Analistas e inversores confían en una moderado crecimiento de Argentina en el 2000, una vez instalado el nuevo gobierno, mientras persisten los rumores de renuncia del ministro de Economía.
Los inversores ya tienen puestas sus expectativas en el cambio de autoridades, a pesar de los desacuerdos entre el ministro Roque Fernández y el presidente Carlos Menem, según observadores nacionales y del exterior.
Las elecciones presidenciales se celebrarán el día 24 y el favorito es el alcalde de Buenos Aires, Fernando de la Rúa, candidato de la Alianza de oposición. De acuerdo a los sondeos, la diferencia con el oficialista Eduardo Duhalde es de más de 10 puntos porcentuales.
En la transición que se extenderá hasta el 10 de diciembre, cuando se inaugure la gestión que sigue a más de 10 años de gobierno de Menem, la oposición intentará frenar emprendimientos millonarios de último momento que impulsa el presidente, a pesar de la resistencia de su ministro Fernández.
Menem quiere, por ejemplo, que se apruebe sin condicionamientos la construcción del Canal Federal, que llevaría agua a dos provincias del noroeste, pero el ministro considera que el Estado no está en condiciones de presentarse como aval para que empresas privadas consigan los créditos necesarios.
No obstante, y pese a los desentendimientos en el gobierno, el economista argentino Guillermo Calvo consideró que aún si renunciara el ministro no hay posibilidad de una desestabilización mayor en los mercados.
Los inversores descuentan que el gobierno está de salida y hay un horizonte claro de recambio, explicó Calvo.
Cuando renunció en 1995 el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, acababa de comenzar la segunda presidencia de Menem "y la administración estaba en la mitad del camino", recordó.
"Ahora, en cambio, el gobierno está transitando la etapa final y su capacidad es limitada", explicó Calvo, un profesor y consultor de empresas de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, que pronosticó la crisis mexicana de 1994.
El economista advirtió que los inversores esperan anuncios importantes de parte de la nueva administración, sobre todo en lo que hace a la situación fiscal, considerada una de las áreas más críticas de la economía argentina.
Calvo explicó que la deuda externa argentina es tan alta que hace desaconsejable seguir aumentándola con tasas de interés altas como las que está obteniendo el gobierno. Esa situación se agravaría si el producto interno bruto no recupera una senda de crecimiento en el mediano plazo.
La economía argentina retrocedió este año a raíz, básicamente, de la devaluación en el vecino Brasil y la caída de los precios de las materias primas, pero para el 2000, el gobierno —y la oposición— prevén un crecimiento de 3,5 por ciento.
El Fondo Monetario Internacional es menos optimista y cree que para el próximo año la tasa de crecimiento no superará 1,5 por ciento.
Para Calvo, el ritmo de la recuperación dependerá de que Brasil también crezca y de que el nuevo gobierno transmita una visión clara de los objetivos que se propone alcanzar, de manera de darse a conocer enseguida, despejar dudas y comenzar a construir certezas.
También el chileno Sebastián Edwards, ex economista del Banco Mundial, observó que Argentina podría crecer el año próximo alrededor de tres por ciento, pero advirtió que esa recuperación no debe llenar de expectativas de corto plazo a la población.
Para Calvo, el problema de fondo es que hace tiempo se frenó el flujo de fondos de cartera (también llamados "golondrina") que habían empujado el desarrollo del mercado de capitales en América Latina en la última década.
Para el economista, la ventaja de este retraimiento es que los nuevos capitales interesados en la economía argentina son de empresas dispuestas a inversiones directas, de largo aliento, que podrían contribuir a una recuperación que se haga sentir más allá del 2000.
También el economista Francis Fraisinger, de la consultora Merrill Lynch, sostuvo que Argentina crecerá en el 2000 alrededor de 2,4 por ciento si los precios de las materias primas y se recuperan y si crece Brasil, principal destino de las exportaciones.
El economista Gustavo Cañonero, del Deutsche Bank, opinó, por su parte, que si la Alianza llega al gobierno, los inversores esperan un plan de ajuste fiscal de una magnitud tal que logre equilibrar las cuentas públicas.
Algún anticipo en este sentido hizo el economista José Luis Machinea, de la Alianza. Machinea es mencionado como seguro ministro de Economía en caso de ganar De la Rúa, y prometió hace dos semanas en Washington ante el Fondo Monetario Internacional que habrá un fuerte recorte de gastos públicos.
Por supuesto, esta expectativa va contra la de muchos votantes que se vuelcan a la oposición en busca de un cambio en el rumbo económico que permita mantener los logros de la estabilidad pero con más empleo, más regulación del Estado y una distribución más equitativa de los beneficios.
En Argentina, la desocupación asciende a 14,5 por ciento y la tasa de subempleo a un porcentaje similar.
No obstante, Artemio López, sociólogo de la consultora Equis, aclaró que, de acuerdo a sus encuestas, son decenas de miles las personas desesperanzadas que dejaron de buscar empleo y que, por lo tanto, no figuran en las estadísticas. (FIN/IPS/mv/mj/if/99