La censura en Medio Oriente perdió terreno esta década, si bien con gran lentitud, desafiada por nuevos medios de comunicación y organizaciones no gubernamentales que extendieron los límites de la libertad de expresión.
En la mayoría de los países arabes todavía es tabú exponer abiertamente a los gobiernos al escrutinio público, y mucho más hablar de violaciones de derechos humanos o corrupción. Las autoridades también son particularmente sensibles a las críticas a países amigos de la región.
Al Jazeera, un canal de televisión satelital de Qatar, ejemplifica la creciente libertad de expresión en la región con sus programas en vivo sobre temas sociales, políticos y democráticos, y cuestiones de actualidad en países del área.
El canal irritó a muchos gobiernos de esos países. Las oficinas de Al Jazeera fueron cerradas en Jordania y Kuwait, pero sigue siendo una estación favorita para muchos árabes.
En Líbano, quizás el país que goza de más libertad de expresión en la región, las cosas también van hacia adelante y hacia atrás.
"Desde 1992, hemos probado las aguas, ampliado los límites y dicho, cada vez, algo más. Alcanzamos un gran nivel de apertura entre 1994 y 1996", dijo Samis Kassir, periodista del Al Nahar, el principal diario en árabe del país y editor de la versión arábe del mensuario Le Monde Diplomatique, con sede en París.
"No hay censura en Líbano. De lo único que no se escribe, de manera crítica o burlonamente, es sobre el presidente sirio Hafez el Assad", apuntó. Su opinión es positiva sobre Líbano y el resto de la región, excepto para Siria e Iraq, donde persisten severas restricciones.
Sin embargo, la prensa libanesa no es tan libre como lo fue antes de la guerra civil (1975-1990) y, de alguna manera, ha sufrido desde que el país cayó bajo la influencia siria hace nueve años.
Tampoco es fácil para los periodistas abrazar una causa sobre la cual no están familiarizados. Para muchos en Medio Oriente, prensa y libertad de expresión todavía no son conceptos totalmente asimilados.
Organizaciones no gubernamentales (ONG) como el Centro para Libertad de Prensa, con sede en Londres, están ayudando a periodistas, abogados y otros activistas en sus campañas para cambiar la legislación local y sensibilizar al público.
Los periodistas mediorientales siguen muy atados a sus gobiernos, señaló Said Essoulami, fundador del centro londinense, quien como muchos de sus colegas de la región trabajó para agencias de noticias nacionales, ministerios de información o medios de propiedad estatal.
"No hay otros grupos regionales independientes. Existe la Federación Arabe de Periodistas, integrada por 12 sindicatos de los cuales 10 están controlados por los gobiernos", dijo.
Essoulami espera abrir centros regionales en Marruecos, Egipto, Jordania y Líbano.
"En Siria podemos escribir lo que queremos, incluso podemos escribir sobre el presidente", dijo a IPS un periodista del diario The Syrian Times. Pero, por lo general, las referencias a Hafez el Assad se refieren a sus movimientos y discursos, en lugar de analizar el sistema político del país.
Formalmente en guerra con Israel, Siria mantiene el estado de emergencia desde 1963. Esto permite a las autoridades un control total de la prensa, porque ninguno de los tres diarios del país es independiente o privado y su contenido refleja usualmente los puntos de vista del gobierno.
Diez periodistas se encuentran actualmente encarcelados, uno de ellos desde 1982. La mayoría de ellos fueron condenados por sus actividades políticas o su militancia en campañas sobre derechos humanos.
Los derechos humanos son uno de los principales tabúes en la región. Incluso en el liberal Líbano, fue prohibido el ingreso al país del semanario británico The Economist porque contenía un artículo especial sobre derechos humanos.
Las publicaciones extranjeras que entran en El Líbano son objeto de censura y el departamento a cargo ha contratado incluso a censores que hablan italiano, alemán o castellano para efectuar un control más estricto. Los diarios locales están sujetos solo a un proceso silente: la autocensura.
"El temor sobre lo que podría pasar si uno escribe algo a menudo es suficiente para que un reportero se abstenga de hacerlo. Muchos periodistas no quieren meterse en líos, sólo les interesa su salario", declaró Kamal el Battal, director de Mirsad, una organización humanitaria libanesa.
El Battal confía en organizar un seminario regional sobre el tema, pero hasta ahora ha recibido pocas respuestas de periodistas locales. "No hay libertad de prensa o de expresión y estamos llegando a un punto que ni siquiera habrá libertad de pensamiento", advirtió.
En Egipto, la censura estatal fue oficialmente impuesta junto con el estado de emergencia en 1981, después del asesinato del presidente Anwar el Sadat. Algunos diarios no pudieron obtener licencias para imprimir sus copias en Egipto y lo deben hacer en el exterior.
Uno de ellos, The Middle East Times, tiene una larga lista de artículos censurados cuando el diario entra en Egipto, si bien los editores los hacen disponibles en su página de difusión telemática mundial por Internet.
La censura también está presente en Jordania, pero el Departamento de Prensa y Publicaciones del Gobierno parece imponerla lo más levemente posible y afirma que 98 por ciento por ciento de las publicaciones extranjeras llegan a su mercado.
Una severa ley de prensa fue aprobada en Jordania en 1998, que prohibió a los medios publicar noticias sobre 14 temas vagamente descriptos, como todo lo relacionado al rey y su familia, cualquier información sobre las fuerzas armadas o falsos rumores.
Paradojalmente, tambien está prohibido escribir cualquier cosa que sea una amenaza para la libertad personal.
La ley de prensa jordana también prohíbe difundir informaciones que podrían dañar las relaciones del país con estados amigos. En el volátil Medio Oriente, muchos países observan lo que se dice sobre sus vecinos, temerosos de perjudicar relaciones cuidadosamente cultivadas.
"No se puede permitir repentinamente una prensa libre en Jordania, porque la gente no está preparada para ello. Pero sobre todo es la gente de otros países que no lo está y, si en los diarios jordanos criticamos a una nación vecina, no van a comprender por qué no cerramos el diario que los ofendió", dijo un parlamentario local a IPS.
"Pero no se puede congelar la prensa libanesa a la espera que otros países se hagan más listos", replicó Battal.
Son esenciales cambios políticos en la marcha hacia la libertad de prensa, pero incluso entonces, los resultados no serán inmediatos. En Jordania, Bahrein y Marruecos, por ejemplo, hubo cambios de líderes, pero la censura sigue vigente.
En Jordania, donde se planteó un pedido formal para aliviar la situación de la prensa, cuatro periodistas estuvieron en prisión por su trabajo desde la asunción en febrero del rey Abdallah. (FIN/IPS/tra-en/kg/ak/ego-mlm/hd-cr/99