El golpe de Estado en Pakistán y el nuevo deterioro de las relaciones con India ponen en duda la próxima cumbre de la Asociación de Asia Meridional para la Cooperación Regional (SAARC, por sus siglas en inglés).
El grupo formado por Bangladesh, Bhután, India, Maldivas, Nepal, Pakistán y Sri Lanka, se reunirá del 26 al 28 de noviembre en Katmandú.
Sin embargo, circula la versión de que se postergará debido a que el gobernante de facto paquistaní Pervez Musharraf u otros líderes no podrán acudir a la cita por problemas en sus países. Según su reglamento, la cumbre no se puede reunir si no asiste alguno de los jefes de Estado o gobierno.
La incertidumbre puso de relieve el estado precario del grupo que abarca a un sexto de la población mundial, especialmente en relación a los hechos que se producen en sus dos mayores estados miembros, ambos con capacidad nuclear.
También subraya las dudas y sospechas surgidas por la reelección en India de la coalición encabezada por el derechista partido hindú Bharatiya Janata (BJP), inmediatamente después del golpe del día 12 en Pakistán.
"Por desgracia, SAARC es la única región del mundo que no obtuvo beneficios del intercambio sociocultural o de la cooperación económica, si bien es la que más los necesita", dijo un alto funcionario de Bangladesh.
"La razón es que todos sus estados más pequeños, y la propia SAARC, son rehenes de la rivalidad entre India y Pakistán, y de sus problemas internos", apuntó.
El comercio interno de SAARC representa cinco por ciento de su comercio exterior. A pesar de los últimos acuerdos de intercambio preferencial y aranceles reducidos, el progreso ha sido lento. Las siete economías podrían ahorrar más de 4.000 millones de dólares por año si comerciaran entre ellas libremente.
El temor sobre el futuro de SAARC se debe al impacto a corto plazo de la crisis política en Pakistán, y el efecto más profundo del retorno del BJP a India.
El golpe del general Musharraf suscitó especulaciones acerca de la durabilidad de las instituciones y gobiernos relativamente débiles en el sur de Asia. Tanto Pakistán como Bangladesh tuvieron gobernantes militares en el pasado. Nepal es una democracia nueva y Sri Lanka padece la presión de la guerra civil.
Bhután sigue siendo una monarquía, mientras Maldivas sufrió un golpe de Estado.
India vivió un estado de emergencia y suspensión de los derechos democráticos hace 25 años, y también enfrenta serios problemas étnicos y nacionales.
La disputa por la región de Cachemira la enfrenta con Pakistán, y Nueva Delhi es poco inmune a influencias militares, mayoritarias o autoritarias, especialmente bajo el agresivo nacionalismo hindú.
El retorno del BJP, si bien esperado, causó temores renovados, especialmente en Sri Lanka y Bangladesh, además de Pakistán.
En Sri Lanka se teme que el aumento de la dependencia del BJP respecto de sus aliados de la coalición (en relación a la situación del año pasado), podría llevar a un endurecimiento de la posición oficial sobre el tema étnico de la minoría tamil en la isla.
Esos temores aumentaron a raíz de las últimas declaraciones de M. Karunanidhi, gobernador del estado indio de Tamil Nadu y aliado clave del BJP, en el sentido que apoya la causa del "Eelam", la patria tamil en Sri Lanka.
"Siempre dimos nuestro respaldo a Tamil Eelam y seremos los más dichosos si se forma una Tamil Eelam separada", manifestó Karunanidhi.
En la fase más aguda de la insurrección en Sri Lanka, durante los años 80, Tamil Nadu fue el centro de abastecimiento y apoyo financiero del rebelde Tigres de la Patria Tamil. Su gobernador donó abiertamente fondos para los separatistas.
Igualmente significativa es la reinstalación de George Fernandes como ministro de Defensa indio. Fernandes tambien tiene fuertes simpatías por Eelam. En diciembre de 1997, fue anfitrión de un grupo de solidaridad con la guerrilla que realizó una convención en Nueva Delhi.
La reunión resolvió apoyar a los rebeldes, a los cuales declaró "representantes del pueblo tamil". Fernandes dijo en ese momento que el propósito básico de la convención era despertar la conciencia popular india respecto a Tamil Eelam y hacer que forme parte de su lucha.
En julio del año pasado, como ministro de Defensa, Fernandes ordenó a la armada india que no interceptara buques sospechosos de transportar armas para los rebeldes. A tres de esos buques se les permitió pasar.
A Bangladesh también le inquieta la postura del gobierno indio ya que el BJP fue el único partido que en 1996 se opuso a un acuerdo para compartir el agua entre los dos países. Este problema ha sido un factor irritante en las relaciones bilaterales.
La cuestión fue solucionada después de prolongadas negociaciones en las que Jyoti Basu, el gobernador marxista de Bengala Occidental, jugó un papel clave.
Así mismo, el BJP está decidido a limitar el problema de la migración económica de Bangladesh a India.
El partido distingue entre los migrantes hindúes procedentes de Nepal, y musulmanes de Bengala Occidental y Bangladesh, porque considera que los últimos trabajan para fundamentalistas islámicos que buscan desestabilizar a India.
El BJP jamás ofreció pruebas de esas acusaciones, pero eso no le impidió rastrear y tratar de deportar a gente pobre de lengua bengalí en las ciudads indias, calificándola de "infiltrados de Bangladesh".
El BJP tiene una actitud de "hermano mayor" hacia otros estados más pequeños como Bhután, Maldivas y Nepal, al que califica de "reino hindú", si bien Kathmandú jamás se consideró aliado de India.
El BJP también provoca incomodidad porque es un partido que tiende a la supremacía india, y sus ideólogos abogan por una India indivisa, lo cual es considerado una agenda anexionista.
Esa actitud se traduce sobre todo en un considerable desdén por los problemas de países vecinos y, para peor, en demostraciones de fuerza.
Esto se hizo evidente en el verano boreal durante los combates por Kargil, en la zona de Cachemira, que determinó la aparición de proclamas militaristas y afirmaciones de supremacía india.
Algunos analistas indios y paquistaníes creen que a pesar de su hostilidad hacia Pakistán y su estilo de línea dura, el BJP está mejor ubicado para firmar un acuerdo de paz con Islamabad.
Esta premisa supone erróneamente que hay una apertura especial para esa reconciliación, especialmente después de la nuclearización del sur de Asia, y el hecho de que el BJP, por ser derechista, es inmune a la "línea blanda".
La nuclearización reforzó a las fuerzas intransigentes y el militarismo, no las moderó. Ni siquiera evitó conflictos convencionales, como demostraron los combates por Kargil. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/ego/ip/99