Esculturas, pinturas en miniatura, manuscritos iluminados y joyas salen clandestinamente de India a causa de la desidia de las autoridades y la codicia de coleccionistas de Occidente que, en muchos casos, son museos reputados.
Cerca de 3.000 piezas del patrimonio cultural salieron del país en 1996, y sólo 856 se pudieron recuperar, según M. Ram, superintendente de la sección de Antigüedades de la Oficina Central de Investigaciones.
Pero según cálculos extraoficiales, el verdadero número de piezas desaparecidas de los sitios arqueológicos y templos de los estados de Madhya Pradesh, en el centro, Orissa, al este, y Tamil Nadu, al sur, es el triple de las registradas por la oficina de Ram.
El tamaño y el peso nunca fueron motivo suficiente para que esculturas de deidades hindúes, de un valor incalculable, dejaran de ser robadas de India y aparecieran en los lujosos salones de los coleccionistas de arte de Occidente, e incluso en museos de gran reputación.
Una estatua del dios Brahma, el creador, que se encontraba en el estado de Madhya Pradesh, apareció seccionada en tres partes y fue enviada a diferentes destinos antes de que un coleccionista volviera a reunirlas, comentó C. Margabandhu, ex director del Centro de Investigación Arqueológica de India.
Margabandhu sostiene que esos robos se deben a la total negligencia e indiferencia de los indios hacia su patrimonio artístico, que se complementa con la deshonestidad y codicia de los coleccionistas extranjeros.
Parte del problema es que los sitios arqueológicos se encuentran muy internados en la zona rural, donde a menudo no llegan las carreteras, explicó.
Los pobladores no están muy interesados en las antigüedades a no ser que se trate del ídolo al cual le rinden culto, así que muchas veces ayudan a los ladrones de arte a llevarse piezas de un valor inestimable a cambio de algunas monedas.
Los contrabandistas capturados reciben una condena muy suave, ya que la legislación actual establece una sentencia de seis meses de cárcel y una multa de alrededor de 30 dólares.
Por lo general, en las bandas de robo de antigüedades hay algún extranjero con un afinado sentido del valor artístico y comercial de las obras que se sustraen. Hace un par de años, tres australianos fueron interceptados en la aduana con bolsos sospechosos.
Al revisarlos, los funcionarios descubrieron 6.000 monedas de cobre, oro y plata acuñadas por varias dinastías, que formaban un tesoro numismático. Los australianos informaron a la aduana de la existencia de otros contrabandistas que tenían otras 4.000 monedas.
En otra ocasión, las autoridades detuvieron a dos estudiantes tailandeses que le habían cortado la cabeza a varias figuras de Buda hechas en piedra encontradas en Nalanda, la universidad más vieja del mundo y la más depredada también.
Las cabezas de Buda son las favoritas de los ladrones. Hace poco se recuperó una robada del antiguo templo de Bodh Gaya, en el estado de Bihar, porqu la vio Deopriya Mitra, un alto funcionario del Centro de Investigaciones Arqueológicas, en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
Otra cabeza de Buda fue enviada a Holanda con la rúbrica "equipos informáticos", pero los funcionarios aduaneros detuvieron el envío.
Nataraja o el "Señor de la Danza Cósmico" es otro de los preferidos por los coleccionistas extranjeros.
Los cholas, que gobernaron el sur de India entre los siglos IX y XII, y cuyo imperio se extendía hasta Sri Lanka, la península de Malasia y Sumatra, realizaron abundantes figuras de bronce de esa deidad.
"Los artistas indios de los siglos X y XII representaban la danza cósmica de Shiva en magníficas esculturas de bronce con cuatro brazos, cuyos gestos equilibrados aunque dinámicos expresan el ritmo y la unidad de la vida", sostiene Fritzhof Capra en su libro "El Tao de la Física".
La descripción de Capra sirvió para que aumentara la demanda de Natarajas en Occidente, y algunos de los mejores ejemplos aparecieron en museos de Gran Bretaña y Estados Unidos. Ese país y el Centro de Investigaciones Arqueológicas se embarcaron ahora en una batalla judicial a causa de esas piezas.
La devolución de Nataraja en 1986, que había sido robada del pueblo de Sivapuram, en el estado sureño de Tamil Nadu, es muy alentadora, según D.K. Sinha, otro ex director del Centro. La devolución fue hecha en 1986 por la Fundación Simon Norton.
La fundación, de Los Angeles, pagó millones de dólares por la "adquisición inocente" de la figura de Nataraja, pero finalmente la devolvió al gobierno del estado de Tamil Nadu, después de un duro litigio en Estados Unidos y Gran Bretaña.
El reclamo fue ayudado por la descripción del ídolo que apareció en un libro llamado "Early chola bronzes", escrito por Douglas Barret, que la encontró en 1964 en la sala de Lance Dane, ejecutivo de una compañía de publicidad.
A menudo aparecen piezas importantes en los remates de Sotheby's, y la firma tiene representantes en India de los cuales sospecha el Centro.
India sólo puede reclamar los tesoros cuando existen pruebas de que salieron del país tras la independencia en 1947, aunque innumerables piezas únicas fueron extraídas del país durante los casi dos siglos de colonialismo británico.
Una de ellas es el diamante Koh-i-Noor, que ahora es parte de las joyas de la corona británica.
Los británicos se llevaron buena parte de las esculturas budistas del estado sureño de Andhra Pradesh, que ahora se encuentran en el sótano del Museo Victoria y Alberto de Londres, y aún no fueron registradas en el catálogo del acervo, según el profesor Champakalakshmi. (FIN/IPS/tra-en/rdr/an/ceb/aq/cr/99