La Presidencia de Fernando de la Rúa, elegido el domingo en Argentina para reemplazar a Carlos Menem, tendrá características inéditas: por primera vez, el país será gobernado por una coalición y no por un partido, y sin mayoría en las demás instituciones del Estado.
Para los electores, esta realidad aparentemente adversa no parece ser un problema sino al contrario.
"La gente buscó adrede el balance de poder porque es su deseo, y esto se expresó claramente en los casos en que se elegió presidente de un partido y gobernador provincial de otro", explicó la encuestadora y socióloga Graciela Romer.
No obstante, esta demanda de equilibrio encuentra a la dirigencia política sin mucha tradición en la que recostarse.
Joaquín Morales Solá, columnista político del diario La Nación, de Buenos Aires, inició este lunes su comentario con una frase lapidaria: "Menem se convirtió ayer (por el domingo), de hecho, en el último caudillo de la política argentina".
El personalismo, el liderazgo carismático y el presidencialismo que avasallaba a los demás poderes fueron características fuertes de la política argentina, y esto no se moderó ni aun con la creación de la figura del jefe de gabinete en la reforma constitucional de 1995.
Solo 12 por ciento del electorado de De la Rúa lo votó por su carisma. Los votantes ya no consideran un rasgo de debilidad que el presidente tenga menos poder sino, por el contrario, creen que es mejor para garantizar un mayor control y un buen gobierno, explicaron diversos observadores.
El presidente electo, que se había presentado a estas elecciones como candidato de la coalición opositora Alianza, cosechó más de 48 por ciento de los sufragios y se impuso en 20 de los 24 distritos electorales, relegando al segundo lugar al oficialista Eduardo Duhalde.
Nunca antes había gobernado el país una coalición, en este caso integrada por la Unión Cívica Radical —el partido al que pertenece De la Rúa— y el Frente País Solidario, un conjunto de partidos de izquierda liderados por el vicepresidente electo, Carlos Alvarez.
Uno de los principales desafíos será el de preservar la unidad de esta alianza que, dos años después de creada, se muestra fructífera. Por separado, ninguno de los dos partidos hubiera conseguido la victoria, pero unidos aparecen como un símbolo de freno a la corrupción.
Pero, pese al espaldarazo en las urnas, De la Rúa asumirá el 10 de diciembre con una serie tan compleja de condicionamientos políticos que para muchos observadores el reto es extraordinario.
"Argentina ingresa en una nueva etapa en la cual lo institucional pesará más que lo personal", señaló el analista político Rosendo Fraga. "El nuevo gobierno se parecerá mucho a la cohabitación francesa, una gesión en la que se impondrá el diálogo y la negociación", añadió.
Del mismo modo, el encuestador y analista Manuel Mora y Araujo sostuvo que el nuevo escenario es de un gran equilibrio de poderes, liderado por un dirigente que enfrentará el reto de demostrar que es posible compartir el poder y hacer avanzar al país.
El mapa territorial argentino que surgió de la última serie de comicios —en 16 provincias, las elecciones se habían concretado antes del domingo—, quedó conformado con 14 gobernadores del hoy gobernante Partido Justicialista (peronismo), siete de la Alianza y dos distritos gobernados por partidos provinciales.
En el Senado, el justicialismo conserva la mayoría hasta el 2001. Este domingo no se votaron legisladores para la cámara alta y la actual composición señala que 33 asientos son del actual partido gobernante, 22 de la Alianza y 13 de partidos provinciales.
En la cámara baja, si bien tras la elección del domingo la correlación de fuerzas favoreció a la Alianza no alcanzó a tener mayoría propia, si bien ahora será la primera minoría. El bloque justicialista pasó de 122 a 99 diputados y la Alianza subió de 105 a 124.
En este contexto, el tercero más votado para la presidencia, el ex ministro de Economía Domingo Cavallo, estaba exultante el domingo con su cosecha. Obtuvo 10 por ciento de los votos, y su bancada en la legislatura creció de tres a 12 legisladores.
Esta ganancia, frente al equilibrio en que quedaron los dos principales contendientes, le otorga a Cavallo un lugar de privilegio en la negociacion de proyectos de ley. De la Rúa se apresuró después del comicio a elogiar a Cavallo, que lo había llamado para felicitarlo.
Para Mora y Araujo, De la Rúa deberá demostrarle a los votantes que es posible gobernar sin todas las instituciones a su favor. El presidente electo y su vicepresidente ya advirtieron, apenas terminó la votación, que gobernarán para todos y que dialogarán con toda la dirigencia.
"Este gobierno va a procurar construir grandes consensos", dijo De la Rúa, que prometió reunirse en los próximos días con el derrotado Duhalde, y se manifestó abierto a cogobernar con los gobernadores de las provincias, independientemente de su color político. (FIN/IPS/mv/mj/ip/99