/BOLETIN-DD HH/ SALUD: Doble discriminación para obreras inmigrantes con sida

La expansión del sida en Asia provoca una "doble discriminación" contra las trabajadoras inmigrantes cuyos derechos no son respetados por los países donde residen, denunciaron activistas reunidos en la capital de Malasia para una conferencia sobre la enfermedad.

Millones de mujeres inmigrantes no tienen acceso a la salud en los países en que trabajan, aunque hayan ingresado legalmente, se denunció en el Quinto Congreso Internacional sobre Sida en Asia- Pacífico.

Las inmigrantes documentadas suelen pagar mucho más por la atención médica. Pero con o sin documentos, muchas trabajan en lugares donde la ley no las alcanza y donde corren riesgo de sufrir abuso sexual y físico, o de contraer enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados.

"La transmisión del VIH (virus de inmunodeficiencia humana) es más eficaz en situaciones de represión y abuso", explicó Aída Santos, de la Coalición de Asia Pacífico Contra el Tráfico de Mujeres.

Y cuando se enferman, las trabajadoras inmigrantes tienen pocos medios para conseguir tratamiento. Muchas de ellas temen pedirlo porque están indocumentadas, por temer a perder su trabajo y de ser deportadas.

Pero ser una trabajadora inmigrante y a la vez portadora de VIH o enferma de sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) genera una situación aun más difícil, especialmente en los países que no les reconocen derechos en primer lugar, dijo Irene Fernández, de la organización malasia Tenaganita.

"Los médicos que discriminan contra la gente con VIH discriminan aun más si se trata de un trabajador inmigrante, así que es una doble discriminación", dijo Fernández en la conferencia organizada por Tenaganita y la Fundación Ford, de Estados Unidos.

Aunque los países exportadores de mano de obra buscan mejorar la protección de los inmigrantes, concentran sus gestiones en los salarios y las condiciones de los contratos, pero la cuestión "de la salud sigue en segundo plano", explicó Fernández.

Cada vez más de los trabajadores inmigrantes en Asia, que se calculan en más de siete millones, aunque no existen datos confiables, son mujeres. Sesenta por ciento de los cuatro millones de habitantes que emigraron de Filipinas son mujeres.

En los años 70, las mujeres asiáticas emigraron en gran cantidad a países occidentales y del Golfo en busca de trabajo. Muchas luego fueron a Corea del Sur, Japón y Taiwan, y a las emergentes economías de los "tigres" de Asia, como Malasia y Tailandia.

En las fronteras entre los países asiáticos aumenta en forma preocupante la incidencia de VIH/sida.

Se calcula que unas 30.000 birmanas trabajan como prostitutas en Tailandia, y que 100.000 nepalíes hacen lo mismo en India, muchas de ellas reclutadas por redes de crimen organizado.

En Camboya, se cree que casi la mitad de las prostitutas, estimadas entre 10.000 y 20.000, son portadoras de VIH.

La emigración es fomentada por la crisis económica, que desató la competencia por salarios más bajos entre muchos países de la región.

Malasia, cuya población de inmigrantes indocumentados se estima en un millón, optó por recibir a trabajadores camboyanos cuando los empleados domésticos filipinos pidieron sueldos más altos.

"Cada vez más mujeres se dedican a la prostitución porque se redujeron los salarios y deben enviar más dinero a sus casas", explicó Fernández.

Meena Saraswathi Seshu, del centro de prevención de VIH/sida Sangram, en India, dijo que las mujeres que son obligadas a prostituirse, a ser empleadas domésticas o a convertirse en pordioseras reciben aun menos atención si están enfermas.

"Sin lugar a dudas, las mujeres explotadas son más vulnerables que los hombres y es más probable que sufran situaciones en que no puedan protegerse de la transmisión del VIH", dijo.

"Como son inmigrantes ilegales que trabajan en algo ilegal, suelen ser sometidas a abusos sexuales por las autoridades", agregó.

Muchas organizaciones trabajan con mujeres explotadas y con inmigrantes indocumentados, pero rara vez orientan su labor a la educación y prevención del VIH/sida, dijo Seshu.

Nguyen Nguyen Nhu Trang, del grupo Investigación para la Acción sobre Sida y Movilidad (CARAM), de Vietnam, aseguró que la raíz del problema se encuentra en el hecho de que los "trabajadores inmigrantes son tratados como herramienta económica, no como seres humanos".

Los países asiáticos, muchos de los cuales son importadores y exportadores de mano de obra, no están dispuestos a reconocer formalmente los derechos de los trabajadores inmigrantes o darles acceso a servicios básicos.

Esta idea de los inmigrantes como instrumentos económicos provoca una situación en que muchos gobiernos imponen análisis obligatorios de VIH/sida a los trabajadores extranjeros para "proteger" a la población nacional.

Algunos gobiernos exigen la deportación de las trabajadoras embarazadas, lo cual obliga a muchas a someterse a abortos inseguros que pueden transmitirles el VIH u otras infecciones, y con frecuencia no pueden reunirse con sus cónyuges.

Fernández precisó que las autoridades suelen responsabilizar a las inmigrantes, sobre todo a las prostitutas, de ser "transmisoras" del virus.

No consideran que el sufrimiento por vivir solas en un país extranjero las obligue a una conducta arriesgada, que programas de educación y apoyo podrían resolver, explicó.

Además de los problemas de salud y derechos humanos, la sensibilidad que rodea a la emigración internacional es otra complicación. El debate sobre los derechos de las personas que se consideran visitantes dificulta el consenso internacional sobre la cuestión.

Los países receptores temen abrir las puertas a la inmigración, razón por la cual una convención internacional de 1990 que reconoce los derechos de los trabajadores inmigrantes y sus familias aún no tiene la cantidad de firmas necesarias para entrar en vigor.

Sólo nueve países ratificaron la convención de la Organización Internacional del Trabajo.

En cambio, existen muchos acuerdos bilaterales, que los activistas aseguran no cubren los problemas de salud de las trabajadoras inmigrantes.

Por ejemplo, Malasia tiene distintos acuerdos con Bangladesh, Filipinas, Indonesia, Pakistán y Tailandia. Filipinas tiene acuerdos separados con Malasia, Irán e Iraq, entre otros. "Los países que envían la mano de obra deben tener mucho más poder", dijo Fernández. (FIN/IPS/tra-en/js/aq/hd-he/99

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