológico"
Además, la contaminación de aguas superficiales alcanza los 280 kilómetros cuadrados, lo que equivale a 86 cursos de aguas entre ríos y quebradas degradadas por aguas residuales domésticas.
La Corporación estima que en el recorrido desde el caño central distribuidor hasta los domicilios se pierde 45 por ciento del agua potable.
El diagnóstico del estado ambiental de la región realizado por la Corporación indica que "el abastecimiento y recuperación de la calidad del agua en todos los municipios del departamento es muy incierta.
El plan PNUD-OPS para Calarcá pretende sembrar una semilla de esperanza que revierta el mal manejo del agua, similar en la mayoría de los departamentos del país, pero que en Quindío se acentuó a partir del terremoto de enero que arrasó con viviendas, vidas e ilusiones de la gente.
El movimiento telúrico se registró en el denominado sistema de fallas de Romeral, que comienza en el golfo de Guayaquil (Ecuador) y se interna en el mar Caribe, cuya zona de influencia alcanza el departamento de Quindío.
La psicopedagoga Luz Marina León, con larga experiencia de trabajo en la OPS en proyectos de educación sobre higiene y saneamiento, tiene a su cargo el trabajo con los niños de las escuelas de Calarcá.
"En parte, mi propósito es lograr que la gente involucrada en los proyectos le encuentren un sentido más humano a las tecnologías y se apropien de ellas para mejorar su calidad de vida", explicó a IPS.
León hizo referencia así a las plantas Sanilec, de producción de hipoclorito de sodio que impulsa la OPS en zonas rurales y sectores urbanos marginados, donde las empresas no suministran agua potable.
La operación y manejo de la planta queda a cargo de un comité integrado por maestros, escolares y miembros de la junta de vecinos y padres de familia, constituido en empresa autogestionaria.
El objetivo es vincular a todos los estamentos sociales en el conocimiento y divulgación de las bondades del agua sana y propiciar su consumo como factor de salud preventiva.
También estimular la integración comunitaria en la perspectiva de mejorar las condiciones de vida.
Junto con el consumo de agua tratada se promueve el saneamiento, que incluye las baterías sanitarias para las escuelas y la instrucción para construcción y uso de pozos sépticos y letrinas, particularmente en las zonas rurales.
León señaló que en los talleres con los niños busca integrar el concepto ambiental como algo directamente relacionado con la calidad de vida del ser humano, desde una óptica de armonía con la naturaleza en la que ésta se pone a su servicio, pero también le genera responsabilidades.
"Se trata de buscar, por medio de metodologías participativas y de desarrollo humano, que los miembros de la comunidad tengan mayor conciencia de sí mismos, del papel que desarrollan en las localidades, en su entorno y sus familias. En fin, de lo que se llama el tejido social", dijo.
La psicopedagoga espera que en el proyecto de Calarcá se superen situaciones que en el pasado afectaron trabajos en zonas urbanas marginales de Bogotá, como en el barrio Corinto.
En ese barrio la gente entendía el servicio de agua como "cantidad y no como calidad", indicó.
León recordó que lo diseñado desde el escritorio de los funcionarios en esa oportunidad, de buena fe, para responder a la necesidad de suministio de agua sana y contar con instrumentos básicos de saneamiento, no era percibido de la misma manera por los habitantes del barrio.
La experta siente como una debilidad del trabajo puntual "el no poder ver qué tanta proyección tiene lo que hago".
"Por eso ahora en Calarcá, como también desde cualquier otro proyecto con niños y adolescentes y sus familias, trato de dar lo mejor de mí, con afecto y ética y también con estética. En los sectores marginales es muy importante que las cosas se hagan bien y se vean bonitas", comentó. (FIN/IPS/mig/fm/dv en/99)