Habitantes de Timor Oriental, retenidos en Timor Occidental por milicias apoyadas por Indonesia, reciben información errónea sobre la situación en su tierra con el fin de desalentar su regreso, según un alto funcionario de Estados Unidos.
El subsecretario de Estado para la Democracia, los Derechos Humanos y el Trabajo, Harold Koh, dijo que la presencia de las milicias en una docena de campamentos de Timor Occidental se había "generalizado", como los lazos entre los milicianos y el ejército indonesio.
Koh encabezó una delegación que la semana pasada viajó a Yakarta, Timor Oriental y a la provincia indonesia de Timor Occidental.
Timor Oriental, una ex colonia portuguesa, fue ocupado por Indonesia en 1975. El 30 de agosto, casi 80 por ciento de los electores timorenses optaron por la independencia y rechazaron la opción de mantenerse como una región autónoma indonesia.
A su regreso, Koh dijo a los periodistas que su mayor preocupación es la seguridad de los timorenses que huyeron o fueron deportados por la fuerza a Timor Occidental después de la destrucción desatada en Timor Oriental por el ejército indonesio y las milicias tras el plebiscito.
"La seguridad es absolutamente prioritaria", señaló.
Los refugiados en "los campamentos les tienen miedo a las milicias. Las ONG (organizaciones no gubernamentales) humanitarias y sus trabajadores están listos para ayudar, pero la presencia de las milicias… es tan fuerte que no pueden ingresar a ellos para hacer su trabajo".
Los miembros de su delegación fueron hostigados por los milicianos durante sus visitas a los campamentos, a tal punto que Koh debió telefonear al gobernador regional para que interviniera, dijo.
Koh llegó a Timor Oriental una semana después de que una fuerza internacional liderada por Australia (Interfet) llegara al territorio para restaurar la paz y el orden en la ex colonia portuguesa.
A pesar de que se garantizó que el ejército indonesio mantendría la seguridad en el territorio sin importar el resultado del plebiscito, el ejército y las milicias proindonesias destruyeron la mayor parte de la infraestructura y las viviendas de Timor Occidental.
Aunque la mayoría de los informes señalaron que los responsables de la violencia eran principalmente las milicias mientras el ejército observaba, Koh dijo que los militares desempeñaron un papel muy importante desde el comienzo, particularmente en Dili, la capital.
"Supimos que la destrucción de Dili fue realizada inicialmente por los militares indonesios, que ingresaron en las casas, robaron televisores, rompieron ventanas y que luego esas ventanas rotas serían una señal para que las milicias saquearan el resto de los edificios y los incendiaran", dijo Koh.
La campaña de destrucción también intentó despoblar a la fuerza gran parte del territorio, en especial la zona más cercana a Timor Occidental, agregó.
De los 800.000 habitantes de Timor Oriental, unos 200.000 fueron obligados a cruzar la frontera hacia la parte indonesia de la isla.
La mayoría están retenidos en campamentos controlados por las milicias y el ejército indonesio. Aunque funcionarios indonesios les prometen que se les permitirá regresar a casa, no queda claro cuándo, e incluso si podrán hacerlo.
Los residentes de los campamentos no reciben información precisa acerca de la situación en Timor Oriental, observó Koh.
"Con respecto a la libertad de opción (para regresar o no), nos sorprendió mucho el grado de desinformación en los campamentos. Las personas con las que hablamos tenían muy poca información sobre lo que ocurría en Timor Oriental, y casi toda la información que tenían era errónea", agregó.
"Muchos creen que las fuerzas de Interfet están persiguiendo a quienes regresan a Timor Oriental y tienen miedo de tener esa clase de problemas si vuelven".
"La mayoría… estaban desconcertados, confundidos y tenían miedo de hablar con nosotros. Está claro que no tienen información actualizada", dijo, y señaló que la prensa indonesia también difunde información errónea sobre la operación de Interfet.
Koh recalcó que la línea que separa a las milicias del ejército indonesio no es clara, particularmente en Timor Occidental, a dónde se habrían retirado las milicias luego de la llegada de Interfet.
En los campamentos visitados por su delegación, "muchas personas llevaban la vestimenta tradicional de las milicias, que consiste en pantalones camuflados y camisetas, y algunos llevaban el uniforme del ejército indonesio…".
"También nos informaron que muchos milicianos se unieron al ejército. Parece que hay una conexión generalizada entre las actividades de las milicias y las del ejército (en los campamentos)", afirmó.
A su vez, la línea de la autoridad entre los militares y las milicias tampoco está clara. Mientras las "milicias parecen tener una variedad de jefes", también parecen responder a órdenes del ejército e incluso de funcionarios civiles.
Cuando se vio obligado a llamar al gobernador regional sobre el hostigamiento y las amenazas que sufría su delegación, Koh dijo que al día siguiente tuvieron "la clara sensación de que se ordenó a las milicias salir de escena, y lo hicieron".
"Eso sugiere cierto grado de control. Si ese control se extiende a otras áreas todavía está por verse", comentó.
Hasta ahora, las autoridades indonesias permitieron que dos aviones con timorenses regresaran a la parte oriental de la isla, y los funcionarios civiles prometieron una mayor cooperación.
Koh recalcó que Washington apoya la realización de un proceso que incluya una investigación de la ONU de los abusos cometidos por las milicias y el ejército indonesio y que dedicó gran parte de su tiempo en Dili y Yakarta a discutir ese asunto.
Es todavía muy pronto para saber lo que revelarán las pruebas que recogerán los investigadores, agregó. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/at/aq/ip-hd/99