El gobierno de China, alarmado por más de 20 meses de deflación, decidió revertir su antigua política contraria a la creación de "megaciudades" y acelerar la urbanización para dinamizar la economía.
La Comisión Estatal de Planificación de Desarrollo anunció planes para convertir a 300 millones de campesinos en residentes urbanos en los próximos 15 años. El organismo también es autor del décimo Plan Quinquenal (2001-2005) de este país.
Los planes anunciados la semana pasada implican un cambio radical en la política de urbanización adoptada hasta ahora. Durante años, China contuvo el surgimiento de megaciudades en su creencia marxista de que los grandes centros urbanos eran algo del pasado.
Bajo la conducción del líder Deng Xiaoping, el país favoreció las localidades pequeñas por considerar que las ciudades grandes y medianas no podían absorber al excedente de trabajadores rurales.
A comienzos de los años 90, las autoridades intentaron crear pequeños asentamientos urbanos con una población inferior a 500.000 habitantes para impedir que las pocas grandes ciudades del país adquirieran proporciones desmesuradas.
Se construyeron más de 200 de esos asentamientos en los siete años previos a la prohibición del uso de tierra cultivable para la construcción, en 1997.
Ese año, alarmado por fotos satelitales que demostraban que China perdía al menos 500.000 hectáreas de tierra arable por año debido a la construcción de viviendas, caminos y fábricas, el gobierno desalentó la creación de pequeñas localidades.
Ahora, expertos del liberal Instituto Nacional de Investigación Económica, que diseñaron el nuevo plan de urbanización, sugirieron que China debería revertir la política de oposición a las megaciudades y desarrollar ciudades grandes y extragrandes en el siglo XXI.
Tras intentar toda medida reflacionaria menos la devaluación, los planificadores económicos son cada vez más conscientes de que se están acabando las opciones para detener el declive del crecimiento económico.
La creación de megaciudades matará dos o tres pájaros de un tiro, afirmó Xu Lin, de la Comisión Estatal de Planificación de Desarrollo.
Además de promover el alicaído consumo, aumentará el gasto en inversiones y colocará el bajo nivel de urbanización nacional a la altura del promedio mundial, aseguró.
"Creemos que el aceleramiento del ritmo de urbanización es el método más eficaz de aumentar la demanda doméstica y estimular la modernización rural", declaró Xu al periódico China Daily.
La Comisión prevé que 85 millones de campesinos se trasladarán a las ciudades en los próximos cinco años. Si cada uno de ellos invierte unos 3.600 dólares en construcción de vivienda e infraestructura, habrá un gasto de capital superior a 300.000 millones de dólares.
Xu Lin confía en que la nueva política estimule la demanda doméstica de televisores, refrigeradores y lavarropas, que las empresas públicas continúan produciendo pero no logran vender.
Las compras previstas por 48.200 millones de dólares en los próximos cinco años harán disminuir esa capacidad excesiva de producción, predijo.
La migración de 85 millones de campesinos a las ciudades tendría un inquietante parecido con el envío de intelectuales urbanos al campo durante la Revolución Cultural del presidente Mao Tse Tung, en los años 60.
En ese entonces, más de 70 millones de personas fueron enviadas a aldeas rurales en un intento de reversión de urbanización cuyas consecuencias China todavía no superó.
El gobierno sostiene que la actual tasa de urbanización nacional es de 32 por ciento, equivalente a 350 millones de personas, pero si se conjugan indicadores sociales y económicos, la proporción resultante es apenas superior a 17 por ciento.
Sólo 219 millones de chinos, o 17,4 por ciento de la población, tienen acceso al agua de cañería -un indicador básico de la urbanización-, y sólo 207 millones están registrados como población no agrícola.
Lo que los reformadores económicos inspirados por Deng hicieron, en un intento desesperado por alcanzar el promedio mundial de urbanización de 50 por ciento, fue redefinir las áreas urbanas del país agregando miles de pequeños municipios rurales.
Las autoridades estimularon a los campesinos a mudarse a esos municipios otorgándoles residencia legal y un empleo en industrias rurales. La mayoría de estos nuevos residentes urbanos viven en localidades con menos de 200.000 habitantes.
China, donde vive 20 por ciento de la humanidad, tiene sólo dos megaciudades "naturales" con más de 10 millones de personas: Shangai y Beijing, la capital.
Chongqing, con una población registrada de más de 30 millones, fue creada artificialmnte mediante la fusión de la propia Chongqing con la cuenca de Tres Gargantas.
Los planificadores urbanos sostienen que la urbanización nacional progresa a un ritmo de 0,5 por ciento al año, pero cifras oficiales sugieren que el flujo de habitantes rurales a las ciudades se está enlenteciendo debido al creciente desempleo urbano y a la limitación del tipo de trabajo que pueden hacer.
Beijing y Shangai intentaron expulsar la mayor cantidad posible de inmigrantes rurales en los últimos cinco años introduciendo normas que limitaron los sectores en los que ellos podían trabajar y realizando redadas periódicas de inmigrantes sin permiso de residencia. (FIN/IPS/tra-en/ab/ral/mlm/dv/99