La campaña para las elecciones de este domingo en Argentina se caracteriza por la gran cantidad de dinero invertido por los partidos y el desinterés de la mayoría de los votantes.
La indiferencia de buena parte de la población es considerada peligrosa por los analistas, ya que es un comportamiento que en democracias jóvenes se entiende como falta de confianza en la capacidad del sistema para solucionar problemas a la sociedad.
Sin embargo, la gran mayoría de encuestadores y observadores coinciden que en este caso en Argentina es un signo de madurez política de los ciudadanos.
El periodista de origen británico James Nielson, ex director del diario Buenos Aires Herald, afirmó que, "lejos de ser un síntoma de decadencia, la falta de pasión demostrada hasta ahora puede considerarse un signo de buena salud".
"Argentina parece estar en vías de convertirse en un país 'normal"', añadió Nielson en una columna de opinión publicada el sábado en la revista semanal Noticias.
Los últimos sondeos de intención de voto otorgan una clara ventaja a favor de Fernando de la Rúa, candidato de la Alianza opositora conformada por la centrista Unión Cívica Radical y el centroizquierdista Frente País Solidario, con 51 por ciento de las preferencias.
Mientras, los esfuerzos de Eduardo Duhalde, aspirante a la Presidencia por el gobernante Partido Justicialista (peronista) con 35 por ciento de las intenciones de voto, parecen vanos para alcanzar a De la Rúa en la carrera para suceder a Carlos Menem, que cumplirá en diciembre dos gestiones consecutivas de gobierno.
Por su parte, el sociólogo Luis Quevedo, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, en nota publicada esta semana en el diario Clarín, señaló que los políticos no lograron movilizar a la gente pese a que gastaron más de 200 millones de dólares en publicidad.
Desde el retorno al sistema democrático en 1983, tras siete años de dictadura, los actos y movilizaciones políticas fueron quedándose sin público. Los únicos de carácter multitudinario en la campaña fueron los de cierre de la Alianza y el Partido Justicialista.
En la actualidad, los candidatos van en busca de la gente para explicarle su propuesta o los tientan con dinero para que concurran a los actos.
En la campaña para las elecciones del próximo domingo los partidos utilizaron mucho más que otras veces el recurso de la llamada "caravana" política, recorriendo localidades y barrios de las ciudades en lugar de realizar concentraciones en calles o estadios deportivos.
Los candidatos recurrieron esta vez también a la grabación de mensajes telefónicos (llamadas automáticas a los votantes) y la distribución de discos compactos con su propuesta de gobierno.
La Alianza optó básicamente por las caravanas y el contacto personal de los dirigentes con los votantes, una modalidad implementada con visitas sorpresas al domicilio de quienes habían expresado su interés en una lista confeccionada previamente.
En esas visitas "hablo cuando me dejan", reconoció De la Rúa, un candidato a la Presidencia que hizo de su laconismo una virtud.
"Yo soy el candidato, pero a la gente le gusta opinar, y al final es más lo que escuchamos que lo que se puede decir", admitió De la Rúa en una entrevista periodística.
Una encuesta realizada por el estudio Mora y Araujo reveló que 80 por ciento de los consultados no les interesa "para nada" los actos proselitistas.
La consulta registró también que a 73 por ciento no les interesan los avisos publicitarios de los políticos, mientras los debates convencen a 57 por ciento de los encuestados. Sin embargo, los dirigentes desecharon esta última modalidad.
Otro estudio de opinión realizado por la empresa Equis, dirigida por el sociólogo Artemio López, señala que en los grandes centros urbanos apenas 7,5 por ciento de los consultados siente entusiasmo por la política, como para participar de manera activa en una tarea partidaria.
Mientras, 90,8 por ciento de los consultados en las grandes ciudades por Equis no daría ni una moneda para la campaña del candidato al que, sin embargo, piensa votar, 88 por ciento se opone a usar prendas con su nombre, 80 por ciento no acepta explicar su propuesta y 78 por ciento prefiere no ir a los actos.
Esta tendencia de opinión se invierte en localidades de menos de 100.000 habitantes. Los encuestadores explican que la diferencia responde posiblemente a la mayor experiencia democrática que viven los pobladores de sitios más pequeños, donde gobernantes y gobernados tienen contactos más directo.
Otro asunto que llama la atención a los analistas es la posibilidad de un nuevo aumento de los votos en blanco y abstenciones en las elecciones de este domingo, una tendencia que se observa desde mediados de los años 80.
En las elecciones de 1983, cuando Argentina vivió la euforia del retorno al sistema democrático, las abstenciones alcanzaron a 14 por ciento del total de electores, mientras el voto en blanco llegó a dos por ciento de los sufragios válidos.
Esos porcentajes subieron en los comicios de 1997 a 22 y cinco por ciento, respectivamente, y en esta oportunidad podrían aumentar aún más, opinan los expertos.
En esa línea se pronuncia en la actual campaña electoral un nuevo movimiento de opinión denominado Grupo 501 que, sin líderes visibles, se manifiesta contrario a la obligatoriedad del voto que disponen las normas vigentes.
El Grupo 501, que difunde sus ideas por Internet, exhorta a los argentinos a trasladarse este domingo a más de 500 kilómetros del lugar que les corresponde votar, una de las formas de eludir las penas que dispone la ley para quien no cumpla con la obligación ciudadana.
El analista político y periodista de televisión Mariano Grondona advirtió que el activismo de ese movimiento y el desinterés general no deberían ser ignorados, porque se basan en el "escepticismo e insatisfacción" existentes hoy en Argentina.
Grondona consideró que la baja participación en política no es asimilable a lo que ocurre en los países del Norte industrializado, como sugieren algunos.
Sin embargo, otros observadores no creen que esa participación sea tan baja todavía, en términos comparativos.
Rosendo Fraga, del centro de estudios Nueva Mayoría, dijo que este domingo se prevé que vote cerca de 80 por ciento del padrón electoral, un porcentaje que consideró alto, si se tiene en cuenta que muchos votantes están exceptuados por diversos motivos.
"Lo que ocurre es que a medida que se va consolidando la democracia, el día de las elecciones ya no se vive tanto como una jornada épica sino que se vuelve algo rutinario", comentó Fraga.
La socióloga Marita Carballo, de la empresa encuestadora Gallup, reconoció que la población "está un poco alejada de la política" y "cuestiona fuertemente el funcionamiento de las instituciones".
"Sienten que los partidos no los representa", señaló.
Sin embargo, Carballo sostuvo que no hay riesgo de experiencias antidemocráticas, ya que "nueve de cada diez consultados asegura que la democracia es el mejor sistema posible".
"Lo que ocurre es que en estos comicios no sienten la pasión de un acto que les cambiará la vida", puntualizó la experta.
Del mismo modo opinó la consultora Mora y Araujo al señalar que la mala imagen de las instituciones del Estado es solo producto del actual funcionamiento. Varias encuestas registran que 80 por ciento de los consultados tiene una opinión negativa del Congreso y los Partidos Políticos.
Esta línea de pensamiento de la sociedad representa un desafío para quien resulte ganador en las elecciones del próximo domingo, para suceder a Menem como cuarto presidente elegido democráticamente de manera consecutiva en la historia de Argentina. (FIN/IPS/mvs/dm/ip/99